Una de las mejores películas argentinas recientes acaba de llegar a videoclubes selectos y casas de venta de devedés. Se trata de Tierra de los padres, opus 2 de Nicolás Prividera, realizador de la igualmente notable M (2007). Film programático, de carácter más ensayístico que estrictamente documental, Tierra de los padres responde al más despojado dispositivo dramático y de puesta en escena. En el cementerio de la Recoleta y junto a la tumba de algún prócer, escritor, pensador o político, un actor (o escritor, o director de cine, o personaje anónimo) lee un fragmento de un texto escrito por el habitante de esa tumba. A un escrito de Alberdi “le responde” uno de Sarmiento, a éste uno de Rosas y así sucesivamente, hasta llegar a la célebre carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. Del conjunto surge un tejido de voces inconciliables, que tal vez representen la historia argentina en su conjunto. Rechazada un par de años atrás por los programadores del Bafici, podría pensarse que la propia película terminó por inscribirse en la línea de interpretación histórica que propone, dándose de frente contra alguna forma actualizada de intolerancia, cerrazón, necedad o soberbia.