Lunes, 12 de junio de 2006 | Hoy
ANNA FRANK CUMPLIRIA HOY 77 AÑOS
A los 13 años peleó contra el destino con lo único que tenía a mano: su testimonio. Sus palabras aún viven.
Por Silvina Friera
Cuando cumplió 13 años le regalaron un diario, el mejor de todos los regalos posibles para una niña que soñaba con ser escritora. Pocos meses después, en noviembre de 1942, escribió, acaso para escapar de la asfixia que implicaba estar escondida, sin poder hacer ruidos por temor a ser descubierta: “Podríamos cerrar los ojos ante toda esta miseria, pero pensamos en los que nos eran queridos, y para los cuales tememos lo peor, sin poder socorrerlos. En mi cama bien abrigada me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas a este infierno. Me da miedo el cavilar que aquellos que estaban tan próximos a mí se hallen ahora en manos de los verdugos más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos”. Ella y su familia pudieron permanecer ocultos durante dos años, hasta que en agosto de 1944, alguien los delató y fueron descubiertos por la Gestapo y deportados de Amsterdam a los campos de concentración de Westerbork, Auschwitz-Birkenau y finalmente en Bergen-Belsen (en el Norte de Alemania). Las dos hermanas Frank, Margot y Anna, murieron de hambre y de tifus en marzo de 1945, un mes antes de la liberación de ese campo. Anna Frank cumpliría hoy 77 años, y si nadie puede cerrar los ojos ante el horror del genocidio nazi fue gracias a su dramático diario, rescatado por Miep Gies, la mujer que protegió y ocultó a los Frank.
Mis recuerdos de Anna Frank es el título del libro que escribió Gies, y que la librería Capítulo Dos regalará hoy a sus clientes (en las dos sucursales de Alto Palermo y Galería Pacífico) para conmemorar el aniversario del nacimiento de Anna. La segunda hija de Otto Frank y Edith Holländer nació el 12 de junio de 1929 en Francfort del Meno. Los Frank y los Holländer eran familias judías que llevaban varios siglos residiendo en Alemania. El padre de Ana, que trabajaba en el banco de la familia, decidió abandonar Alemania cuando Adolf Hitler fue nombrado canciller del reich en 1933. La familia, que ya no se sentía segura por los sistemáticos ataques contra los judíos, decidió trasladarse a Holanda. En Amsterdam, Otto Frank –el único sobreviviente de la familia– instaló una empresa para la venta de Opekta, producto utilizado en la elaboración casera de mermeladas. En esa ciudad, los Frank se sentían libres y seguros, pero nuevamente Hitler acabó con esa tranquilidad: el 10 de mayo de 1940 el ejército alemán invadió Holanda y en pocos días el país quedó ocupado por los nazis. Y esa tierra de libertad, poco a poco, empezó a transformarse en un infierno: los judíos ya no podían poseer empresas propias, debían llevar una estrella que los identificara, los niños sólo podían asistir a escuelas judías y había rumores de que todos los judíos serían enviados a Alemania. Este rumor se confirmó cuando Margot Frank y otros miles de judíos de Amsterdam recibieron la citación en julio de 1942. Los alemanes pretendían llevarlos a campos de trabajos forzados. Otto decidió esconderse con su familia y la de Hermann van Pels, codirector de la empresa de Frank.
En el diario, que comienza el 14 de junio de 1942 (dos días después de su cumpleaños) y concluye el 1º de agosto de 1944, tres días antes de que la familia fuera descubierta, Anna escribió contra un “destino” que intuía sólo podría eludir con su testimonio: “Quiero seguir viviendo después de mi muerte”.
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