Martes, 6 de noviembre de 2012 | Hoy
OPINIóN
Por Pablo Bonaparte *
La consecuencia de toda dominación cultural es la deformación del imaginario social del dominado. Todo pueblo que quiera liberarse debe reconstituir su identidad. Creo que el auge del folklore tiene que ver con ello. Se percibe en el aire, hay un cambio de mirada y una búsqueda de horizontes hacia el interior de nuestra geografía. En ese proceso de “estar en el mundo” operan sentidos que confluyen a generar códigos diferentes a través de prácticas concretas. Tomemos de ejemplo a las peñas y a las disco para representar la existencia de contraposiciones paradigmáticas que se manifiestan en la actuación de la danza. Una es colectiva, precisa el conocimiento de una coreografía que ligue a los bailarines (para que haya uno debe haber otro). Esta colectividad trasciende las fronteras de edad y clase. En las peñas participan todos los grupos sociales y toda la familia. La disco, por contraposición, nos enfrenta a una forma personal e individual, donde la libertad absoluta de ejecución permite además la participación en soledad, encasilladas en grupos de edad para un consumo específico y diferencial.
Otro fenómeno que se viene sosteniendo es la aparición de nuevos valores creativos que rompen con aquella canción folklórica que se hallaba encorsetada dentro de temas románticos y la liberan hacia temáticas cotidianas, existenciales y políticas; así también la utilización de instrumentos no tradicionales y formas cromáticas novedosas no debería asustarnos como presencia colonial. Lo importante es el sentido que adquiere en nuestro sistema identitario su apropiación. Es ahí donde las comunidades urbanas instalan como “tradicional” categorías de proyección. Y este folklore cercano al habitante de las ciudades impulsa a sus practicantes, lejos de la competencia, el respeto por las formas arcaicas que resisten en el interior de nuestro país. Es decir, lejos de diferenciarse, existe un eje que articula las distintas miradas y construcciones artísticas sobre “lo nuestro”, que no podría entenderse si no es a través de un cambio cultural paradigmático. Todos estos procesos, que aquí apenas enumeramos y de los que se renuevan día a día, serán tratados en el Congreso Latinoamericano de Folklore XVIº del Mercosur y 1º de Unasur, junto con las XXIº Jornadas Nacionales de Folklore que el Area Transdepartamental de Folklore del Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA) realizará entre el 6 y el 9 de noviembre en su sede de Loria 443.
En este contexto, la academia que estudia el folklore no está al margen de los cambios paradigmáticos que se están produciendo en el área. Como lo expresa el decano del Area Transdepartamental de Folklore del IUNA, Víctor Giusto: “Es hora de que los artistas consagrados y los institutos dedicados al estudio de los saberes populares trabajemos juntos, sin mezquindades. Existe un menosprecio instalado hacia lo propio, que se manifiesta en algo profundo y complejo como es el saber popular. Pero apenas uno se adentra en su conocimiento, la diversidad y complejidad que lo constituye nos vive sorprendiendo. Nuestra área engloba la danza, la música y la cultura que las hace posible. Estamos incorporando también a las artesanías a nuestro espacio, que enriquece un conocimiento que tenemos la necesidad y la obligación de compartir. El año que viene trabajaremos en el Primer Congreso Internacional de Tango Argentino. En el último Concurso Mundial de Tango, seis ex alumnos fueron semifinalistas, lo que habla de nuestra calidad en la enseñanza y nuestra capacidad de trabajo”.
* Antropólogo.
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