Mar 03.04.2007
espectaculos

LOS BONASSO, PADRE E HIJO

“Un complot entre literatura y rock”

El escritor y su hijo Federico harán un peculiar montaje de La memoria donde ardía.

› Por Cristian Vitale

“¿Alguien puede ponerle un bozal a ese perro, por favor?” Miguel Bonasso tira el chiste ante los ladridos de su can, negro y cabezón, que arma un batifondo impresionante ante cada ruido. “Pobre, hace once años que soporta mi mal humor”, dirá después, bajando la voz. Es que su casa, colorida y generosa, se ha transformado en un desfile de gente que la recorre, anárquicamente, por todos los rincones. Está Santiago Behm, bajista y chileno de nacimiento, procurando tomar una taza de café para escaparle al sueño. También Juan Ruiz, un español de profesión baterista, tratando de calmar al perro, y Abril, mexicana ella, poniendo orden ante el caos. “El café, ¿con o sin azúcar?”, pregunta a todos, en una mañana atípica para los Bonasso. Todos ellos están en el país para acompañar al escritor-diputado y a su hijo –Federico Bonasso– en la presentación de La memoria donde ardía, un concierto que ambos estrenarán en Buenos Aires hoy, a las 20, en la Sala Picasso del Paseo de La Plaza. “Se trata de un complot entre literatura y rock, donde la música se monta sobre los textos y viceversa”, define Bonasso padre.

El revuelo hogareño, entonces, se explica por la urgencia de ultimar detalles para que el atípico concierto llegue pulido a su día. El fin es embellecer con la música de El Juguete Rabioso –el grupo de rock que integran su hijo y los chicos que pululan por la casa– la esencia de la novela de Bonasso, basada en la historia de Sergio Di Rocco, un argenmex trasterrado, que busca su identidad. “Son textos y canciones entrelazadas, que hablan de territorios ambiguos respecto de la identidad. Exiliados que vuelven y se dan cuenta de que el país ya no es como lo añoraban, como el que habían dejado. El personaje es como el Ulises que vuelve a Itaca”, explica el escritor, que estrenó la novela en 1990 y la reestrenó en abril del 2006. “De todas maneras –prosigue–, es un espectáculo que podría estar referido a un libro o no: es un intento de conjugar ambas expresiones que no llega a ser una ópera rock pero tiene algo de eso, porque es un recital cerrado en sí mismo.” El esquema de la puesta es similar al que patentaron Osvaldo Bayer y el grupo de folklore-rock, Arbolito, cuando, juntos, viajaron a Rauch con el fin de cambiarle el nombre al pueblo. Aquella vez, Bayer leía extractos de su libro referidos a la matanza de indígenas en la pampa a manos del coronel prusiano contratado por Rivadavia y Arbolito lo sostenía con canciones afines. Bonasso y El Juguete Rabioso proceden parecido, pero anclados en temáticas más cercanas: la lucha de abuelas como expresión de la memoria ardiente, el exilio y el “posgenocidio” al que fueron condenados los argenmex. “Las abuelas son la preservación de la memoria desde el amor, desde la identidad. Representan la llama del amor, que va más allá de las aguas frías de la muerte”, sostiene Bonasso padre.

Federico Bonasso, cantante y tecladista, es precisamente un argenmex. Nacido en Argentina, a los diez años tuvo que exiliarse en México junto a su padre y se quedó a vivir allí, donde en 1989 formó El Juguete Rabioso. La banda duró diez años y editó dos discos: Caras modernas y Alma total. “Hacemos un rock muy argentino con pocas influencia mexicanas, porque no participamos de lo que se llamó el boom del rock en español. A diferencia de otras bandas que buscaban una identidad más local mediante la incorporación de ritmos folklóricos o tropicales, nosotros mantuvimos la ortodoxia britanicona-argentina. Siempre nos quedamos con la incógnita de saber qué nos hubiese pasado si hubiésemos tocado acá”, comenta Federico. Su padre sabe de qué está hablando. Además de tanguero, se declara escucha de The Who, Rolling Stones, Charly García y Pink Floyd, y asume una máxima de García Márquez como propia. “El decía: ‘Los Beatles son la única nostalgia que compartimos con nuestros hijos’, y es una gran verdad.”

La inclinación rockera de Bona-sso padre nace de la combatividad que, para él, ejerció ese movimiento en tiempos de dictadura. Dice: “El recital es, además, un homenaje al rock como música contestataria porque, en parte, expresó y expresa a una juventud muchas veces marginada, malversada, manipulada por algún poder de turno. En Argentina, ciertas expresiones del rock jugaron un papel positivo como resistencia cultural contra la dictadura, y por eso está presente en la memoria”. La comunión estética entre padre e hijo ancla, además, en una enseñanza de abuelas: ésa de que los hijos también forman a los padres. Según Miguel, Federico tuvo mucho que ver en su amistad con el rock. “Me acerqué mucho al género y también a la ecología gracias a Federico”, señala. La puesta multimedia se estrenó en la tribuna antiimperialista de La Habana, ubicado justo enfrente de la Oficina de Intereses de Estados Unidos ante los ojos del mismísimo Fidel Castro. “La banda hizo el tema ‘Mercenarios’ y logró que Fidel siguiera el ritmo de la canción con el pie –evoca Bonasso–. La gente nos decía ‘han logrado un milagro, al comandante no le gustaba ni la rumba y ahora lo han hecho rockero’.” La segunda puesta ocurrió el 24 de marzo en México, donde se aprovechó la oportunidad para reconocer oficialmente –Kirchner de por medio– la labor solidaria del pueblo mexicano con los exiliados argentinos. Partes de esas presentaciones, más la que ocurrirá hoy en el Paseo La Plaza, serán aprovechadas para un film-documental –dirigido por Jorge Denti– que se editará en formato DVD, con el fin último y primero de respetar su hilo conductor: la necesidad de memoria.

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