Martes, 12 de junio de 2007 | Hoy
TELEVISION › EL EXTRAÑO EPILOGO DE “LOS SOPRANO”
Después de tanta expectativa, el último episodio de la serie dejó a todo el mundo con gusto a poco: sin definir ninguno de los interrogantes, la pantalla viró a negro y... fin.
El único interrogante que tenían los fans de Los Soprano con el final de la serie era saber si finalmente Tony era “quitado del medio” por algún clan mafioso rival, si iba a terminar en la cárcel, si en colaboración con el FBI iba a recibir protección otorgada a informantes o si continuaría con su vida como si nada. Para ello, según la prensa estadounidense, el creador de la serie, David Chase, había filmado tres finales diferentes, como para estar seguro de mantener el misterio hasta el final del episodio que se emitió el domingo en la señal estadounidense de HBO. Pero el final de la serie protagonizada por James Galdolfini no reveló, ni tampoco desechó y mucho menos corroboró, ninguna de las hipótesis barajadas, amparándose en un final abierto propio de una tibieza que no acompañó a la serie durante los ocho años que estuvo al aire y que en sus seis temporadas se alzó con 18 premios Emmy y cinco Globos de Oro.
La escena final de Los Soprano, ese momento tan esperado por los millones de fans, fue inesperadamente desilusionante, teniendo en cuenta la frialdad con la que se manejaron los guionistas de la serie durante el tiempo que duró la historia: la cámara muestra a la hija de Tony entrando de forma apresurada en el restaurante en el que la esperan su padre, madre y hermano, mientras varios sospechosos pululan por el local preparándose para... ¿matar a Tony? ¿Custodiarlo? ¿Apresarlo? Preguntas que nunca verán la respuesta, ya que en ese preciso momento la pantalla se puso negra y le dio paso a la catarata de créditos técnicos y artísticos. Nada de final sangriento. Así, aún con la serie terminada, la suerte del líder mafioso Tony Soprano sigue siendo tan misteriosa e inestable como lo fue su vida en la pantalla.
“A algunas personas les gustará el final, a otras no”, había dicho recientemente Chase a Entertainment Weekly. El problema fue que la serie sobre el líder mafioso de Nueva Jersey casi no tuvo final, algo imperdonable para un programa que se ganó la admiración de televidentes de todo el mundo a fuerza de sus dosis justas de sangre y bondad, condensadas en la figura de Tony. Y mucho más si en el penúltimo episodio, el jefe de la mafia de Nueva York, Phil Leotardo, le había declarado la guerra a Soprano, matando a su cuñado Bobby Bacala y dejando en coma a su fiel lugarteniente Silvio Dante. Hechos que, sumado a que su psicoanalista Melfi le anunció que había culminado su terapia, hicieron que Tony se fuera a dormir con un arma automática apoyada en su pecho.
Expectantes por el final, los medios estadounidenses habían hablado maravillas de la serie. El New York Times llegó a afirmar que Los Soprano “es tal vez la mayor obra de la cultura popular estadounidense de los últimos 25 años”. Por su parte, The New Yorker no dudó en calificar la serie como “el mayor logro en la historia de la televisión”, mientras The Economist la colocó como un ejemplo del “poder blando” de los productos culturales y de entretenimiento estadounidenses, capaces de triunfar en las esquinas más recónditas del planeta. Con estos antecedentes, millones de estadounidenses se sentaron a ver, el domingo por la noche, el final de la serie. Y, al parecer, igual cantidad de seguidores se desencantaron con ese final tan “blando”, que no hace honor a una serie que, al emitirse en una cadena de cable, logró escapar al estricto control moralista de las cadenas estadounidenses de TV abierta.
“Más de un televidente habrá cedido a la desesperación al creer que su televisor se había quedado sin señal en el momento fatídico”, ironizó la crítica Nikki Finke, de Deadline Hollywood Daily. “El programa que todos amábamos merecía un entierro decente”, puntualizó la periodista.
Mary McNamara, por su parte, califica en Los Angeles Times al episodio como un “finalus interruptus”. “Después de ocho años –escribió el crítico–, Chase nos debía una catarsis, una especie de experiencia emocional que, aunque no resumiese los ocho años, nos dejase con algo más significativo que el pánico instantáneo o la irritación subsiguiente.” Así, en medio de las críticas del público y la prensa, finalizó la serie que en Argentina comenzará su última temporada el 1º de julio, por la pantalla de HBO.
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