Vie 27.07.2007
espectaculos

LOS RECICLADORES DE SERIES VIEJAS ANALIZAN EL REVIVAL DE LA DECADA EN EL CINE, LA TELEVISION Y LA MUSICA

Bienvenidos al gran espectáculo de los años ochenta

Programadores de TV y analistas coinciden en el pronóstico: los ’80 producen un click especial. Pero no se trata de una aceptación en bloque: en general, la comedia no sobrevive al paso del tiempo.

› Por Julián Gorodischer

El pasado regresa a través del rechazo a las curvas en los cuerpos y en las carcasas de los robots, el héroe supremo como ángel musculoso y rubio, el villano con cara de Skeletor, variaciones de máquinas obsesionadas con la dominación del mundo o la amistad del hombre (desde los Robotech al Auto fantástico). Vuelve ese catálogo encarnado en los Transformers de Michael Bay, expandidos, devorando a otro cine de autor y engulléndose hasta sus propias versiones subtituladas en los Village y Hoyts. Pero también llega la década de Don Johnson y David Hasselhoff, realzada por los canales nostálgicos (Retro, Volver), con la reposición de El auto fantástico, División Miami, Los duques de Hazzard, y la inclusión de Robotech como el primer animé en la grilla de Retro. No sirve, según parece, aludir a la década del batido y el flúo, de la tecnofilia y el glam pop, desde una alusión distante/satírica vista a la luz del 2000, tal la moraleja que dejó el fracaso de That 80’s show (Sony, 2002). La vuelta de los ‘80 cobra vigor en remakes de Los duques de Hazzard (2005, Jay Chandraschkar), División Miami (2006, Michael Mann), Transformers, o en los proyectos El auto fantástico (2008) y He-Man (2009).

Los programadores de la última ola melancólica en TV son convocados a analizar el revival, en su calidad de ideólogos del bloque Vuelven los ’80 (viernes a las 22, por Retro) y de conocedores de los matices entre un Robotech, un Mazinger Z y un Transformer, tres variantes de la curiosa obsesión robótica que dominó en la década grasa. “La fijación por la robótica venía de Japón”, explica Mariano César, gerente de programación de Retro, I Sat y Space. “Tal vez tenía relación con cómo los norteamericanos veían la invasión de productos japoneses. Aun si lo situaban en el futuro, es la exageración de un desarrollo presente. Alguien veía a los japoneses apoderándose de los mercados gracias a la robótica. En los ’60 el robot era una versión humanizada, un androide, representado por Jaime en El superagente 86. En los ’80 ya son máquinas industriales más deformes”. El medio de transporte es aliado o arma principal del héroe; se ve en la nueva Transformers y en el recuerdo de El auto fantástico, incondicional como ningún humano podría serlo (y que volverá sin Hasselhoff porque “las remakes son reelaboraciones que no suelen mantener al protagonista”, según dice José Luis Tasinazzo, especialista en cine y TV de los ’80).

Según un análisis de Simon Reynolds en The New York Times, la moda y la música pop sólo avanzan reciclando sus expresiones pasadas. “El dominante, conocido como ‘electro’ o ‘new wave’, se remonta al sonido plástico de los sintetizadores y las voces robóticas que reinaron en los ’80. Otro género que regresa es el hair metal, resucitado por artistas que rinden homenaje a Twisted Sister y Mötley Crüe. No es una regla, pero puede decirse que los revivals de la cultura pop llegan bastante puntualmente a los 20 años, tiempo suficiente como para que una época cobre el encanto de lo lejano.” Cuando los ’80 desembarcan en TV, a través del enlatado o adaptaciones de una sitcom como Casados con hijos (aún con buen rating en Telefé), la brecha se acorta a mucho menos; la nostalgia ancla en lo cercano, anticipando un furor por los ’90 para 2008, por qué no del 2000 para 2009, adhiriendo a lo que Viviana Leonardi, gerenta de marketing de Retro, denomina como “nostalgia positiva”: “Sentimos añoranza por fenómenos cada vez más recientes. Cuando hablamos de pasado ya no nos referimos a los ’30 y ’40, sino a algo que sucedió hace no tanto tiempo en la vida de una persona joven. Los medios aceleraron estos procesos”.

