SERIES › EL EX BREAKING BAD AARON PAUL PROTAGONIZA LA SERIE THE PATH
› Por Javier Aguirre
Hay una secta hermética cuyos fieles viven en una comunidad tan pulcra y cerrada que semeja un barrio privado y que son severamente castigados ante el menor atisbo de duda en la fe. Y hay un protagonista-estrella (Aaron Paul, el entrañable, torturado cocinero de metaanfetaminas Jesse Pinkman, del hit Breaking Bad) cuyas convicciones religiosas son puestas en duda desde el inicio del primer episodio. La bomba está puesta desde temprano en The Path, la serie que acaba de estrenar la plataforma online Hulu (también está bastante a mano, claro, para los usuarios de Google) y en la que el derecho a desconfiar, a creer y a pensar libremente choca con un aparato riguroso y bien organizado. Porque lo que está claro desde el primer momento es que el culto en cuestión, los meyeristas, son gente muy organizada, al punto de hacer presencia en una zona de catástrofe antes de que lleguen las fuerzas del Estado, para asistir a las víctimas de un tornado y llevárselas en camionetas con el fin de –ya que están malheridas, desesperadas y vulnerables– aprovechar y absorberlas. Es que además, como se espera, la cúpula de la secta oculta algo: un velo que se descubrirá de a poco, pero que desde temprano ha tirado centros hacia todos lados. Se han visto fantasmas que habilitan epifanías, torturas psicológicas, gadgets pseudomédicos con lucecitas, sopapitas y sensores supracraneales, marketing televisivo rico en metáforas sobre “la luz” o acerca de “ascender peldaños en la escalera”, un omnipresente y bigbrotheresco logotipo de un ojo que todo lo ve, un fundador que permanece en coma junto a un ángel de la guarda en forma de ofidio, un líder a cargo con mano dura y puño duro, retiros espirituales ayahuasqueros en Perú y mucho cartelito con patronímicos peruanos como Cuzco o Callao.
En su nuevo personaje, Aaron Paul (quien, a propósito, ha expresado su deseo de aparecer en Better Call Saul, el spin-off de Breaking Bad) está otra vez envuelto –sino encerrado– en una situación que parece superarlo. El ex Jesse Pinkman ahora es Eddie, un padre de familia cuya esposa e hijos están inmersos hasta el cuello en la fe, los modismos y los escalafones del culto, por lo que sus propias dudas espirituales amenazan con destruir todo lo que tiene, empezando por su matrimonio y por la confianza de su primogénito adolescente. Sin embargo, como en esta secta la oscuridad está clara desde el principio de la serie, el espectador pide en seguida que Eddie apure su ruptura. Y The Path, justamente, no tiene ningún apuro. Las emociones de sus otros personajes, como Sarah, la mujer de Eddie (Michelle Monaghan, la mujer de Woody Harrelson en True Detective), o Cal, el poco confiable líder meyerista (Hugh Dancy, el detective de Hannibal), aparecen lentamente y en forma de opresivo goteo, con sollozos, angustias, suspiros y jadeos. Todo hace pensar que The Path prepara un estallido y la primera propuesta es evidente: dudar de los que creen y creer en el que duda. Lo que convierte en pregunta eso que en los X Files se asevera: I want to believe?
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