ARRANCó LA OCTAVA TEMPORADA DE PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS
El primero de los doce capítulos del ciclo de humor y música concebido por Diego Capusotto y Pedro Saborido mostró personajes renovados que ratificaron el estilo ya consagrado. Una comicidad que a través del absurdo ofrece una auténtica radiografía social.
› Por Emanuel Respighi
La conclusión es inequívoca: a Diego Capusotto y a Pedro Saborido no les importa el qué dirán, ni persiguen ser políticamente correctos. Eso no es todo: ni siquiera pretenden ser condescendientes con su público –supuestamente– más cercano. A la hora de pensar personajes y situaciones, la dupla creativa detrás de Peter Capusotto y sus videos parece no dejarse llevar por ningún tipo de condicionamiento. El debut de la octava temporada del programa de humor y música fue la más clara demostración de que su única razón es la de expresarse artísticamente en función de lo que les parezca. Algo tan genuino como eso. No fue casualidad, entonces, que el debut de la temporada (lunes a las 22 por Canal 7) se haya conformado con casi todos personajes nuevos, tan graciosos como críticos de todo tipo de condiciones sociales, económicas y culturales. Ninguna tribu urbana o estructura de poder queda libre de ser objeto de análisis y parodia de Peter Capusotto y sus videos.
“El siguiente programa contiene lenguaje adulto. Sobre todo en el último bloque, donde se dice varias veces la palabra ‘upite’”. La placa negra con la irónica leyenda dio comienzo a la galería de personajes del primer programa. Y también marcó la cancha de entrada, desde el absurdo: en medio de una tele bombardeada de insultos y situaciones inverosímiles naturalizadas por el medio, Peter Capusotto... asume el efecto de –apenas– un chasqui-boom. ¿O cuánto difieren acaso las actitudes de buena parte de los músicos de rock de carne y hueso de cualquiera de las criaturas del palo creadas por Saborido y Capusotto? ¿Hasta qué punto está exagerado el comportamiento de algunas comunidades que el programa parodia respecto de las que uno puede toparse a cada paso en la calle? Capusotto y Saborido no dan respuestas a esas preguntas, pero sí provocan –además de muchas carcajadas– que los televidentes se las hagan. Y lo hacen simplemente describiendo, subrayando sus características más salientes, pero con la virtud de no juzgar jamás.
El personaje que inauguró esta temporada de 12 episodios fue Curly Cobain, una mezcla de la angustia introspectiva del líder de Nirvana y la gracia corpórea y tonta del más gordo de Los Tres Chiflados. Curly Cobain es una suerte de artista trágico del rock que, afligido por el camino mercantilista que está tomando el género, intenta quitarse la vida una y otra vez, sin poder concretarlo. La crítica a la cultura rockera del primer envío, de cualquier manera, no se limitó al negocio que lo rodea: el atildado Jorge Sergio Cáceres Unzué, el hombre que desata un pogo con la base musical de “Jijiji” a partir de una palabra escuchada en cualquier situación, posa su mirada sobre los que están debajo del escenario. Esa suerte de “morfología del pogo”, en la que el personaje de bigote y traje analiza su adrenalínica pulsión por poguear, es –en palabras del locutor– “la prueba de que la intensidad y la felicidad pueden tener aliadas a nuestra insensibilidad e ignorancia para poder desarrollarse”.
Una de las criaturas más logradas del debut fue Quebracho Castania, un auténtico cantante romántico de la protesta callejera, que combina en sus canciones el amor y su ideología antisistema. “Cada mujer fue un disturbio”, se justificó esta especie de Cacho Castaña zurdo, incapaz de recordar a las 3428 mujeres que pasaron por sus brazos, pero que a cada una le dedicó un tema. “Ojo a dónde vas a comer / cuidado a dónde vas comprar / yo soy muy celoso, sabés /te amo no me hagas enojar... / Si te agarro en McDonald’s, te mato / No consumas ese producto imperial”, dice el activista y mujeriego en uno de los tantos temas de amor con los que construyó una carrera plagada de whisky y cigarros. Un “pedazo de Buenos Aires” que alguna vez tuvo el dilema de su vida cuando en una protesta se enamoró de una gerenta del Citibank. “No sé si yo la puedo amar / si ella responde al capitalismo transnacional / cómo es que me fui a ena-morar mientras incendiaba su sucursal”, se lamenta.
Entre los personajes y la música curada por Marcelo Iconomidis (se proyectaron dos videos de bandas independientes y “Spanish Castle Magic” de Jimi Hendrix) se colaron tres auspicios apócrifos que también fueron celebrados. El spot publicitario de Parece un pito, el helado con forma de órgano reproductor en tres sabores, fue sublime en absurdo y edición. “Un helado para animarse a lo que nunca te animaste. Pensalo: puede ser un gran paso para una nueva vida”, finaliza el corto. También hubo una publicidad del show de Julio Emboca, un bailarín que con gracia y precisión emboca todo lo que tira al aire, y que se va a presentar en el Teatro Colón, “después del show del Roña Castro y sus marionetas”, en clara alusión al (ab)uso comercial de parte de la gestión PRO del monumento cultural porteño. El otro espacio de promoción fue para el CD de Manolo Petorutti y Pepe Goldemberg, los representantes de los nuevos chistes de gallegos “en crisis económica”.
Con sentido de pertenencia, pero sin perder la mirada crítica con la que cargan los personajes, Peter Capusotto... también ancló su agudeza social en aquellos grupos de adolescentes de clase baja que se obsesionan con las zapatillas como objeto aspiracional. En el sketch, Capusotto y sus secuaces se preocupan únicamente por conseguir zapatillas, al grito repetitivo de “alta llanta”. Criticando a cierto sector de la cumbia villera que entroniza las zapatillas, el segmento ubica a estos seres enfundados en capucha y gorrita como extraterrestres que vienen a dominar el mundo.
Cuestionando diversos aspectos de la cultura contemporánea, con el absurdo como principal recurso, Peter Capusotto... volvió a hacer reír sin perder su sentido analítico. Incluso tomándose la licencia de hacer referencias directas a Hugo Chávez (como miembro de Manga de boludos, el único viejo conocido del debut) y a Chevron, la petrolera socia de YPF en Vaca Muerta a la que Quebracho Castania repudió en una manifestación en donde –entre los disturbios, claro– se enamoró de una activista defensora de la soberanía argentina. En el debut, el programa promedió 2,8 puntos de rating. Una cifra muy distante de la repercusión mediática y ciudadana que tienen sus personajes, y de las cientos de miles de reproducciones que sus sketches se realizan por Internet, sean en YouTube o en www.tvpublica.com.ar.
Aclaración final: las descripciones de los personajes realizados en esta nota no alcanzan, ni por asomo, el nivel de composición que se percibe ante la visualización audiovisual directa. Se recomienda disfrutarlos por sus propios ojos si lo que se quiere es reírse con ganas.
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