Lunes, 2 de mayo de 2016 | Hoy
SERIES › SERIES COMENZó LA TERCERA TEMPORADA DE EL NEGOCIO POR HBO
En sus comienzos la ficción brasileña seguía a tres trabajadoras que aplicaban estrategias de marketing al oficio más antiguo. Esta temporada desarrolla más los personajes con un distinto grado de provocación: entrevistó a sus protagonistas.
Por Federico Lisica
En el piloto de El negocio (domingos a las 21 por HBO) se aseguraba que en tiempos de crisis quienes más ganaban dinero eran aquellos que se dedicaban al entretenimiento. En una provocadora y graciosa escena, varias coperas festejaban por la caída de la Bolsa, y si había depresión los muchachos de las finanzas gastarían sus reales con ellas. ¿Y qué pasaría con las escorts VIP de esta serie en el revuelto contexto brasileño actual? “Las personas hacen dinero en las crisis y Karin es una de ellas, se las arreglaría para sacar provecho de eso. Indirectamente hay algunas referencias de la situación en el guión, aunque Brasil siempre está en crisis. No sé si Karin podría ayudar poniéndose a cargo del país” le asegura a Rafaela Mandelli, la protagonista de esta sugestiva producción brasileña de trece episodios que fue presentada en Buenos Aires unas semanas atrás.
Pero en esta tercera temporada varias cosas han cambiado. Ya no son solo el trío de prostitutas de alto rango que se independizaban y fundaban una empresa de escorts aplicando las reglas del marketing. A Karin la siguen acompañando Luna (Juliana Schalch) y Magali (Michelle Batista) en esa pyme carnal que ha ido de maravillas. De hecho ya no es una pyme: a “Océano Azul” le ha ido tan bien que cotiza en la Bolsa, y la estampa de la marca se ve en productos clase A como habanos, espumantes, y hasta en ítems para bebés. Karin se ha convertido en una “self made woman”, pero su vida personal es un oasis de soledad. Y el del resto de las chicas también. ¿Un ejemplo? Karin piensa en comprarse una casa en un barrio privado hasta que empiezan a circular los rumores de su viejo oficio. Que la serie sea en una metrópoli como San Pablo acrecienta esa sensación. “La serie es San Pablo, la reconocés, la vivís, los paulistas la adoran”, asegura Batista.
Este año, El negocio está más enfocado en los personajes que en el ánimo de polémica inherente del envío. “Esta tercera temporada es más profunda. Es una cualidad muy humana; ellas lograron su objetivo de triunfar y ahora se acabó. No tienen nada más que hacer. Karin siempre está lidiando con la insatisfacción. Ahora tiene que luchar con otras cuestiones, el orgullo de quién es, el preconcepto con el que ella va por la vida. Karin tiene algo muy solitario incluso cuando está rodeada de gente”, expresa Mandelli. En este sentido, la propuesta gana al desembarazarse de ciertas discusiones: que no aparezca dilema ético alguno para las trabajadoras sexuales, tampoco problemas de violencia de género, o que el machismo se resuelva con hombres simplotes a la hora de eso. “Antes de estrenar la primera temporada hubo algunos comentarios. Porque no se sabía bien de qué se trataba. Claro que está ese lado horrible de la prostitución. Y aquí elegimos hablar de garotas de lujo. Y que también existen. ‘Esto es machista, una apología de la prostitución’, dijeron. Nosotros decíamos “calma, espere a ver la serie para entenderla”, argumenta Mandelli, que entre otros papeles ha hecho de policía, presa y hasta de neonazi.
–¿Qué cambios y desafío hay en esta temporada?
–Es la primera vez que tengo la chance de hacer un personaje durante tantas temporadas. Lo mejor de la serie es que fue evolucionando en cada año. Esta temporada es más centrada, desde la actuación, el guión y la dirección.
–¿Buscó inspiración en otras mujeres?
–La veo como una fusión de grandes mujeres, Juana de Arco o Ella Fitzgerald; no hay una específica, tiene un poco de varias que admiro. Me detuve a ver nuevamente Erin Brockovich, una mujer muy fuerte. Pero también podría incluir a mi mamá y mi abuela.
–Las mujeres representadas son exitosas, poderosas y manipuladoras. ¿Ese es el rol que le cabe?
–Tiene poder de persuasión, pero no creo que maneje a todo el mundo como marionetas. Ella sabe lo que hace. Es inteligente. Sabe siempre cómo sacar partido provecho de cualquier situación.
–Karin parece muy seria, centrada, hasta fría, ¿fue difícil no poner emotividad?
–Muy difícil. Yo soy completamente diferente a Karin. A veces le pido al director que me deje aunque sea mover un brazo y me dice que no. En el set estoy siempre para adentro y al acabar me ponía a gritar y llorar. Juro que no soy tan dura.
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