Mar 29.07.2014
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ARTE › LUCAS TURTURRO HABLA DE SU VIDEOINSTALACIóN LA SOMBRA INVERTIDA

“Nadie controla del todo los sueños”

Inspirado por la vez que soñó lo que soñaba Marcello Mastroianni en 8 y 1/2, el cineasta construyó la muestra que se expone en el Macba, en la que a partir de los sueños en el cine apunta a reproducir en el espectador la experiencia de la ensoñación.

› Por Horacio Bernades

Todo empezó como debía. Eran las cuatro de la mañana y Lucas Turturro (Buenos Aires, 1983) se despertó de un sueño ajeno. El soñante había soñado un sueño que sueña Marcello Mastroianni en 8 y 1/2. Que es, como se sabe, una de las apoteosis oniristas de la historia del cine. Turturro se preocupó. “¿Puede ser que las imágenes del cine hayan invadido hasta nuestros sueños?”, pensó, con una mezcla de rabia, angustia y curiosidad. Realizador de un único film hasta la fecha (la docuficción El rey de la Patagonia, estrenada en 2011), Turturro pasaba por un momento de cierto cansancio cinematográfico, producto de las dificultades para llevar adelante el proyecto de su segundo largo, Los profanos. Y no le gustó nada que justo cuando quería tomar un poco de distancia, la obsesión que en los últimos dos años le había traído puros dolores de cabeza lo persiguiera hasta el más profundo recodo de la intimidad: los sueños. Pronto comprendería que allí, en ese juego de puertas superpuestas (Turturro soñaba el sueño que Fellini le había hecho soñar a su alter ego Mastroianni), estaba la salida del laberinto.

“Ese día me levanté y fui a buscar en 8 y 1/2, película que vi miles de veces, el sueño que acababa de soñar”, cuenta este graduado de la FUC, que realizó para el canal Encuentro la serie Caudillos (2009). “Lo reví, reví la película entera y seguí. Seguí buscando otras películas que contuvieran sueños, sin un objetivo preciso, llevado por la simple obsesión”, agrega. “Para descansar un poco del cansancio provocado por el proyecto de Los profanos, que no lograba sacar adelante, un día me anoté en un curso de investigación en artes visuales, que se dictaba en el IUNA. Por puro hobby, sin ninguna intención de ponerme a trabajar de eso. Me encantó, la pasé muy bien y un día hice un pequeño corto de videoarte, para practicar un poco. Terminé presentándolo y el corto ganó un premio. Ahí me dije que tal vez sí podía pensar en el videoarte como forma de trabajo.”

Allí apareció la beca. La Fundación Telefónica, dedicada en ese momento (comienzos de 2013) al desarrollo de las tecnologías visuales, auspiciaba una beca para diez proyectos vinculados con el arte tecnológico. Turturro recordó lo de los sueños y pensó en una videoinstalación. El proyecto fue aprobado y el joven cineasta y artista visual terminó montando una muestra sobre el tema “Sueños en el cine”. La instalación lleva por nombre La sombra invertida y se expone en el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires) hasta el 10 de agosto próximo. En la entrevista que sigue, Turturro habla de cine, sueños e inconsciente, explicando además por qué la forma misma de La sombra invertida apunta a reproducir en el espectador la experiencia de la ensoñación.

–¿Cuál es la idea de la instalación?

–La idea es que el visitante se vea inmerso en un conjunto de imágenes oníricas, cuya forma tiende a imitar la del inconsciente, que es donde se producen los sueños. Suele asociarse el cine con una ventana abierta al mundo. Un mundo que no necesariamente es el exterior, puede ser también el interno. Pero el del inconsciente es un mundo caótico, desordenado, por lo cual no puede darse debida cuenta de él con un sistema de proyección tradicional. Eran necesarias varias pantallas, no una sola, para que el visitante experimente una sensación semejante a la del que sueña.

–¿Por qué eligió una “planta” como la que diseñó?

