En el ámbito teatral, 2015 fue un año de muchos aniversarios. Algunas de las instituciones, eventos o entidades teatrales más importantes de la escena nacional celebraron número redondos; a lo grande algunos, simbólicamente otros. En algunos casos, la cantidad de años demostró una vez más lo emparentados que estuvieron algunos momentos políticos y sociales (como el estallido social del 2001) con el desarrollo de experiencias teatrales que respondieron, muchas sin saberlo, a la demanda de una sociedad acéfala.

El gran aniversario, por número y relevancia, fue el del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, más conocido como el Celcit, uno de los teatros más emblemáticos de la Capital Federal, que sopló ni más ni menos que cuarenta velas. Fundado en 1979, nació como una sede de la institución homónima que se encuentra en Caracas, Venezuela, que se posiciona como uno de los institutos de artes escénicas más importantes del mundo. Como sucedió en todas las filiales de la institución en el mundo, la sede porteña (ubicada en Moreno 431, barrio de San Telmo) presentó desde febrero una programación especial, que incluyó visitas de lujo como la de Arístides Vargas, además de varias convocatorias.

Al Celcit le siguió en número la sala Andamio 90, que la inolvidable Alejandra Boero fundó hace exactos 25 años. Un año antes de su aparición, habían irrumpido en la escena teatral El Periférico de Objetos, Javier Daulte, Alejandro Tantanian, Luis Cano y Rafael Spregelburd, entre otros. La apertura de Andamio, entonces, vino a dar respuesta a la también naciente necesidad de multiplicar los espacios teatrales. Así, la sala abrió sus puertas en 1990 para convertirse rápidamente en uno de los más emblemáticos espacios de experimentación y pedagogía teatral, donde se formaron artistas como Claudio Tolcachir y otros responsables de Timbre 4. Con 15 años se consagró definitivamente el colectivo cultural Teatro X la Identidad, brazo artístico de Abuelas de Plaza de Mayo que desde el 2000 realiza un festival anual para escenificar el horror, concientizar a la sociedad y ayudar en la ardua lucha de restitución de nietos. “Empezamos en un momento en que el país era muy diferente, pero fuimos creciendo mucho en la Argentina y en el exterior, y ahora cada vez que se produce el encuentro y aparece un nieto nos damos cuenta de que sin dudas tenemos que seguir trabajando”, contó a este diario Cristina Fridman, de la comisión directiva, cuando se presentó la programación de los festejos de este año, que además del ciclo de obras incluyó una feria en el Konex, la publicación de un libro y otros encuentros celebratorios.

También para algunos festivales se cumplió un número redondo: el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), organizado por el Ministerio de Cultura porteño, el Festival Internacional de Teatro Mercosur (a cargo de la Agencia Córdoba Cultura y el Teatro Real) y el Festival Beckett Buenos Aires (impulsado por el gestor y artista Patricio Orozco y primero en su tipo a nivel mundial) celebraron sus primeros diez años con calidad y programación, además de la promesa, en todos los casos, de seguir creciendo en el mapa teatral de la Argentina. Los tres tuvieron lugar en los últimos meses del año y ofrecieron propuestas distintas para públicos ya consolidados. Por su parte, el Festival Shakespeare Buenos Aires (también organizado y curado por Orozco) cumplió su primer lustro en la Argentina. Con varias sedes, workshops, funciones y talleres, sirvió además de antesala del Primer Festival Shakespeare Uruguay, que tuvo su primera edición en marzo, en la ciudad de Montevideo.

Pero el teatro que sacó ventaja numérica fue el San Martín, que en mayo cumplió 55 años de actividad artística. Pero lo suyo fue tristemente célebre, ya que el 2015 fue uno de los peores años de su historia, en lo que refiere a infraestructura, programación y relevancia en la esfera teatral de la ciudad (ver “En estado complejo”).