Los que han pasado por una prisión aseguran que es muy común oler la adrenalina en el ambiente. Cuando se siente el picor hay que estar más preparado porque todo está a punto de desmadrarse. Algo de eso se huele en la cuarta temporada de Orange is the New Black (el próximo viernes Netflix dispondrá los trece episodios originales para sus usuarios). “Nueva sangre. Nuevas reglas”, reza el apropiado slogan anunciando el ingreso de reclusas muy bravas junto con guardias sin experiencia. La prisión de Litchfield romperá el raro equilibro zen que lograba de tanto en tanto. “Es un mandala de vaginas”, dirá una de las viejas internas frente a la carne fresca. El primer capítulo comienza, por otra parte, con el asesinato de un penitenciario abusivo y un escape generalizado de las mujeres a un lago. Es por eso que junto con los nuevos personajes vendrán motines, más represión, menos espacio, y también, algo de luz con nuevos amores. La órbita sigue girando alrededor de Piper Chapman (Taylor Schilling) quien se ha ganado a los golpes el respeto de sus compañeras de celda. “Ahora soy una ‘gangsta’”, lanza confiada. No va a pasar demasiado hasta que las novatas quieran ocupar su lugar.

Pocas producciones generan tal nivel de fanatismo como la creación de Jenji Kohan (Weeds). Desde Netflix ya anunciaron que Orange tendrá, al menos, tres temporadas más. Necesariamente, esta explosiva y angustiante representación de mujeres confinadas fue mutando. Del humor crudo inicial viró al drama con algunas válvulas de gracia muy negras. ¿Un ejemplo? El primer capítulo acaba con la mutilación del guardiacárcel asesinado. Ya casi no quedan rastros de las memorias reales de Piper Kerman sobre las que se basó esta entrega. Lo que empezó como la historia centrada en una “buena” chica de clase media en el submundo carcelario amplió el tapiz con los sueños rotos de más y más reclusas. Sean blancas, negras, asiáticas o hispanas.

Cuatro de las actrices que pasan sus horas dirigiendo el grupo de las Spanish Harlem fueron entrevistadas por Página/12 en su paso por la Argentina. “El programa provoca en varios sentidos, uno es el de la desigualdad, también está lo cultural y lo sexual”, asegura Dascha Polanco quien interpreta Daya Díaz. Su madre en la ficción también es una presa personificada por Elizabeth Rodríguez. “Antes que hacer una historia de latina porque soy ‘latina’, hago de mujer porque soy mujer, aquí la cuestión humana es lo más trascendente: esa es la cosa”, dice la actriz. La cuestión LGTB también aparece en varios planos, aunque el más brillante queda para Sophie, a cargo de la artista trans Laverne Cox. Una de las grandes enemigas suyas dentro de la prisión es Gloria Mendoza (Selenis Leyva), la líder de la cocina y cabecilla del grupo de las latinas. Paradójicamente, la hermana de esta actriz también es trans. “Si Orange… es especial, para mí lo es en muchísimos sentidos”, le confiesa Leyva a este diario.

Un aspecto sobre Orange al que no se le presta demasiada atención es su excelente selección musical. Lo que en otras producciones es un mero acompañamiento sonoro o menciones pop cancheras, aquí define la identidad de las que pasan sus días encerradas. Vale chequear la apertura con los ojos de las internas acompañada por “You’ve Got Time” de Regina Spektor. Por eso Jackie Cruz dice que Flaca, su personaje, está definido por las canciones de The Smiths. “En el caso de Gloria no lo dudo, sería un bolero bien apasionado”, se rie Leyva. En esta cuarta temporada todas tendrán su momento, su canción particular: las morochazas Crazy Eyes, Black Cindy y Taytsee; las problemáticas Nicky (de regreso tras haber estado en una prisión de máxima seguridad), Alex y Pennsatucky. Incluso Piper.