En el caso de que ninguno lo haya hecho todavía, algún poeta debería concluir que la música es uno de los mejores elementos para acariciar el alma cuando el intempestivo invierno se cierne sobre la ciudad. Los lectores podrán hacer memoria y considerar esa proposición verdadera o falsa; pero, con seguridad, muchos asentirán al recordar un anochecer frío, una melodía y una copa de vino. Si el recuerdo es reciente, muy probablemente tenga de escenario a la Alianza Francesa de Buenos Aires, donde el sábado se realizó la Fête de la Musique, una celebración gratuita nacida en Francia hace 27 años y que se lleva a cabo en 350 ciudades. Claro, en el Norte coincide con la llegada del verano, pero al Sur combate temperaturas gélidas. La de esta edición rondó los tres grados.

Pero la institución cultural de Córdoba al 900 convierte el condicionante en condimento, al adaptar las actividades a un espacio interior, con conciertos simultáneos en su Salón Dorado, sus galerías y su biblioteca, abarcando estéticas sonoras que van desde la música clásica a la canción de autor contemporánea, pasando por la inefable chanson francesa. Allí se vio el sábado “un público muy cercano, con mucha curiosidad, atento y respetuoso”, según Levy Bourbonnais, que junto al Ensamble Vocal Extramuros, Pablo Grinjot, Tomi Lebrero y Georgina Hassan protagonizaron la edición 2008 de este Día de la Música.

“Creo que la música mejora la autoestima, sobre todo cuando se hace en forma grupal y la gente se vincula a partir de sonidos”, opina Bourbonnais. Y sus palabras suenan tan ciertas como certeras las notas que salen de su armónica. Es, además de licenciado en Jazz performance con armónica en la canadiense Universidad McGill, el fundador de Onica.org, una iniciativa que busca estimular la iniciación musical de jóvenes que viven en zonas que han sufrido la postergación. “En la música no importa si uno sabe o tiene más: es música, es creatividad, sale del cuerpo y no se le puede poner un grado”, concluye el armonicista.

La diferencia de temperatura entre la edición original y la vernácula de la Fête de la Musique propicia un clima más íntimo, coinciden los presentes, pasajeros en una suerte de corredor artístico. Ese sendero lleva luego hacia el arte de Pablo Grinjot, un cantautor que, antes que nada, se considera “humildemente un músico”. ¡Vaya músico! Graduado en Dirección Orquestal y Coral en la Universidad Católica; cantor y guitarrero de La Ludwig Van; violinista, director y productor en el grupo Séptima Práctica; y, actualmente, violín segundo del Ensamble Süden!

“Fijate que la Navidad es una celebración de invierno y nosotros la pasamos al fuego y el calor de un asado; es como la cama de una vela y acá lo festejamos con lechón”, le hace notar Grinjot a su interlocutor. Las notas aromáticas del líquido en las copas le dan un aura de orador místico. Ya desde el escenario, explica que “el verano es una estación extrovertida”, pero que “en el invierno está todo contenido en una semilla minúscula que con el paso de los meses será una explosión de la naturaleza, de animales, de flores y también de ansias sexuales”.

En Francia, la celebración recuerda al carnaval veraniego, con gente, danza, bebida, canto, comida, besos y caricias sobre el asfalto, al aire libre, bajo un sol que tarda en irse y una luna que aparece con la fiesta ya comenzada. En Argentina hace frío y el asfalto entumece la planta de los pies, pero en el microclima de la Alianza, un grupo de demoiselles se queda hasta el final: beben, bailan, recordando tal vez a sus familiares en las Galias, recordando tal vez veranos pasados, inventando futuros.

Las chicas ya disfrutaron del Ensamble Vocal Extramuros, un colectivo de cantantes profesionales de cámara; de Georgina Ha-ssan, maestra nacional de música con un currículum admirable; y vieron las novedades de los sellos Random Records, Ultrapop, Vinagreberry, Estamos Felices, Los Años Luz, Secsy Music, Acqua Records, Indice Virgen y Casa Del Puente Discos.

Las demoiselles, Grinjot, Bourbonnais, Lebrero, Hassan, el Ensamble, ellos, ellas, público, organizadores, todos saben que la celebración se está acabando. Y ya piensan en dónde seguirán bailando, en con quién escucharán íntimamente más chansons, en qué discos cargarán en sus aparatejos para que los acompañen en el transporte público. Y mientras imaginan, la velada termina.

Pero la música sigue, aquí, allá y en todas partes.

Informe: Luis Paz.