–La planta consiste básicamente en una pantalla principal, que es con la que se enfrenta el visitante al ingresar al salón. A cada lado de esa pantalla hay dos más pequeñas, que según el caso reproducen, contrapuntean o establecen alguna clase de diálogo entre sí y con la pantalla mayor. Hay otras dos pantallas, enfrentadas entre sí en forma oblicua, desde cada costado. Y finalmente un espejo tipo “cámara Gesell”, que del lado de la entrada es un simple vidrio y del otro, un espejo. Este tipo de instalación permite muchos juegos de dobles: las dos pantallitas de los costados, las dos enfrentadas (sobre las cuales, del mismo modo que las otras, a veces se proyecta lo mismo y en otras ocasiones no) y el espejo, que refleja al visitante y, a su vez, las imágenes que se proyectan sobre la pantalla principal.

–Por la forma en que está montada la planta lumínica, el visitante experimenta otros dos efectos. Por un lado, puede ver su sombra proyectada sobre la pantalla. Por otro, como las pantallas de los costados son traslúcidas, dejan pasar la luz del proyector que tienen detrás, y esa luz da directamente sobre los ojos del espectador, encegueciéndolo en ocasiones. ¿A qué apunta esto?

–Que la sombra del espectador se proyecte sobre la pantalla tiene que ver con un concepto básico que anima la instalación, que es que el espectador de cine se ve proyectado en aquello que está ocurriendo. De allí el título, La sombra invertida. La idea de la luz sobre los ojos apunta a generar cierta incomodidad física.

–¿Por qué?

–Porque los sueños son incómodos, desconcertantes. Toda la instalación se plantea desconcertar al visitante. Por eso no hay ninguna “guía” para ver. No hay indicaciones ni un orden de lectura: cada visitante tiene que inventar su forma de relacionarse con las imágenes, el ángulo desde el que las mira, el orden en que lo hace. Según el lugar donde se pare, el sentido cambia. Si es que se para: el día de la inauguración, el primero en ingresar a la sala se sentó, y todos los demás lo siguieron. Algunos se paran frente a la pantalla principal y no se mueven de allí. Otros recorren, están los que miran desde detrás de las pantallas traslúcidas... Es como los sueños: nadie los controla del todo, nadie sabe muy bien qué hacer frente a ellos.

–Usted eligió films icónicos de lo que podría llamarse “onirismo cinematográfico”. Fellini y Buñuel, sobre todo, y además Sherlock Jr., de Buster Keaton, El mago de Oz, Cuéntame tu vida y Vértigo de Hitchcock, Cuando huye el día, de Bergman, un par de “Favios” (Nazareno y el lobo y, claro, Soñar soñar), por supuesto que El espejo, de Tarkovsky, y hasta alguna de la serie Pesadilla. ¿Qué vio en esas imágenes?

–Fui encontrando que casi todos los sueños del cine reproducen los de la realidad psíquica. Aparecen todos los motivos clásicos: el vuelo, la caída, la muerte, el sexo, la fuerte presencia materna en ellos, la omnipresencia del agua. Consulté con algunos psicólogos de línea junguiana y se mostraron asombradísimos. Me decían que La sombra invertida parecía casi una prueba del acierto de las teorizaciones de Jung, en relación con su teoría del inconsciente colectivo, los arquetipos, la relación del inconsciente con los mitos primitivos...

–Tal vez la muestra ayude a demostrar que el cine no es, en el fondo, otra cosa que proyecciones del inconsciente colectivo.

–Hasta tal punto es así que para este sábado invité a hablar del tema a una psicóloga junguiana, la licenciada Cristina González Casal, mientras hacemos con los visitantes una recorrida por la instalación.

La sombra invertida se puede visitar hasta el 10 de agosto, de martes a domingo de 14 a 18.30 en Macba (San Juan 328). El próximo sábado a las 16 habrá una visita guiada, con presencia del autor y la licenciada Cristina González Casal, especialista en psicología junguiana.

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