¿Hay rasgos que no varían entre las producciones de cine y TV de la época? Los brillos en la imagen fotográfica, los peinados inflados, los nevados, las hombreras, el rouge furioso, los sacos con remera abajo, la vulneración del héroe que podía enamorarse de una dealer (División Miami), y la irrupción de la acción nocturna en series, el fin de la humanización del robot, las invasiones del espacio (Transformers, Robotech, V Invasión extraterrestre, Alf) como comentarios explícitos sobre la Guerra Fría: esos tópicos se expanden como una marca temporal. Según Tasinazzo, “la película de Mann pudo haber cambiado la estética original, pero mantiene el espíritu de la etapa más oscura, el sexo, la manera de filmar la violencia”. ¿Otros rasgos invariables? “En las series de los ’80, podemos destacar el cuidado del aspecto visual, los guiones. Se ve si se comparan Starsky & Hutch con Miami Vice: ves más movimiento de cámara, mejor fotografía, más criterio en la dirección de las escenas, más cuidado en lo estilístico, la noche está bien iluminada, como una película. En los ’70 se iluminaba el lugar en el que bajaba el personaje y nada más. En los ’80 se empezaban a contratar directores de cine para hacer capítulos. En Miami Vice llegó a estar Abel Ferrara, ni hablar de David Lynch en Twin Peaks”.

Mariano César es más crítico a la hora de poner el foco en adaptaciones cinematográficas. “Lo que está haciendo Hollywood es tomar la serie como marca para contar una nueva historia. No hay reelaboración estética; tiene poco que ver con la experiencia original. No hay rescate o reelaboración. Son actualizaciones, no ambientadas en los ’80. Tal vez los ’80 estén más presentes en producciones actuales ambientadas en los ’80 como El cantante de bodas que en División Miami, donde hay poco de los ’80 más que esa nocturnidad, aun siendo el mismo director. En Misión imposible son otros personajes”. La nostalgia positiva, de corto alcance, contempla que las reposiciones que perduran son las que trascienden al efecto curiosidad, más allá del déjà vu gozoso de los primeros cinco minutos, generando otra vez la fidelidad de antaño. “De todo lo programado –sigue César– lo más actual es División Miami porque fue de las primeras que mostraban las flaquezas del héroe, y Robotech”. Blanco y negro o Lazos familiares –dicen en Retro– quedaron arrolladas por el tiempo (programadas y posteriormente levantadas), y entre las pistas más firmes acerca del declive se impone la cuestión de género. “Excepto El superagente, el género que menos sobrevive es la comedia”, asegura César. “Lo previo a Los Simpson y Seinfeld es un punto de no retorno. Ni el final feliz ni la moraleja pueden volverse a ver. El humor básicamente es ritmo. Un policial te puede volver a enganchar. Pero el humor, si quedó lento quedó viejo. En los ratings la única que seguía midiendo era El superagente 86.”

La vuelta nunca debería limitarse a su provenencia cronológica. “No es lo mismo Buscando a Susan –dice el programador Lucas Martin, de Retro– que Mississipi en llamas. Es mucho más representativa la película de Madonna, por ella, por la música, por la imagen. Susan o Una mujer al rojo vivo tienen una carga que viene con la década. Es lo pop sobre cualquier otra cosa, en la música, en la forma de vestirse. Quizá Miami Vice incorpora una carga de violencia, pero basta ver a Don Johnson vestido y está todo dicho.” ¿Por qué no funcionó That 80’s show si el furor haría que todos quieran ver sus productos y secuelas? Allí los temas y los nombres propios musicales (el protagonista trabajaba en una disquería y hablaba y escuchaba hablar de Bowie, Madonna, Duran Duran, de los novelistas Jay McInerney y Brett Easton Ellis) estaban pasados por el filtro de estilo similar al de Alta fidelidad, de Nick Hornby, más un repaso idealizado por la edad de oro de los treintañeros del montón que un acercamiento más visceral a las noches cocainómanas, los cuerpos deformados por un estilo inverosímil, el conservadurismo reaganiano matizando las plácidas veladas del señor Drummond y sus negritos en Blanco y negro.

La política de la época bajaba línea a la ficción –dice el programador Sebastián Yablón– en que “todo supuesto conflicto o tensión racial, social, se termina solucionando. La bonhomía del señor Dru-mmond les pone fin. Alf tiene cosas más interesantes, más divertidas”. Leonardi extiende el fenómeno a las marcas: “Coca Cola trabaja con versiones de sus ilustraciones clásicas en tiempos de Navidad; se remonta a la edad de la inocencia; intenta rescatar o proponer una recuperación de los años felices”, cuenta. Mientras haya una generación que vivió su adolescencia en una década determinada, habrá deseo de volver a ver. “Pero Miami Vice, en cambio, es una serie oscura, de temática dura. Cuando la década no es feliz, se trabaja mucho con el humor. Como decir: El duro trabajo de dos policías en los ’80 (mostrando chicas, autos increíbles, y mucho brillo)”. Incluso el enlatado puesto en un nuevo contexto, más aún la remake que selecciona al galán de turno, transmiten menos de los ’80 como historia real que la mirada actual sobre una década perdida, entre la celebración y el espanto. Como dice Reynolds, “las modas resultantes, entonces, no son tanto señales de los tiempos que corren sino signos flotantes; sonidos e imágenes que circulan en una zona autónoma cool que, muy probablemente, esté muy poco relacionada con ese eufemismo denominado mundo real.”

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