En ocasiones, el periodismo de espectáculos da más información de la que tendría que dar si considerara que aún se puede vivir, con los propios sentidos, una aventura completa. Es como los amigos que desasnan al prójimo sobre la película El juego del miedo con la siguiente explicación: “Es ésa en la que el asesino está tirado haciéndose el muerto”. Porque no les importa, por despiste o porque los límites entre lo que contar y lo que callar son difusos. “¿Tendría que informar más o menos sobre tal obra de teatro/ tal novela/ tal serie de televisión/ tal recital?”, tiran humo las cabezas en las redacciones y en los estudios. No lo enseñan en las universidades ni en los institutos. Para los periodistas del arte y la cultura, es uno de esos tantos criterios que se aprenden por ósmosis, en el ejercicio diario. Es un criterio de muchas variables, a criterio del periodista, que debe lidiar con formatos del rubro y del medio. Hay que ser criterioso: información “de menos” sería, lo mismo, falta de criterio.

En el caso de Usted está aquí, el orsai es tan obvio que no requiere telebeam: en la fila de la Ciudad Cultural Konex, los responsables de esta experiencia les solicitan a todos –tengan o no la comunicación por oficio– que no la deschaven. Al comprar la entrada, se firma tácitamente un pacto de confidencialidad, dicen. Y a los periodistas invitados se lo subrayan antes, por correo electrónico. De la mano del interés comercial que implica convocar a más “espectadores”, aparece otro propósito para semejante restricción: según la directora Romina Bulacio Sak, que los muchos o los pocos que se acerquen a vivir la aventura completa no se lleven, spoilers mediante, un chasco. “En ese sentido, sufrimos las notas que revelan mucho”, concede.

La sorpresa es una aspiración central del equipo de sesenta artistas y técnicos que comandan Bulacio Sak y Natalia Chami. ¿Es entonces un gesto de buen o mal criterio, de periodismo o “antiperiodismo”, de ética o estupidez correrle el velo al truco? La magia necesita cómplices; quienes no quieran serlo, están en su derecho, claro. Pero de ahí a arruinársela a otros, tratándose de un entretenimiento tan inofensivo (y valioso en otros aspectos) como es Usted está aquí, suena a demasiado. No se trata de acusar presuntos “buchones”, sino de distinguir puntos de vista sobre un debate que ha sido generalmente dado en el contexto de noticias de mayor “magnitud” mediática.

Una recomendación para el lector: de manera excepcional para estos tiempos, al menos si tiene interés en ir, evite el googleo. Esa curiosidad es celebrable siempre y cuando no suponga una erosión de la experiencia in situ. Y siempre y cuando la “experiencia” no sea en fomento de la trata de personas, por ejemplo. Por supuesto, éste no es el caso. Usted está aquí es inocente: no le hace mal a nadie y puede hacerles bien, aunque sea de manera pasatista, a algunos. Lo que puede decirse es que es compleja hacia adentro, en su “dispositivo”.

¿Y qué más puede decirse, entonces? Que no es una obra teatral. Que está tan cerca del formato del teatro como del de parque de diversiones. Que es un poco performance, un poco happening. Que es una atractiva “invitación a ser otro”. Que conviene ir con ropa cómoda porque obliga a mover el cuerpo. Que ninguna “función” se repite. Que no se realiza en una sala. Que dura 70 minutos. Que los fondos para realizarla provienen de un proyecto en el sitio de crowdfunding Ideame. Que no es una novedad local ni mundial, que tiene algunos primitos por estas tierra (como TeatroSolo, Siete Colchones y Teatro Intimo Itinerante), acaso de menor grandilocuencia. Y que es una propuesta inusual y divertida.

No mucho más. El resto, que es la mayor parte, mejor que quede a criterio del espectador.

* Usted está aquí ocurre los martes y miércoles a las 20, a las 20.30, a las 21 y 21.30, en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). Entrada: 80 pesos.