DOS MIRADAS SOBRE “CARA DE QUESO-MI PRIMER GUETO”
Armado por el realizador a partir de sus propias experiencias infantiles, el film de Ariel Winograd puede ser visto como una postal demasiado cerrada... o un ajustado retrato desde dentro.
› Por Horacio Bernades
CARA DE QUESO
-MI PRIMER GUETO
Argentina/España, 2006.
Dirección y guión: Ariel Winograd.
Fotografía: Guillermo Nieto.
Intérpretes: Sebastián Montagna, Mercedes Morán, Daniel Hendler, Nahuel Pérez Biscayart, María Vaner, Susú Pecoraro y Federico Luppi.
En Argentina, los judíos ricos viven en guetos a los que llaman countries. Hablan en idische, escuchan música klezmer, comen kni-shes, bailan rikudim... y enloquecen con Sergio Denis. Esa es la idea que se haría un marciano si aterrizara en alguna de las 16 salas donde se proyecta Cara de queso, ópera prima de Ariel Winograd. El marciano llegaría a la conclusión de que los judíos son algo así como una tribu encerrada en un frasco, que vive repitiendo rituales propios, en aislamiento total del país en el que se hallan. Que Cara de queso transcurra a mediados de los ’90 y no contenga ni una referencia a un presidente llamado Menem confirmaría las sospechas de enfrascamiento que se haría el hombrecito verde. Para no hablar de la bomba que, justo en esa época, hacía volar por los aires cierto edificio de la calle Pasteur. ¿Un edificio perteneciente a la comunidad judía? No, si en esta película no se hace la más mínima mención...
Paraíso del estereotipo racial, en el country El Ciervo hay una bobe insoportable (María Vaner), una nuera que baila danzas folklóricas y llena la cabeza a su marido (Mercedes Morán), un abuelo que alguna vez estuvo en un campo de concentración (Juan Manuel Tenuta), una novia quejosa (Julieta Zylberberg), un chico acomplejado y así. Armada por el realizador a partir de sus experiencias infantiles, el protagonista de Cara.. se llama Ariel Winograd y tiene un conflicto de conciencia. Como presenció la agresión a la que el “pesado” del country sometió a su amigo (le pishó encima, en un baño) y uno de los socios (Federico Luppi, en poco más que un cameo) pidió un “juicio” para el culpable, ahora Ariel debe decidir si se presenta o no como testigo. Es sólo una de un montón de protohistorias que se cruzan en El Ciervo, en un día de verano de 1994 y sin que dé la sensación de que ninguna importe demasiado.
Película multitudinaria, para la cual el realizador logró el concurso no sólo del instituto español de cine y de Gerardo Herrero (uno de los productores más importantes de la península) sino de un elenco en el que además de los nombrados aparecen Susú Pecoraro, Daniel Hendler, Nahuel Pérez Biscayart (componiendo una frenética caricatura de débil mental), Silvia Pérez (en dos o tres escenas, siempre en segundo o tercer plano) y, cómo no, Sergio Denis haciendo de Sergio Denis, como suele suceder con tantos films multitudinarios, la multiplicidad de personajes parece tener como única justificación que el relato pueda zappear de uno a otro sin detenerse en nadie nunca. Brillantemente fotografiada por Bill Nieto (en tonos tan saturados como los que utilizó en Familia rodante), rociada con la consabida música klezmer y con el experimentado Nicolás Goldbart como asesor de un montaje que debe haber sido complicado, finalmente sucede que Cara de queso no es lo suficientemente graciosa como para disimular tanta insustancialidad.
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