Lunes, 22 de agosto de 2016 | Hoy
SERIES › ARRANCó LA SEGUNDA TEMPORADA DE UTOPIA POR I.SAT
En los nuevos episodios se explican algunos de los puntos más extravagantes de esta serie que gira alrededor de un comic maldito. La creación de Dennis Kelly ofrece un universo de conspiración, pandemias y sociedades secretas, pero con una gran lógica interna.
Por Federico Lisica
Mientras Marvel y DC Comics extienden su cruzada audiovisual con fórmulas probadas, híper referencialidad y tramas enrevesadas, una propuesta televisiva y “pequeña” como Utopia toma un comic ficticio pero para romper el molde. ¿El resultado? Un universo autónomo sorprendente. La novedad no son los tópicos ni sus personajes sometidos a conspiraciones, mundos paralelos, un posible apocalipsis y sociedades secretas, sino el modo en que se los atraviesa y los riesgos que toma esta ficción original del Channel 4 británico creada por Dennis Kelly. Desde la semana pasada puede verse por I.Sat su segunda temporada (va los martes a las 22, a raíz de dos episodios por jornada).
En el origen había una historieta con el nombre que le da título a la serie. No era una de superhéroes sino una novela gráfica inédita que tenía el don de predecir eventos trágicos. Los que poseyeran el documento podían llegar a evitar los desastres presentes en “The Utopia Experiments”. Por ese motivo, una sociedad secreta muy imaginativa y letal llamada The Network andaba tras el manuscrito. En su currículum hubo torturas, sicarios terribles, matanzas a escolares, degüellos en primer plano, conjugando el drama perverso con un humor negrísimo. Utopia puede ser muy espinosa (a los niños se les reserva un hábitat tenebroso) y está llena de carnadas maquiavélicas (como la también británica Black Mirror), pero se sostiene por su gran lógica interna y un nivel de extrañamiento infrecuente para los modos televisivos.
La primera temporada dejó su final abierto con The Network maniobrando los engranajes finales de su plan vinculado a una pandemia por un virus. Parte de los nuevos episodios se retrotraen al pasado y hurgan en las historias de los personajes principales. Comienza a entenderse mejor por qué Jessica (Fiona O’Shaughnessy) está en la mira y huye permanentemente, junto a las razones que llevan al hitman Arby (Neil Maskell) a ser un despiadado querible. Todas las intrigas desperdigadas comienzan a cicatrizar pero dentro de una trama a la que le gusta rascarse las heridas.
Sobre la serie se aplica la fórmula del “play into the play” shakespereano pero con más trauma y devaneo pop. ¿Qué es lo que realmente se está viendo? ¿Una válvula siniestra de lo que cuenta el comic? ¿Una pesadilla dentro de otra? ¿Una batería de homenajes a Lost, David Lynch, 12 Monos, Quentin Tarantino, Donnie Darko? No es un simple juego de metalenguaje. Lo que termina de darle identidad a Utopia es, además de su ritmo lejos del vértigo hermanado con la tensión, es la (a)puesta en escena pergeñada por su director, Marc Munden. La fotografía, a cargo del británico Ole Bratt Birkeland, se destaca por el uso de colores saturados, antesala de un ambiente onírico. Escenarios donde la cámara opta por los contrastes de figura-fondo y con seres desperdigados dentro de un cuadro como elementos pictóricos. Vale una mención para la banda sonora compuesta por el Cristóbal Tapia de Veer, artista chileno radicado en Canadá, quien le suma, por si hiciera falta, más rareza al asunto. Sus capas las logra con instrumentos mapuches y hasta, según dicen, excremento de rinoceronte para “crear ciertos patrones de percusión”.
Según el inglés Dennis Kelly, por detrás de Utopía reverbera una idea de futuro inquietante. “Quería escribir sobre el lugar hacia dónde podríamos estar dirigiéndonos como cultura, como nación, como especie. Suena un poco a pretensión artística vaga, pero lo que traté de plantear era un posible resultado para nosotros”. Al menos por ahora, ese futuro consta solo de dos temporadas, Channel Four decidió no continuar con más episodios que de utópicos tenían solo el nombre de un comic maldito.
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