¿Y si el deforme de Los Goonies (Richard Donner; 1985) en realidad se comía a uno de los chicos que buscaban el tesoro en el barco pirata? ¿No hubo alguna chance de que Los Exploradores (Joe Dante; 1985) acabaran extraviados en medio de su viaje interestelar? ¿Y qué si E.T (Steven Spielberg; 1982) dejaba de usar su dedo mágico con todos los chicos en medio del vuelo en bicicleta? Stranger Things, que llegará el 15 de julio por Netflix, ofrecerá el lado B de esos clásicos ochentosos. Página/12 tuvo acceso exclusivo a esta serie, compuesta de ocho episodios, que será una de las grandes apuestas de la plataforma de contenidos audiovisuales on line para la segunda parte del año.

Stranger Things narra la búsqueda de un niño perdido en circunstancias sospechosas hacia 1983. Winona Ryder encarna a Joyce Byers, la mujer que inicia una investigación con las autoridades para resolver la desaparición de su hijo que, sencillamente, parece haberse evaporado. Esta heroína de la clase obrera y madre soltera comenzará a deshilvanar una serie de misterios que involucran al gobierno con unos experimentos secretos, fuerzas inexplicables y a una niña muy extraña a la que llaman “Once”. Además de Ryder, que en esa misma década empezó su carrera en films como Lucas, Heathers y Beetlejuice, actúa otra estrella de esa era como Matthew Modine (Nacido para Matar y Birdy) quien interpreta al doctor Brenner. Una de las claves de la propuesta es la relación entre este médico siniestro y la púber que podría resolver los enigmas que acechan a ese pueblo de Indiana.

StrangerThings es una explícita declaración de amor a los clásicos de culto de los 80 con una historia entre la adolescencia iniciática y lo sobrenatural, pero sin inocencia. Todo acontece en Hawkins, un lugar mucho más enrarecido de lo que aparenta sobre la superficie. El primer nombre de la serie era “Montauk” e iba a suceder en los alrededores de Nueva York, pero sus creadores, los hermanos Duffer (Wayward Pines, Hidden) optaron por el estado de Indiana al que consideran, según sus propias palabras, más “spielbergriano”. “Tenemos tanto amor y nostalgia por esa época que realmente quisimos crear algo que fuera en la línea de lo que vimos nosotros al crecer: Steven Spielberg, John Carpenter, las novelas de Stephen King. Para nosotros lo que tienen de genial y resonante esas historias es que exploran el punto mágico donde lo ordinario se mezcla con lo extraordinario”, dijo Matt Duffer. En Stranger Things no hay monstruos pero sí algo monstruoso, lo increíble está ahí a la vista de todos, o apena escondido, en un laboratorio durante los últimos estertores de la Guerra Fría. Y, obviamente, no faltan teenagers en bicicletas.

La música es otro componente atractivo, juega un rol ambiental y atmosférico que evoca a las composiciones de Vangelis mixturadas con temas de Toto, pasando por Joy Division o Modern English. Ese sentido totalizador también incluye a las distintas generaciones a las que representa la historia. “Los adultos de una película de Spielberg eran estos individuos imperfectos que, lenta pero inevitablemente, empiezan a darse cuenta de que algo muy sorprendente está ocurriendo a su alrededor. Los adolescentes de películas como Halloween o Pesadilla, yuxtaponen los dolores de la escuela secundaria con el mal sobrenatural. Y los niños de una novela de Stephen King, como Cuenta conmigo o It son estos extraños nerd de una pequeña ciudad que tienen que unirse para hacer frente a un horror aterrador. Realmente quisimos captar ese espíritu en StrangerThings. Tanto para los que crecieron con esas películas como para una nuevo público”, detallaron los realizadores.