BRIAN SCOTT, JEFFREY DOORNBOS Y JEREMY GILL, LOS PERFORMERS DE BLUE MAN GROUP
El grupo surgido de las calles neoyorquinas ya es una marca registrada de resonancia mundial. En su primera presentación en la Argentina, Cómo ser una megaestrella, pretende demostrar que “la gente puede seguir los pasos que le ofrecemos y llegar a ser una estrella... sin saber nada de rock”.
› Por Karina Micheletto
“Queremos mostrar cuán ridículo puede llegar a ser el culto a las estrellas de rock”, anuncian los hombres detrás de Blue Man Group. Enseguida avanzan con todas las aclaraciones necesarias, para evitar que alguna traducción equívoca los deje mal parados: “Amamos los conciertos de rock, crecimos yendo a verlos. Pero también creemos que podemos reírnos de todo el ego que involucran”, explican. How to be a megastar (Cómo ser una megaestrella), el show que el grupo está presentando alrededor del mundo con diferentes elencos (ver aparte) podrá verse desde hoy y hasta el próximo 17 de junio en el Luna Park. Y los Blue Man Group juran que habrá mucho más para ver que tres hombrecitos con caras azules haciendo mimo. Con este espectáculo, el grupo promete develar a los espectadores la fórmula del éxito en la música: ofrecen un tutorial paso a paso con el que cualquiera estará en condiciones de ser una mega estrella. No importa saber sobre rock, lo importante es rockear, vienen a decir. Y rockear no tiene que ver precisamente con cuestiones de espíritu o actitud, como anuncian las publicidades de los grandes festivales de rock.
Los tres Blue Man Group que acaban de llegar a la Argentina son Brian Scott, Jeffrey Doornbos y Jeremy Gill, y sin esas extrañas máscaras de látex que usan en sus shows lucen de lo más normales y amables. Y lo que es más extraño: hay pelo sobre sus cabezas.
–¿Es posible explicar lo que hacen con palabras?
Brian Scott: –La verdad es que estoy en el grupo hace tiempo, y nunca pude explicarlo del todo... La experiencia que tiene la gente al ver a Blue Man Group casi siempre es diferente a la esperada, y en realidad son varias experiencias a la vez. Puedo decir que nuestro show tiene música intensa, que visualmente es muy bello y excitante, que es extremadamente gracioso. Y que este show que mostraremos aquí puede parecer una parodia de un concierto de rock, y a la vez un verdadero concierto de rock, las dos cosas a la vez. Quiero decir: quienes vayan a vernos tendrán frente a ellos un concierto de rock realmente bueno, con una gran banda que hace música seriamente, y que de hecho ha sido grabada en CD. En determinados momentos del show, mientras los Blue Man hacen algunas cosas, toca una banda de siete músicos que sorprende a todos. Pero los espectadores también se reirán de lo que implica todo el concepto de “concierto de rock”, y de lo que se supone que es una estrella de rock. No sé si aquí tienen algo así como American Idol...
–Gran parte del planeta lo tiene.
Jeffrey Doornbos: –¡Por supuesto! ¡Si hasta tienen uno propio, Latin American Idol! Somos afortunados, todos podemos compartirlo (risas). Bueno, cuando vimos ese programa dijimos: guau, aquí hay algo grande. Evidentemente expresa una marca cultural importante. Pero a la vez es muy gracioso ver a toda esa gente diciendo ¡¡Famoso, quiero ser famoooosooo!!, mientras menea sus caderas...
Jeremy Gill: –En nuestro show la música va en serio, pero hay algo que no puede ser tomado en serio: hay tres pelados de azul, que no hablan y pretenden ser estrellas de rock. ¡Por favor!
Como ya se dijo, los tres muchachos no son realmente pelados, como podría imaginarse. Todos los imaginan calvos, dicen ellos. De hecho, la persona que los fue a esperar al aeropuerto los dejó pasar frente a sí, y se quedó esperando a los tres pelados con acento yanqui que había ido a esperar. Preste atención, explican a la cronista, y verá que los tres Blue Man Group no tienen orejas. Esas serán todas las pistas que darán sobre esa máscara de látex mezclada con maquillaje, de un azul muy brillante, que hace lucir las órbitas de sus ojos más hundidas, y que no pueden mantener puestas durante mucho más que tres horas.
–¿Entonces American Idol fue una inspiración?
B. S.: –No diría que tanto... Todos nosotros amamos los conciertos de rock, crecimos yendo a verlos, los tomamos seriamente. Pero encontramos que en montajes como American Idol, Super Rock Stars o ese tipo de cosas, hay tanto ego puesto en escena, que allí había algo con lo cual bromear. Y que el ego del rock es realmente gracioso. Es decir... creo que estoy hablando de más... A ver, vamos de nuevo: ¡amamos los conciertos de rock! Pero también creemos que el ego que involucran es gracioso.
