Días atrás, Netflix dispuso los trece capítulos de Club de cuervos, la primera serie hecha en Latinoamérica para la plataforma audiovisual web y que versa sobre el fútbol mexicano. En realidad, el mundo de la pelota sirve de excusa para contar otra cosa: la lucha de egos, temperamentos y dinero entre los Iglesias, dueños del ficticio club que le da nombre a la serie y, por ende, a la ciudad a la que pertenece el equipo. En clave de comedia grotesca, la serie no le tiene miedo a jugar con machietas, apuesta al humor grueso y a una factura técnica de alto nivel. Las escenas en la cancha, realizadas con drones, impactan aunque el guión no presente demasiadas sorpresas.

Los hermanos, Chava e Isabel, heredan el club de fútbol al morir su padre. El es el típico junior malcriado que sueña con transformar al equipo en el Real Madrid, aunque la mayor parte del tiempo lo dedique a andar de fiesta con los jugadores. Ella es cerebral y rencorosa. El problema se triplica cuando aparece embarazada la última amante del viejo, mezcla de Carlos Slim y Lorenzo Zambrano (el finado patrón de Tigres). Ese contexto, más parecido al de la NFL que al del fútbol conocido por estos lares, es el que manda en Club de cuervos. “El espectador argentino va a asistir a un mundo de mucha plata en serio, de las familias ‘fresas’, de los pibes que andan en helicóptero custodiados por sus ‘guaruras’, parece increíble pero existe”, apunta Joaquín Ferreira, que interpreta a El Potro, el crack argentino del equipo. Su personaje iba a ser mucho más pequeño pero será central dentro de la trama. “Es alguien querible, jodón, le encantan las mujeres y saca provecho de su facha”, apunta. Para confeccionarlo recurrió al Pocho Lavezzi y a sus recuerdos en las inferiores de Vélez o en los picados que jugaba en La Cava. “Había un pibe que se la pasaba todo el tiempo agarrándose los testículos, y bueno, ese tipo de cosas ayudan a delinear al personaje”, dice Ferreira.

El creador de Club de cuervos, Gaz Alazraki, aseguró que su intención fue hacer una serie en español pero “con los valores cinematográficos y el rigor en los guiones que tienen las series gringas”. Por estos días, Alazraki se debe estar restregando las manos. Entre la derrota de Tigres en la final de la Libertadores, la polémica obtención de la Copa de Oro por los aztecas y la eyección del Piojo Herrera como DT del Tri por prepotear a un periodista, tiene polémicas de sobra para confeccionar una segunda temporada.