CULTURA > LOS EMPLEADOS DEL MINISTERIO DE CULTURA
› Por María Daniela Yaccar
Los trabajadores del Ministerio de Cultura que son monotributistas todavía no cobraron enero, según denunció una trabajadora que prefirió no revelar su identidad. Ellos habían firmado un contrato con la ex ministra Teresa Parodi hasta diciembre de 2016, que el nuevo gobierno no respetó: les hizo firmar otro, cuya extensión dependía de su antigüedad. Pero, según lo que la trabajadora informó, estos nuevos contratos no están avalados por ninguna resolución ministerial, y eso sería necesario para que ellos pudieran cobrar. La situación es todavía “más grave”. “Ellos mismos no cumplen con sus propios contratos. Me considero despedida”, dice. Son más de 500 los afectados, incluyendo a los despedidos.
Dentro del Ministerio de Cultura existen diferentes modos de contratación: ley marco, planta permanente y locación de obra (los monotributistas). La trabajadora sospecha que el Gobierno intenta generar una “división”, porque los únicos que no cobraron sus haberes fueron los monotributistas. Según explicó, la nueva gestión generó nuevos contratos cuya extensión dependía de la antigüedad: quienes ingresaron entre 2013 y 2015, tenían contrato nuevo hasta el 31 de marzo (aunque muchos ya recibieron su telegrama de despido). En tanto, los que habían ingresado anteriormente, estaban contratados hasta diciembre de este año. “Pero haría falta una resolución del (ministro Pablo) Avelluto, que nunca ocurrió”, explica. El último mes que cobraron fue diciembre. Pero el problema va más allá del salario: estos trabajadores están en un limbo. Lo que la mujer dice es que es posible que todos los monotributistas hayan quedado sin trabajo, sumándose a los casi 500 despedidos del 29 de enero.
Imposible no es, porque como lo revelaron unas actas publicadas por Infonews, la cartera de Cultura es la más perjudicada por los despidos: ya fueron 500, y el número ascendería a 1400. Una trabajadora despedida a fines de enero informó que ella tampoco cobró. “Siguen violentándonos”, protestó. “Encima de que nos quedamos sin trabajo, no nos pagan lo trabajado, argumentando un problema administrativo.” También reveló aquel dato de que ninguna autoridad se hizo cargo de esto, que nadie firmó la resolución. Ella ya recibió el telegrama, pero, según contó, en este documento se le decía que, si lo deseaba, podía asistir a su trabajo: el fundamento era que le llegaba con un mes de preaviso. O sea, podía trabajar hasta fines de febrero. Pero cuando llegó a las puertas del Ministerio, su nombre figuraba en una lista. No la dejaron entrar, como a tantos otros. “Como somos personas non sanctas en nuestro lugar de trabajo, se hace muy difícil organizar con nuestros compañeros la resistencia”, sostiene.
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