LANZAMIENTOS
Una mujer infiel:
Tod Williams.
Con Jeff Bridges, Kim
Basinger, Elle Fanning y Jon Foster.
2004, 111 min. AVH.
Basada en una novela de John Irving, The Door in the Floor (tal el título original), es “cine literario” en el mejor sentido de la palabra. Esto es: un cine que, como sucede con las novelas clásicas, despliega tramas y subtramas con matemático barroquismo, construye personajes y situaciones a partir de los detalles más pequeños y se deja llevar por digresiones sin culpas. Lo que narra Una mujer infiel es el proceso de disolución de un matrimonio (Jeff Bridges y Kim Basinger) que no puede superar un pesado duelo familiar. Pero también la rivalidad entre un aprendiz de escritor y su maestro, la obsesión de una niña por los hermanos a los que nunca conoció, el incurable donjuanismo de un cincuentón... y mil historias más.
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De-Lovely:
Irwin Winkler.
Con Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce y K. McNally.
2004, 120 min.
Gativideo.
En manos del no muy imaginativo Irwin Winkler, esta nueva biografía del gran Cole Porter salda la deuda que la anterior, Night and Day, mantenía con la verdad, mostrándolo en pleno uso de su bisexualidad. En el modo en que pasa del jolgorio de la belle époque y la manteca al techo de los primeros tramos, a la sucesión de accidentes, enfermedad y muerte del final, este biopic no sólo sigue a pie juntillas el canon del género sino también las exigencias de una moral que pide castigo para quien ha gozado demasiado. Tratándose de Mr. Porter, era esencial poner toda la carne al asador en los números musicales, y la presencia de Elvis Costello, Diana Krall y Sheryl Crow así lo garantiza. Aunque es la encendida personificación de Kevin Kline lo que le da un corazón a De-Lovely.
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Robots:
Chris Wedge y Carlos Saldanha. 2005
91 min.
Gativideo.
Los realizadores de La era del hielo se gradúan aquí, al pasar del chistecito fácil y repetido de aquélla a la creación de un mundo enteramente autónomo, recordando, en otro terreno, la desaforada creatividad de Monsters Inc. En el universo de Robots, todo es mecánico y automático. Salvo los protagonistas, a quienes la hojalata no les impide comportarse como más humanos que los humanos. Siguiendo los pasos del relato de iniciación tradicional, la película dirigida por Wedge & Saldanha acompaña el viaje de su héroe, Rodney, que va a la gran ciudad para cumplir su sueño de inventor. Allí se encontrará con que la Corporación quiere eliminar para siempre la chatarra, para imponer en su lugar la funcionalidad de la economía moderna. Un film político, fantástico y divertido.
La calle sin nombre:
William Keighley.
Con Mark Stevens, Richard
Widmark y Lloyd Nolan. 1948,
91 min. B & N. Epoca.
Ninguna película que empiece con la mano de J. Edgar Hoover –escribiendo un discurso en el que incita a que cada ciudadano se convierta en vigilante– puede ser del todo buena. Ninguna película que tenga a Richard Widmark de hampón –sobre todo si anda con un aspirador nasal en el bolsillo– puede ser del todo mala. Ejemplo bastante característico de ese subgénero policial que podría llamarse “Conozca usted al FBI”, La calle sin nombre cumple con el canon: locutor pomposo en off, detallismo semidocumental para ilustrar los procedimientos de la agencia y mitificación absoluta, mostrando a los agentes como héroes impolutos. Lo que levanta el promedio es la fluidez narrativa, la fotografía llena de sombras... y Richard Widmark y su aspirador nasal.