Martes, 12 de junio de 2007 | Hoy
OPINION
Por Eduardo Fabregat
En Argentina hay una pasión por el retorno, y no sólo por aquellos retornos tan célebres del PAMI de Matilde Menéndez. El Partido Justicialista esperó 18 años por el regreso del líder, acunando la palabra con amor y trasladándola a las paredes con el potente graffiti Perón vuelve. Más allá de los vaivenes políticos, la música es un campo donde el concepto de “regreso” cotiza alto: cuando un grupo con cierta importancia anuncia su separación, inmediatamente sus seguidores comienzan a jugar con la idea del regreso. Los que volvieron a ver a Almendra en Obras, a Seru Giran en River o a Sui Generis en Boca tuvieron su recompensa: aquellos que testimoniaron el “Gracias totales” de Gustavo Cerati en el Monumental tendrán su revancha el 19 y 20 de octubre (y los radiopasillos bien informados señalan que el año próximo será el turno de los fanáticos que viajan en Cadillac, cuando regrese la banda con su formación original, incluyendo a Vaino en guitarra y Luciano Jr. en percusión).
Lo que no es tan común es el concepto de “reunión”, que es bien diferente. Almendra y Seru Giran llegaron a grabar discos nuevos de estudio, con resultados bien diferentes: mientras El valle interior es una dignísima rentreé de la banda de Luis Alberto Spinetta, Emilio Del Guercio, Rodolfo García y Edelmiro Molinari, Seru 92 y Sinfonías para adolescentes tuvieron resultados artísticos más bien discutibles. En todos los casos, poco después las bandas volvieron a disolverse. En ese sentido, Soda Stereo ataja toda presunción: según el comunicado oficial, no habrá disco nuevo y cada cual volverá a lo suyo en 2008, con lo que lo apropiado es hablar de un regreso del trío, acotado en el tiempo y con objetivos claros desde el principio, mas no de una reunión, concepto algo más amplio en el que la banda no sólo vuelve a la actividad arriba del escenario, sino que también busca reconstruir la química y el modo de trabajo necesarios para generar nuevas obras en la sala de ensayo y el estudio de grabación.
¿Agregará algo el retorno de Soda a su riquísimo historial? No en términos de canciones nuevas, pero sí en cuanto a la calidad de lo que se verá. El trío siempre puso un profesionalismo intachable en todo lo que hizo y, por ello, y aun considerando las cifras siderales que se menean, sería una injusticia caer en el lugar común de acusarlos de “salir a robar”. No caben dudas de que los shows de River tendrán el previsiblemente alto grado de emoción, pero también la solidez artística de un grupo que supo brillar en el escenario. Soda Stereo es la única banda que puede alardear de haber juntado un cuarto de millón de personas nada menos que dos veces, una en Buenos Aires y otra en La Plata: salvo el debut, demasiado clavado en su tiempo, sus discos han envejecido bien y su aporte a la escena argentina y latinoamericana es indiscutible. Por ello, está bien que media patria rockera viva por estos días momentos de gloria. La otra mitad sigue soñando, y alimentando ese sueño (“Sólo te pido que se vuelvan a juntar...”) en cada presentación solista del Indio Solari y de Skay Beilinson. Perón volvió. Soda también. ¿Y Patricio Rey?
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