EL ULTIMO ADIOS AL ACTOR JAMES GANDOLFINI
Aunque tuvo papeles secundarios en varias películas, se lo recordará por el mafioso más conflictuado de la historia de la TV.
› Por Emanuel Respighi
Como uno de esos inexplicables guiños del destino, a James Gandolfini, el actor que interpretó magistralmente durante seis temporadas a Tony Soprano, el mafioso más culposo de la historia de la televisión, la muerte lo encontró en Sicilia, Italia. En la misma tierra donde nació la Cosa Nostra, el actor y protagonista de una de las más grandes obras que haya dado la pantalla chica, Los Soprano, falleció el miércoles a los 51 años, a causa de un ataque cardíaco. Si bien participó de varias películas, para muchos Gandolfini no es otro que Tony Soprano, el atribulado jefe del clan mafioso de Nueva Jersey en el que se centró la trama de Los Soprano, la impecable serie sobre el mundo del hampa creada, escrita y dirigida por David Chase. La composición de ese personaje moralmente ambiguo, capaz de emocionarse hasta las lágrimas al ver una familia de patos caminando por el jardín de su casa, sin que por ello le temblara el pulso a la hora de asesinar a quien interfiriera en el “negocio”, catapultó al actor a un reconocimiento a nivel global del que desde entonces nunca pudo sustraerse.
Si en estos días Gandolfini ocupa grandes espacios en la radio y la TV, además de toneladas de tintas en diarios y revistas, no será por las más de veinte películas en las que el actor participó en roles secundarios. Su principal e inconmesurable capital artístico fue, sin dudas, esa suerte de Vito Corleone en la era del Prozac que compuso durante seis temporadas y a lo largo de 86 capítulos en Los Soprano. Es que la complejidad de ese jefe del clan que, presionado por el trabajo y sufriendo ataques de pánicos, decide concurrir semanalmente a análisis y tomar ansiolíticos a escondidas para no mostrar debilidad entre sus pares y súbditos, encontró en el actor estadounidense de origen italiano a un intérprete a medida. Aunque Los Soprano es una obra maestra televisiva, que le aportó sutileza a la pornografía con la que se solía iluminar el mundo de la mafia, no es menos cierto que la serie tuvo en Gandolfini al actor ideal para romper con el arquetipo mafioso. Uno de los pocos casos en los que la TV hizo lo que el cine no pudo (Analízame, con Robert De Niro y Billy Crystal, lo hizo pero en clave de comedia familiar).
Si hasta ese momento el mundo audiovisual retrataba a los jefes mafiosos como seres brutales, descorazonados e implacables, el Soprano de Gandolfini deconstruyó el modelo tipo para agregarle el componente de lo humano. Depresivo, perturbado por conflictos existenciales y familiares, incapaz de soportar las presiones que su trabajo al frente de la famiglia exige, Tony Soprano mostró una cara distinta del mafioso, más acorde con el siglo XXI que con la época de la Ley Seca. Sin redimir a un personaje que mata sin miramientos si es traicionado, Los Soprano le imprimió a la típica trama mafiosa de sangre y tiros una cuota de sátira, a partir de la entrañable interpretación de Gandolfini como jefe del clan. Ese fino juego entre el conflictuado mundo interior y la sangrienta frialdad para dirigir el negocio convirtieron a Tony en uno de los más logrados personajes de la televisión de los últimos tiempos. Cualquiera que haya visto la serie, o se haya topado con alguno de sus capítulos, podrá decir que los mafiosos no son lo mismo luego de descubrir a ese gordo bonachón y letal por el que Gandolfini ganó tres premios Emmy y un Globo de Oro.
“Estamos consternados y sentimos una tristeza inconmesurable por la pérdida de un amado miembro de nuestra familia. Era un hombre especial que trataba a todo el mundo con el mismo respeto sin importar la posición que desempeñara. Nuestras condolencias a su esposa e hijos durante este terrible momento”, señaló el comunicado con el que HBO despidió al actor al que tuvo en su pantalla desde 1999 hasta 2007, años en los que la serie ganó una veintena de premios Emmy y media docena de Globos de Oro. Incluso, el debut de la cuarta temporada de Los Soprano tuvo en Estados Unidos una audiencia de 13,4 millones de televidentes, marcando un hito histórico: fue la primera vez que una serie emitida por TV por cable premium se impuso a la competencia en TV abierta y por cable. En efecto, la despedida a Gandolfini de la cadena no parece exagerada: recientemente Los Soprano fue elegida por el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos como la serie mejor escrita de la historia de la TV. La tensión de la escena final de la serie, tan bella como dramáticamente entrelazada con la propia historia contada a lo largo de esas seis temporadas, corrobora tal logro.
Claro que Gandolfini tuvo un antes y un después del mafioso que se ubicó en las antípodas del Don Corleone de Marlon Brando en El Padrino. En sus comienzos, el actor nacido en Nueva Jersey participó de distintas películas en roles secundarios (Qué no hacer con un millón de dólares, Un marido para mi mujer, Angie y Marea roja, entre otros films menores), en donde en Escape salvaje, la película de 1993 dirigida por Tony Scott, mostró lo bien que le sentaban los personajes rudos, interpretando a un matón a sueldo. Pese al éxito cosechado en Los Soprano, sin embargo, Gandolfini nunca fue tenido en cuenta para ser parte de grandes películas en Hollywood, por lo que tuvo que conformarse con films de presupuesto y repercusión modestos, como El hombre que nunca estuvo allí, La última fortaleza, Sobreviviendo a la Navidad y Corazones solitarios, entre otras. En la pantalla grande, su última aparición haya sido probablemente la más celebrada, interpretando a León Panetta, el jefe de la CIA en La noche más oscura (2012), el film de Kathryn Bigelow que recreó la operación militar que terminó con la captura y muerte de Osama bin Laden.
Mientras se aguarda el demorado estreno en el país de El increíble Burt Wonderstone, film en el que compartió cartel con Steve Carell, Jim Carrey y Steve Buscemi, Gandolfini se preparaba para volver a la pantalla chica en Justicia criminal, la serie en la que regresaba a trabajar de la mano de HBO, interpretando a Jack Stone, un abogado penalista, que debía hacerse cargo de la defensa de un joven que tras una fiesta amanece al lado del cadáver de una desconocida. Un proyecto que, tras el deceso de Gandolfini, que también oficiaba de productor, quedará trunco.
Más allá de su extensa pero mediocre carrera, lo cierto es que Gandolfini será recordado por haber dado vida a ese jefe mafioso lleno de problemas sin resolver, que sufrió ataques de pánicos, se enamoró de su analista, no pudo llevar las riendas de su familia y terminó siendo dejado por su esposa. Esa interpretación, tan soberbia como ajustada, hizo de Tony Soprano un personaje capaz de pelearle el podio gangsteril de Hollywood al mismísimo Vito Corleone de Marlon Brando. Ya nada se escucha. Un fundido a negro atravesó el miércoles al hombre detrás de Tony Soprano.
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