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Jueves, 10 de octubre de 2013

LUISA PARDO Y GABINO RODRíGUEZ TRAEN DE MéXICO EL RUMOR DEL INCENDIO

Documento teatral sobre la disidencia

Los actores y directores encabezan el colectivo Lagartijas Tiradas al Sol. Su espectáculo, que se despedirá hoy en la Casa de la Cultura porteña, recupera en un formato documental teatral la historia de Margarita Urías Hermosillo, guerrillera y profesora universitaria.

 Por Facundo Gari

¿Qué es la rebeldía en el mundo actual? Los mexicanos Luisa Pardo y Gabino Rodríguez se pusieron esa pregunta como punto de partida para un documental teatral. “Empezamos a trabajarlo: las guerrillas del Congo, los disidentes jamaiquinos, el EZLN mexicano, el movimiento socialista chileno... pero los casos eran inabarcables”, explica la actriz y directora. Al final, encontraron uno más “íntimo” en el que condensar su inquietud: el de Margarita Urías Hermosillo, guerrillera y profesora universitaria. “Nos interesó como personaje por su falta de heroicidad teatral. Es una mujer nacida en 1944 en el norte de México, donde surgieron también las guerrillas. Estudió la carrera magisterial y tuvo un acercamiento a esos movimientos. Cayó presa por esa vinculación y al salir hizo una vida académica, alejada de la lucha armada. Es un tránsito más bonito para contar en una obra teatral que el de unos guerrilleros hollywoodenses”, sopesa él, también batuta e intérprete. El resultado tiene tres años y es una de las piezas invitadas al Festival Internacional de Buenos Aires: El rumor del incendio se despedirá hoy a las 19.30 en la Casa de la Cultura porteña (Av. de Mayo 575), tras dos exitosas funciones.

En verdad, es un proyecto de tres patas. La obra teatral –para la que los jóvenes autores aseguran que no hace falta conocer de historia mexicana– es el centro. En ella, lo que no es ficcionalización de los hechos aparece en proyecciones de videos, fotografías y recortes de diarios. Si hay afán en el espectador de profundizar lo visto, está el blog El rumor del oleaje (elrumor deloleaje.wordpress.com), que funciona como “pasado” de la pieza: documentación y reflexiones sobre Margarita (mayormente ignota en México) y el contexto de los ’60 y ’70, con hitos como el asalto al cuartel Madera en Chihuahua, la fundación del Partido de los Pobres, la matanza de Tlatelolco en 1968, el secuestro de Julio Hirschfeld por parte del Frente Urbano Zapatista, la emergencia de la Liga Comunista 23 de Septiembre y la amnistía de 1978. Si todavía queda curiosidad, luego de la función se puede conseguir el libro El rumor del momento, “futuro” del proyecto en un compendio de 25 miradas –de escritores, fotógrafos y dibujantes– sobre la disidencia. Todo realizado por el colectivo independiente Lagartijas Tiradas al Sol, que Pardo y Rodríguez encabezan. “Buscamos romper con la idea del teatro jerárquico, en el que están las figuras del director genial, el dramaturgo genial, el escenógrafo genial y el iluminador genial, y sólo al final el actor, un instrumento de reproducción. Nosotros actuamos, producimos, escribimos y dirigimos, pensando con responsabilidad lo que queremos decir en vez de lo que quieren que digamos o lo consagrado en el teatro”, postula ella en diálogo con Página/12.

–Es de suponer que esa convicción tiene que ver con una lectura del panorama teatral mexicano.

Gabino Rodríguez: –Sí. En México hay muchos teatros, pero los que no pertenecen al circuito comercial son de las instituciones de gobierno. El teatro independiente es muy pequeño. La posibilidad para que un grupo abra uno como El Camarín de las Musas es realmente difícil, por cuestiones básicamente legales. Eso hace que las programaciones dependan de las instituciones y, diría, de una misma persona. Por lo tanto, hay figuras muy fuertes en el teatro mexicano, caciques que deciden el rumbo de las estéticas.

Luisa Pardo: –La figura del maestro es medio totalitaria y la idea de grupo teatral propio ha sido muy poco explorada. Hay poca experimentación, sobre todo en la manera de producir. Eso impide que el teatro se mueva: las obras son muy pesadas, con muchos actores y equipos de producción enormes. Al ser todo tan grande, se vuelve imposible que se puedan mover siquiera al interior de México. Así el teatro deja de dialogar. Hay que imaginar otras formas de hacer. Reproducir un estado de cosas es dar por hecho que está bien.

–Si El rumor del incendio no responde a una tradición, ¿cómo llegaron a indagar en el formato documental para el teatro?

G. R.: –Hubo un movimiento mundial, que ubicamos a fines de los noventa, que nos hizo voltear hacia la realidad. De allí que los reality shows pegaran tanto. Estrella de Diego, una chava española que escribe sobre el tema, dice que cada vez más le exigimos a la ficción que parezca realidad y a la realidad que parezca ficción. En nuestro caso, medio por intuición llegamos a hacer una obra que era de ficción en su contenido anecdótico, pero que estaba enmarcada en contar la historia del agua en la Ciudad de México, fundada sobre cinco lagos disecados. Asalto al agua transparente fue nuestra primera obra con tintes documentales. También tiene que ver con una reacción frente al panorama teatral mexicano, ensimismado en contar ficciones cerradas.

L. P.: –Nos gustó mucho ir a la biblioteca, buscar libros, editar textos y volver todo eso dramático. La idea de que en la información hay drama es muy alentadora. Pero no somos académicos. Estamos apelando por medio del documental a construir historias de la historia. Nos hemos dado cuenta de que la ficción ayuda a la realidad y la realidad a la ficción; y que el documento está en medio de las dos, haciendo a una más verosímil y a la otra más impactante.

–¿Qué idea de rebeldía trasunta la historia de Margarita?

G. R.: –Ella sigue un programa político definido y tiene confianza en el poder de transformación de la lucha armada. Nos interesa recuperar el impulso de estas personas, en su mayoría jóvenes, del abismo entre su realidad y la nuestra. La demanda de una persona de nuestra edad en ese entonces era derrocar a un Estado e instaurar otro distinto, algo inimaginable en el México actual, porque no es un debate que se dé y está clausurada la posibilidad de imaginarlo.

L. P.: –El padre de Margarita era un director de escuela y tenía tendencia socialista. La suya era una familia ilustrada de provincia, pero de una muy aguerrida llamada Chihuahua, con una guerrilla que trató de reproducir la épica de la Revolución Cubana. Los guerrilleros asaltaron un cuartel militar y fueron masacrados. Ahí ella decidió meterse de lleno en la lucha para derrocar el poder.

–¿Y por qué la abandonó? En la obra queda ese signo de interrogación.

L. P.: –No lo sabemos. Hubo algo de lo que no pudo reponerse, algo que le ocurrió cuando la apresaron. Antes de morir, le mandó una carta a su hermana diciéndole que algo le había ocurrido en la cárcel, pero su hermana no llegó a preguntarle qué. Y Margarita siempre supo guardar muy bien sus secretos.

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Rodríguez y Pardo buscan “romper con el teatro jerárquico”.
Imagen: Pablo Piovano
 
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