SERIES LOS BORGIA Y GRIMM INICIAN HOY UNA NUEVA TEMPORADA
Las nuevas temporadas de Los Borgia y Grimm retornan con sus particulares versiones, sea de la historia o de clásicos de la literatura llevados a la pantalla chica. Un fenómeno menos atado a la verdad histórica que a los cánones de cada formato.
› Por Federico Lisica
“No hay hechos, sólo interpretaciones”, diría Nietzsche rascándose el bigote con un control remoto. Esa imagen bien podría estar en una nueva serie basada en la vida del filósofo alemán. Es que los recientes dramas históricos de períodos ancestrales (Vikings, Roma, The Tudors), aquellas centradas en un personaje célebre (Da Vinci’s Demons) o en obras de autores clásicos (Once Upon a Time), se toman todas las libertades del popmodernismo; eso sí, respetando cabalmente las del género y del formato al que se adecuan. El estreno de la tercera temporada de Los Borgia (hoy a las 22 por TNT) y la segunda de Grimm (hoy a las 21 por Universal) reactualiza un modelo en el que las leyendas se vuelven catódicas.
Tras su rol en Elizabeth I, Jeremy Irons parece haber encontrado un filón en la TV: personajes del pasado sedientos por el poder. Aún falta para apreciarlo en el rol de Enrique IV en The Hollow Crown (adaptaciones de Sam Mendes para la BBC II del Henry shakespeareano), así que por estos días se lo puede ver en la piel del papa Alejandro VI en Los Borgia. Hablar de carne y de la máxima figura del Vaticano suena a pecado, y es que justamente de eso se trata la producción de Neil Jordan (quien anunció que ésta será la última temporada). Con postales majestuosas se exponen los trapitos sucios del clan que llegó a controlar la curia romana a finales del siglo XV. Sexo, complots y crímenes. “¿Qué es más escandaloso cuando se está en el poder?”, pregunta una encuesta en la web de la serie. Y las opciones a elegir son: el adulterio, la corrupción o el abuso. El antecedente directo de Los Borgia es, obviamente, The Tudors, que a la saga de sangre le agregaba un contenido que combinaba el pornosoft con los típicos dramas de alcoba de la BBC. Michael Hirst, productor de las dos series, fue objeto de críticas por historiadores británicos debido a sus licencias estéticas (ropas isabelinas en ambientes victorianos, por ejemplo). Los Borgia tampoco se salvó de los ataques. En España aseguran que se tomaron los rumores de quienes buscaban desprestigiar a esa familia valenciana.
Fanáticos de los símbolos papales, abstenerse. Aunque también deberían cerrar los ojos y oídos a las recientes derivaciones de los escándalos del Banco Vaticano y del caso Orlandi.
“A la gente le encanta el escape, lo que no es de este mundo. Este género provee eso y a su vez son historias que dan miedo”, asegura Bree Turner, una de las actrices de Grimm entrevistada por Página/12, sobre la tendencia de la TV al recurrir a clásicos de la literatura infantil (los hermanos Grimm, Perrault, Andersen) y del terror (la estela de Poe en The Following), pero con modernas vueltas de tuerca. La semilla la pusieron films como Encantada; Blancanieves y El Cazador y Espejito, espejito, germinando en la TV con Once Upon a Time y Grimm. Ambas se lanzaron en conjunto, tendrán su tercera temporada, y –lo más importante– usan la cosmogonía fantástica con tramas entre dos universos. La primera apela a tiempos paralelos: uno de fantasía y el presente, donde los protagonistas parecen no saber quiénes son.
Grimm, por su parte, está basada libremente en el ambiente y cuentos de los escritores germánicos a los que les debe el nombre. Lo confeccionado por los hermanos Jacob y Wilhelm a comienzos del siglo XIX se encastra con la Portland actual y el género policial. Hay un detective que desciende de los Grimm (aquellos que median entre las criaturas fantásticas y los humanos) y resuelve casos aquí y allá. El papel de Turner, Rosalee Calvert, explica bien esa dualidad: es una Fuchsbau bondadosa, mitad humana y mitad lobisona cuando está en su hábitat ¿natural? “Lo que me encanta de este show –apunta la actriz– es su guiño: no es tremendamente realista, está justo en ese espacio en que lo imaginario da miedo, pero sin ser incómodo. La dualidad no es sólo entre los mundos sino entre los personajes, y en la realidad somos así, tenemos dos caras. Nuestra psiquis funciona de ese modo. Salvo que en Grimm son humanos con forma de seres mitológicos.”
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