J. G.: –La verdadera inspiración proviene de gente como los Hermanos Marx, Buster Keaton, o toda la tradición norteamericana que combina arte con tecnología, echando mano a diferentes disciplinas y reuniéndolas para crear. Un tipo de arte donde todo está unido, tejido y relacionado. Esa es la tradición de Blue Man Group.
–El título indica que los espectadores pueden salir del show con una enseñanza: están listos para ser súper estrellas.
J. D.: –¡Seguro! Este show también puede ser visto como un tutorial, una lección acerca de cómo volverse una estrella de rock. Lo que decimos es: todo el mundo puede serlo, sólo hay que seguir una serie de pasos. Y crear el ambiente adecuado. Hay que tener en cuenta que gente como Bono o Madonna, cuando está sola en un cuarto no es una estrella de rock. Sólo son súper estrellas cuando tienen gente enfrente suyo. Sin esa conexión, el ego desaparece.
–¿Sólo hablan del ego como un fenómeno individual, o también de todo el negocio que hay alrededor del rock?
J. G.: –Hay un cliché del rock and roll: en los show debe haber luces potentes, pantallas, despliegue. Pero también se ha vuelto un cliché la experiencia de la gente, la forma en que la gente se acerca, por alguna razón, a ver un concierto de rock. También hablamos de esos clichés culturales. De hecho, cuando digo que hay un tutorial, digo que literalmente le damos al público un manual de cómo ser una estrella de rock, paso a paso: paso uno, ponete esta ropa, paso dos, andá a buscarte unos lentes... Realmente no hay ningún paso que hable de la música. La gente puede seguir esos pasos y llegar a ser una estrella de rock... sin saber nada de rock.
–¿Alguna vez recibieron comentarios de alguna estrella de rock de verdad?
B. S.: –Muchos han ido a vernos, fueron los de Metallica, por ejemplo. A todos les gustó mucho. El show no se burla de ellos, es más bien un examen inocente del mundo del rock. Es un juego. Como cuando eras chico, te ponías los pantalones de tu hermano mayor y jugabas a ser una estrella de rock frente al espejo...
–¿Cómo trabajan el aspecto musical, al que le dan tanta importancia?
J. D.: –Junto a nosotros hay una banda de rock tradicional: guitarras, teclado, bajo, batería. Pero Blue Man Group también trata de recrear un sonido analógico, es decir, en lugar de usar un sintetizador usamos tubos de PVC que golpeamos para sacar sonidos, para hacer cinco notas tenemos cinco tubos de distintos largos. En líneas generales los instrumentos de Blue Man Group son muy percusivos, y ni los instrumentos ni las técnicas son las tradicionales.
–¿Cuál fue el origen de todo esto?
B. S.: –La idea fue: si podemos crear algo que para nosotros sea realmente cool, gracioso y diferente, entonces otra gente creerá que lo es. Nunca partimos de un lugar de llegada, la idea no fue: “Esto va a vender, hagamos un grupo y vendámoslo”. Siempre fue: “Creo que esto es cool, y esto también, y aquello también. Bueno, reunámoslo, pongámoslo en un show”. La gente involucrada en Blue Man Group proviene de la música, el teatro, la ciencia y la tecnología. Todo eso está involucrado alrededor de un hecho artístico.
J. G.: –Hoy hay varios Blue Man Group girando por el mundo, pero todos formamos parte de la misma compañía, nos formamos juntos y estamos en permanente contacto. No es que cualquiera puede decir “quiero abrir un Blue Man Group” y comprar la licencia.
–¿Tienen algún mensaje, toman postura sobre cuestiones sociales o políticas a través de sus shows?
B. G.: –Blue Man Group no representa a ningún segmento social ni político. Llegamos a una idea, y si encontramos que es buena y funciona, seguimos adelante. Nunca nos planteamos “a ver, cómo nos sentimos sobre este asunto político o social, queremos dar este mensaje, entonces hagamos esto”. No nos etiquetamos, no hacemos declaraciones públicas, no tenemos agenda ni representante. Aunque temas como el calentamiento global o los acontecimientos del 11 de septiembre inspiraron algunos segmentos de nuestros shows, la intención no es la bajar línea sino la de expresarnos.
–Es la primera vez que vienen a la Argentina. ¿Qué reacción imaginan aquí?
J. D.: –No sabemos cómo van a reaccionar. Sólo sabemos que lo que hacemos funciona en distintos lugares, que la conexión con la gente se logra, y que no hay barreras de idiomas porque no necesitamos hablar para expresarnos. Pero las diferentes culturas tienen muchas y distintas maneras de reaccionar a nuestro trabajo. Y luego hay cuestiones puntuales que tienen que ver con diferencias culturales. Por ejemplo, en Alemania tuvimos que sacar un gag donde jugamos con un haz de luz que atrapa insectos, un aparato que no se usa allí.
–Aquí tampoco es muy conocido.
J. D.: –Bien... Aquí tampoco lo vamos a mostrar (risas). De todos modos... ¡Estará todo lo otro!
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