“No tiene sentido contar el final de la película, pero no estaremos juntos, sino en conjunto”, adelanta Daniel Melero sobre el show que ofrecerá junto a Carca hoy, a las 21, en la sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037). “Será una celebración de nuestra admiración mutua y de la amistad, además de que va a haber un operador extraterrestre haciendo de nexo entre los dos.” Aunque la publicidad del recital advierte que el ex Tía Newton revisitará su disco A un millón de años blues, mientras que el otrora líder de Los Encargados presentará su más reciente trabajo en solitario, Disco, Melero asegura que el guión será más flexible. Al menos el suyo. “A pesar de que voy a estar tocando Disco, no voy a dejar de recorrer mi repertorio. Si bien Carca eligió presentar un antiguo álbum suyo, grabado en la casa en la que cohabitaban muchos Babasónicos, y donde tuve la suerte de participar, eso no quiere decir que no pase algo entre nosotros.”

La idea de este encuentro se le ocurrió a Melero, luego de que asistiera a la presentación en agosto pasado del último disco de Carca, Carca registrada (2013), en el Teatro Margarita Xirgu. Allí, Melero, de 56 años, había actuado en junio. “Es uno de los mejores shows de rock que vi en mi vida”, afirma el artista que firmó junto a Gustavo Cerati, en 1992, el álbum Colores santos. “Aparte, con él todo es muy sencillo porque es muy amable conmigo, y me tolera muchísimo.” Pero no es la primera vez que ambos cantautores se cruzarán en un mismo escenario. “Tuve la suerte de ser el guitarrista de Daniel en 1993 y 1994, en una banda que completaban Gabo Manelli y Diego Tuñón (ambos integrantes de Babasónicos). Hicimos muchos shows juntos”, recuerda Carca. “A pesar de que las idas y venidas entre nosotros son constantes, también grabé en discos suyos como Travesti, Recolección vacía y X. Y él está, de alguna u otra forma, en todas mis producciones.”

No obstante, la relación entre el referente argentino de la vanguardia sonora y ese renacentista del rock duro con tupé glamoroso se remonta a algunas décadas atrás. “Todo aquel que veía a Tía Newton en vivo sugería que le acercara nuestro material a Melero”, refresca Carca, quien, amén de su carrera solista, ocupa en la actualidad el rol de multiinstrumentista en Babasónicos. “Lo demás fue amor a primera vista.” A lo que Melero agrega: “Nos conocimos en 1989 o 1990. Mientras trabajaba en un demo de Juana La Loca, escuché una cinta de Tía Newton que me pareció increíble. Ese rumor le llegó a Carca y un día fue a tocarme el timbre. Cuando bajé a ver quién era, ya que la puerta de mi edificio siempre se encontraba abierta, estaba con el resto de los integrantes del grupo. Si al verlo hoy aún me causa impacto, imaginate la impresión que me llevé en aquel entonces. A pesar de que les pedí que pasaran, no sabía que habían sido ellos los que grabaron esas canciones”.

Aunque a Tía Newton se la suele asociar a la movida sónica, de la que formaron parte Babasónicos y los recientemente resucitados Los Brujos, Carca nunca quiso saber nada con esa escena de los ’90. “Me parecía una paparruchada”, sentencia. “Mi arte no se emparentaba con nada de lo que pasaba.” Por lo que A un millón de años blues (1996) se tornó en una la respuesta a esa asonada. “Lo estoy tocando porque este año se editó en vinilo en México y en la Argentina, y porque es uno de mis discos que mejor me define. Pero eso se lo debo a Melero. El es un genio moderno, futurista e iconoclasta que merece la admiración de todos, al tiempo que es dueño de un talento infinito y de una generosidad sin límites.” Y Melero devuelve el piropo. “Cuando grabé Conga, le pedí a Tom Lupo, en una conversación entre amigos, que lo definiera, y me dijo que era ‘el cuerpo del futuro’. Sin embargo, hablábamos de un disco. Así que Carca es el cuerpo del futuro, y me refiero a su cuerpo.”