Dom 22.06.2008
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MUSICA › CINDY LAUPER, UN ICONO DE LOS ’80, DE REGRESO

“Amo la música moderna”

La cantante vuelve a las pistas de baile con su nuevo disco, Bring ya to the brink, que presentará aquí en noviembre. Pero no descuida su otra vocación de los últimos años: el activismo a favor de los derechos civiles.

› Por Roque Casciero

Cindy Lauper: al nombrarla aparece en la mente lo más colorido, frívolo y (en retrospectiva) hasta ridículo de los años 80. O sea, de una época en la que las chicas sólo querían divertirse y en que Cindy en particular lo pasó fenómeno, aunque ahora le diga a PáginaI12 que no extraña nada de aquel tiempo de éxito desmesurado. En esos años, la cantante retacona le hizo sombra por un rato a la entonces ascendente Madonna, le puso música a la película The Goonies y fue una de las tantas voces famosas que entonaron “We are the world”. Cindy fue la primera mujer en tener cuatro temas consecutivos en el Top 5 de Estados Unidos, todos salidos de su disco debut, She’s so unusual: “Girls just wanna have fun”, “Time after time”, “She bop” (una oda a la masturbación, que declaró haber grabado desnuda) y “All through the night”. Su siguiente trabajo, True colors, también fue muy exitoso, y a fines de los ’80 volvió a tener un hit con “I drove all night”.

Aunque después los éxitos no fueron tan resonantes, siguió adelante con giras multitudinarias y discos bien recibidos por la crítica. Fue invitada por Roger Waters para cantar en su versión de The Wall en Berlín, se hizo amiga de Yoko Ono, hizo un “dúo” con Frank Sinatra (en realidad, “La Voz” venía de una grabación) y hasta fue invitada en Los Simpson. Su disco más reciente es una jugada arriesgada para una mujer que hoy cumple 55 años: Bring ya to the brink, que presentará aquí en noviembre, es un trabajo eminentemente discotequero construido en compañía de artistas dance como Basement Jaxx, Digital Dog y Dragonette. “Quería volver a hacer mi propio estilo de música, porque amo la música moderna”, le explica a PáginaI12 a través del teléfono. “Los últimos dos proyectos en los que me involucré (uno de los cuales fue el disco desenchufado The body acoustic) eran como proyectos paralelos y quería volver a hacer algo con energía, ya que amo el ritmo.”

–En el librito del disco hay una foto suya limpiando una bola de espejos.

–¿No es divertida? ¿No lo hizo reír? Vamos, confiéselo.

–Sí, es divertida. Lo interesante es que no se sabe si la foto es nueva o vieja.

–Claro, porque es una polaroid. Quería volver a mi realismo fotográfico y que la foto pareciera de los años ’50. Yo no conozco tanto del estilo de los ’20 y los ’30, aunque lo investigo todo el tiempo porque las mujeres de esa época tenían caras grandotas y redondas como la mía. Cuando empecé a maquillarme, después de muchas frustraciones, finalmente me fijé en cómo lo hacían ellas, porque se las veía glamorosas, pero eran chicas gorditas como yo. Después, en los ’40, con la guerra las mujeres salieron de sus casas, a trabajar, pero cuando la guerra terminó tenían que volver al hogar y dejarles lugar a los hombres, entonces la publicidad apuntaba a que el hogar se viera como algo glamoroso. Aparentemente, eso funcionó, lo cual me parece ridículo porque cuando miro las revistas de los ‘50 y los ‘60 todos parecen medio estúpidos. Pero eso me inspiró para las fotos del disco. Otra cosa que pensé fue que si la mujer tenía una bola de espejos en la cocina y otra en el living, estaba de fiesta mientras cocinaba, tenía música, cantaba, bailaba, comía... ¡La comida iba a bailarle en el estómago!

–Esa foto también da la sensación de que usted vuelve a las pistas de baile.

–Sí, eso también. Pero, ¿sabe de qué me doy cuenta? De que cuando trabajo siempre debería usar los zapatos rojos que están en la tapa del disco, porque significan mucho para mí: son la pasión. Son esa clase de zapatos que te mata sacarte porque son hermosos, aunque también te mata tenerlos puestos. Pero, entre una cosa y otra, prefiero no sacármelos nunca, porque una no puede negar su propia pasión.

–Dijo que quería volver a la música moderna... Y la música bailable actual es muy deudora de la de los ’80.

–Lo sé. Es por eso que llegué hasta ahí. Los productores no tenían idea de qué iba a pasar. Pensaban: “Ella surgió en los ’80 y a nosotros nos gusta esa música, quizá podemos intentar algo de eso”, pero yo les contestaba “No, hacelo más hip hop”, los descolocaba. Fue divertido. Aunque tenía muy claro lo que quería, nunca se los expliqué, sabía que no debía hacerlo. Con cada uno era como cuando recién conocés a alguien y te enamorás, cuando todo es nuevo. Pero cuando el amor se ponía viejo, me buscaba otro colaborador (risas).

–En los últimos dos años usted encabezó el True Colors Tour en apoyo a la igualdad de derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. ¿Cuáles son sus razones como artista para hacerlo?

–Tiene más que ver con mis razones como persona. Soy amiga y familiar de esa comunidad, y en mi país los derechos civiles se han erosionado cada vez más en los últimos años. Y yo no podía seguir sin hacer o decir nada. ¿Qué, vamos a tener miedo de decir “Ey, esto está mal y no deberíamos hacerlo”? Ahora todo el mundo tiene miedo, pero yo crecí en un país en el que nos enseñaron sobre “el poder para la gente”. Lo importante de la constitución y la ley es que no son para una persona, son para todos. Nadie debería estar por encima de la ley, todos debemos tener el mismo derecho a ser protegidos por la ley. Y si no somos todos iguales, todo es pura mierda. Entonces decidí juntarme con la Campaña por los Derechos Humanos y la Fundación Matthew Shepard, que estaban promoviendo el voto, porque muchas personas se sienten desoladas y desesperanzadas, no saben cómo avanzar, sienten que no pueden corregir el estado de las cosas. Yo, que no soy política y que siempre odié todo eso, pensé: “¿Por qué no hago una gira en la que la gente se ría y cante a toda voz, baile y se sienta bien, y que alrededor de eso haya gente con información?”. Porque información es poder; si tenés información sobre cómo ayudarte a vos mismo, ya no estás desesperanzado. En el mundo suceden muchas cosas malas, pero la música es trascendente y hace que tengas ganas de ponerte otra vez de pie. Quiero que la gente no se abandone a ver cómo todo se destruye. Es tiempo de que nos pongamos de pie para salvarnos entre todos, porque estamos juntos en este planeta.

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