MESA REDONDA EN EL CENTRO CULTURAL ROJAS
El filósofo del momento se llama Giorgio Agamben
A pocos días de su llegada a la Argentina, filósofos y psicoanalistas debatieron su pensamiento.
Por Silvina Friera
A pocos días de la llegada a la Argentina del filósofo italiano del momento, Giorgio Agamben brindará una serie de conferencias y presentará su nuevo libro, Profanaciones (Adriana Hidalgo). La expectativa crece y eso se comprobó en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Es, sin duda, la visita más esperada por filósofos, abogados y psicoanalistas que se acercaron a la obra de Agamben a partir de la publicación de Estado de excepción. Los participantes de la mesa redonda Una filosofía después de Auschwitz, Mónica Cragnolini, Janine Puget, Edgardo Castro, Daniel Mundo y Ricardo Forster, trazaron las coordenadas principales por las que se viene deslizando uno de los grandes pensadores contemporáneos, acaso el más exquisito por su erudición filológica. Mónica Cragnolini, doctora en Filosofía de la UBA e investigadora del Conicet, señaló que la forma en que Agamben trabaja la problemática de la memoria permite ubicarlo dentro de una línea de pensamiento que se inaugura con Nietzsche. “El conocimiento, en la tradición occidental, supone una peculiar dialéctica entre memoria y olvido. El recuerdo que no recuerda nada es el más fuerte, hay un momento en que podemos reconocer que el olvido es la patria de la conciencia”, dijo Cragnolini.
Cragnolini analizó el pensamiento de Agamben sobre los campos de exterminio nazis. Según él, dijo, “hay que decir acerca de Auschwitz porque confinar el horror a la categoría de lo indecible es conferirle un lugar casi místico; significa, a pesar de las intenciones que puedan tenerse, contribuir a su gloria, algo similar a lo que ocurre cuando se usan eufemismos como holocausto, con su connotación de sacrificio, y shoá, con su matiz de castigo divino, que son dos términos que él prefiere no utilizar”, aclaró. Janine Puget, psicoanalista, propuso pensar algunos aspectos de la teoría y la práctica psicoanalítica a partir de las figuras emblemáticas que plantea el filósofo italiano. “Cuando lo imprevisto está investido de violencia y/o terror es factible adoptar medidas que podrían no ser aceptables en condiciones habituales”, subrayó Puget. “A nivel social somos testigos de diversas situaciones creadas por la necesidad y la urgencia que comienzan siendo esporádicas y luego se van instalando como Estados de excepción: me refiero a los cartoneros que inventaron un sistema al cual parte de la población llama trabajo.” Puget mencionó otra figura que deriva de medidas económicas llamadas de reestructuración de las empresas. “Repentinamente y en forma anónima, uno o varios sujetos adquieren el status de des-existentes para la red laboral. Estos sujetos circulan por la ciudad como personas invisibles en lo que hace a su condición de des-existentes. ¿Es normal no tener derecho al trabajo?”, se preguntó la psicoanalista.
Edgardo Castro advirtió que uno de los grandes problemas de escribir una historia de la filosofía es determinar dónde empieza y dónde termina una época. “Si uno tiene que escribir la historia de la filosofía contemporánea, el acontecimiento en torno al cual se dibuja una gran parte de la identidad de la filosofía contemporánea es sin dudas Auschwitz, que se presenta como el horizonte de aquello que tenemos que pensar y no podemos dejar de pensar”, planteó el filósofo Daniel Mundo. “En la actualidad el valor absoluto al que toda política debe responder es la vida. El derecho a la vida, a una vida digna, parece ser anterior a cualquier derecho individual”, añadió.
Por su parte, Ricardo Forster admitió que en épocas de pensamientos débiles los textos de Agamben “perturban”, que el filósofo italiano le suscitó la necesidad de discutir conceptos como la nuda vida y homo sacer. “Casi al modo de Kafka, si un libro no perturba hasta desgarrar las vísceras es preferible no leer.”