CRITICAS A GÜNTER GRASS POR SU “PASADO NAZI”
Después de que el Premio Nobel admitiera que de joven formó parte de las SS, hasta Lech Walesa embistió contra él.
El escritor Günter Grass, ganador de un Nobel de Literatura, se ha convertido en objeto de reproches de escritores, críticos literarios, historiadores y políticos por su demora en confesar que, en su juventud, fue miembro activo de las fuerzas SS del nazismo. “La confesión de Grass, justo antes de la publicación de su autobiografía, tiene un desagradable regusto a promoción literaria”, escribió el columnista Helmut Boeger, del periódico Bild. En el mismo diario, el ex presidente polaco Lech Walesa llegó más lejos: “No sé si habría que pensar en retirarle el título de ciudadano de honor de la ciudad (polaca) de Gdansk –dijo Walesa–. O si lo mejor sería que renunciara a él por iniciativa propia”.
Como respuesta a la multitud de críticos, Günter Grass declaró a la agencia alemana de noticias DPA que considera “personalmente hiriente” el revuelo suscitado tras su confesión y confió en que algunos de los que han opinado al respecto “lean atentamente” la autobiografía que saldrá a la venta el próximo 1° de septiembre. “Por supuesto, hay un intento de algunos de hacerme una no persona”, dijo Grass, en alusión al término unperson acuñado por el escritor George Orwell en su obra 1984 para referirse a alguien cuya existencia ha sido borrada de todos los registros por haber incumplido la ley. El escritor alemán aclaró que la confesión de que perteneció a las Waffen-SS no es un tema clave en su autobiografía, sino las dolorosas preguntas de fondo sobre su “ingenuidad” como joven en tiempos del nacionalsocialismo.
Las aclaraciones de Grass –ingresado al cuerpo de elite y brazo de combate de las SS a los 17 años– no acallaron a sus detractores, que suman cada día nuevas voces. Ayer fue el turno del prestigioso crítico literario alemán Hellmuth Karasek, quien declaró que “el hecho de que estuviera en las SS con 17 años es de por sí una ofensa... Puestos a ser cínicos, diría que no lo dijo antes para no correr el riesgo de no hacerse con el Nobel. No me malinterpreten: Grass se merecía el Premio Nobel más que cualquier otro escritor alemán, pero ahora todo tiene que mirarse con una nueva luz”. Para el historiador Joachim Fest, “esta confesión llega un poco tarde. No puedo entender cómo alguien que durante décadas se declara una autoridad moral puede dejar esto a un lado”.
Las voces más crispadas sobre la confesión de Grass hicieron foco en que el escritor vivo más reconocido de Alemania siempre se apresuró, en debates sobre la culpabilidad histórica, a levantar el dedo contra quienes relativizaban la culpa de los alemanes. Era la conciencia de la nación y ahora “el apóstol de la moral se baja del pedestal”, según titulaba ayer en uno de sus editoriales el diario Kölner Stadtanzeiger, de la ciudad de Colonia. Los alemanes revisan ahora, decepcionados, todos los debates sobre la memoria histórica en los que participó Grass y sienten que su silencio es tan grave y ofensivo como una monumental mentira. “Con su silencio perseverante queda desvalorizada la obra moralizadora de Grass, no la de ficción –sentenció el historiador Michael Wolffsohn–. Cuando preguntan a Günter Grass si no se le pasó el momento oportuno para hablar de su pertenencia a las SS, responde que no lo sabe. Yo sí lo sé.”
Para el escritor Ralph Giordano, de 83 años, la revelación no llega demasiado tarde. “He conocido gente que no ha reconocido hasta los 85 años los errores cometidos –declaró a la agencia DPA–. Para mí no pierde por esto credibilidad moral de ninguna manera.” Pero es de los pocos avales recibidos, ya que la comunidad intelectual alemana calificó, por lo general, de tardía, calculada y con finalidad publicitaria esta salida del armario. “Cuando Grass no deduce de las encuestas que lo conoce el 102 por ciento de los alemanes, entonces se le ocurren cosas como ésta”, disparó el escritor Klaus Theweleit. Sobre su labor en la vigilancia de campos de concentración y exterminio y su pertenencia al cuerpo más sanguinario del régimen nazi, Grass agregó que no se enroló como voluntario, sino que fue llamado a integrar ese cuerpo poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial y que siempre considerará ese dato de su pasado como “una mancha” redimida a través de su comportamiento como ciudadano. De acuerdo con su propio relato, el escritor trató de enrolarse como voluntario en submarinos a los 15 años, pero sólo fue admitido dos años después, al tener la edad necesaria. Sobre esos tres meses pasados en las SS, en 1945, arguyó una frágil defensa destacando que mientras estuvo en las Waffen-SS no disparó “ni un solo tiro”.
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