THE RIDICULOUS SIX, POR NETFLIX
› Por Ezequiel Boetti
No lo ayuda nadie al pobre Quentin Tarantino. A todas las trifulcas con exhibidores, distribuidores, hackers y policías narradas en estas páginas debe sumarse otro problema ajeno a su control y creado únicamente con el espíritu oportunista propio de alguien que será más o menos bueno actuando, pero que a la hora de los negocios la tiene clarísima. El nuevo dolor de cabeza para el director de Pulp Fiction y Bastardos sin gloria es la aparición de una hermana boba de The Hateful Eight. Boba y a toda honra, como no podía ser de otra forma si el máximo responsable de la réplica no es otro que el aquí productor, coguionista y protagonista absoluto Adam Sandler (foto). Lanzada unos días atrás en la plataforma Netflix, The Ridiculous Six es su nueva inmersión en las arenas movedizas del humor infantiloide, un film tan grueso y chabacano como eficaz a la hora de elevar la ridiculez hasta la estratosfera. Y que del segundo western de Tarantino replica poco más que su título.
“Netflix no puede permitirse filmar esta basura”, escribió un lector/espectador en los comentarios de la ficha técnica del portal FilmAffinity, seguramente perplejo ante la diabólica creencia de Sandler en aquello que viene haciendo con suerte dispar hace veinte años: comedias deliberadamente volcadas al exceso humorístico y de eficacia irregular, que avanzan a fuerza de situaciones resueltas de forma disparatada, con el único objetivo de zarandear esa finísima lámina llamada trama. En el caso de The Ridiculous Six, la historia es la de un tal Tommy Stockburn, un hombre blanco criado entre los indios y que, tras el secuestro de su padre (Nick Nolte, definitivamente más allá del bien y del mal), parte en la búsqueda de cincuenta mil dólares para liberarlo.
En el medio se encontrará con medio hermanos producto de las giras paternas durante su juventud. Hermanos cada cual más marginal que el anterior: un infradotado (Taylor Lautner, el hombre lobo de Crepúsculo), un negro (Terry Crews), otro de origen mexicano (Rob Schneider) y una suerte de hombre de las tabernas (Jorge García, el gordo de Lost). El grupo avanzará por Nuevo México cruzándose con distintos personajes en medio de una escenografía de western, único elemento identificable propio del género norteamericano por antonomasia. The Ridiculous Six confía únicamente en el poder de los enredos narrativos, la potencial comicidad de sus personajes y la interacción entre ambos. En ese sentido, da la sensación de que los films de Adam Sandler se han convertido en un recreo para los actores y actrices que participan, quienes se pasean por la pantalla como meras caricaturas. Allí está John Turturro desatado en su gesticulación e inventando el béisbol para comprobarlo.
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