No es el único ciclo de sinfonías ni tampoco el único que cuenta con nueve. Está el de Bee-thoven, desde ya, y también los de Schubert y Bruckner, aunque en ambos casos con inconclusiones. Pero las nueve sinfonías de Gustav Mahler son, tal vez, las que más claramente cuentan una misma historia. Desde el posromanticismo nacido a la sombra de Wagner hasta la propia disolución de la tonalidad, y desde las formas acuñadas por Beethoven hasta una ampliación en la que los contornos terminaron desdibujando los contornos, el recorrido desde la primera hasta la última sinfonía de Mahler es el del fin del romanticismo y el comienzo de la modernidad. O, por lo menos, de una de sus caras posibles. Como conclusión de ese relato –conclusión que se esfuma en un prodigioso pianísimo– pero, también, como obra en sí misma, la novena de Mahler es una de las grandes composiciones de la historia musical. Por sus dificultades –en particular por la prodigiosa concentración que demanda por parte de conductor e integrantes de la orquesta– es una de las obras del repertorio menos escuchadas en Buenos Aires. Pero hoy podrá subsanarse la falta: la Orquesta Estable del Teatro Colón, dirigida por su titular Stefan Lano, la interpretará en esa sala, a las 20.30, y con entradas desde $ 5.