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Lunes, 15 de septiembre de 2008

MUSICA › THE HIVES, EN LA APERTURA DEL FESTIVAL PEPSI MUSIC

El primer calor llegó de Suecia

El quinteto escandinavo de garage rock ofreció en el Estadio Obras un show vibrante y adrenalínico, precedido por los locales Mole y Banda de Turistas. Se vienen tres fines de semana a pura música, pero ya en el Club Ciudad de Buenos Aires.

Si el festival patrocinado por la bebida gasificada con sabor a cola es la maratón de la música, su noche apertura demostró que los incansables The Hives, encabezados por el carismático Howlin’ Pelle Almqvist, son los mejores corredores suecos por estos días. Porque, ¿a qué otro se le puede pedir tanta resistencia como para sostener un show de hora y media siempre a velocidad máxima? Corren rápido, con tanto resto que resulta increíble que el doctor Matt Destruction, que se banca el galope con el bajo a cuestas, permanezca con sobrepeso. La misma reflexión provoca Vigilante, guitarra líder de la banda líder del garage rock sueco, que se habrá enamorado de las facturas con las que comparte nombre, mientras que a la señora de tintura flamante que llevó a sus hijos le habrá parecido que se debe encarcelar a Nicholas por libidinoso. Eso si es que notó las caras de ese otro violero, porque se la vio embelesada con el bigotito dandy, los músculos y el bronceado del batero Chris Dangerous, que aunque sueco se lo ve más para División Miami que para un film de Bergman.

Ese es el combo que ofrece este seleccionado escandinavo de intérpretes de jazz y rockabilly con sobrepeso, galán de cigarro en comisura, frontman histriónico y violero sexópata. “Cinco Maradonas sobre el escenario”, como se atrevió a titular Almqvist. Cinco suecos con apariencia de teddy boys que seguramente no la amasan como Diego, pero tienen el mismo resto para tocar que el Diez tenía para jugar. Realizada esta conclusión, es necesario dar lugar a una denuncia que, por falta de carácter novedoso, no merece comenzar este artículo: la jornada inicial del Pepsi Music 08 volvió a poner de manifiesto un ya de por sí evidente “complot” en favor de los grandes y en contra de los chicos, que nada tiene que ver con el rock ni la música y del que poca culpa se les puede adjudicar a las bandas. Ese boicot es en torno del sonido, porque The Hives no necesitan ser inflados vía bandeja para dar un show más fuerte que Mole o Banda de Turistas, y en el que el árbitro –la organización del festival– oficia más de jugador 12 del equipo favorito que de mediador entre partes.

Esto es lo que, a primera vista y escucha, arrojó la inauguración del Pepsi Music 08, que seguirá hasta entrado octubre con otras nueve jornadas, los tres próximos fines de semana, pero ya en el Club Ciudad de Buenos Aires. La patada inicial les tocó a los jovencitos de Banda de Turistas y su set mezcla de foxtrot, Litto Nebbia y Primavera del Amor hippie-chic. El kraut-rock alemán que citan como influencia sigue sin aparecer y el reverb en las voces (hasta cuatro en simultáneo) perjudica la escucha. Igual se las arreglaron –sin demasiada soltura, pero con buenas canciones– para abrir correctamente. Aunque el hecho de que los hayan puesto a inaugurar el festival alimente la percepción de hype en torno de este quinteto Sub-20. Es que Banda de Turistas cosecha tantas nominaciones al premio Revelación 2008 por sus defensores como al premio Inflador 2008 por sus detractores.

Lo de Mole no estuvo mal, tampoco. Pero la banda de Charly Alberti hubiera estado mejor en la jornada que cierra Babasónicos, tocando entre Adicta y Leo García, que como teloneros de The Hives. Porque ésa fue la percepción final, después de todo: la de que lo sucedido el sábado en el estadio cubierto de Obras fue un show internacional más en ese estadio y no la línea de largada del festival gasificado. Más si se tiene en cuenta que a las dos bandas iniciantes se les dio no más de 25 minutos y a los que formalmente son los verdaderos turistas poco más de hora y media, lo que les alcanzó para meter 17 temas y regalar al público dos docenas de púas, una de palillos, una toalla, una camisa, un centenar de escupitajos, varias poses fotográficas y un show que obligó a sudar desde la gota gorda hasta la más pequeña, deshidratando a todo el aforo.

El set alternó, básicamente, entre las novedades de The Black and White Album (2007) y los oldies de este quinteto escandinavo contenidos en Your Favourite New Band, un compilatorio que data de 2001 y reúne lo más entrador de Barely Legal (1997), Tyrannosaurus Hives (2000) y sus primeros EPs; además de las verdaderas y simples joyas garage punk que tiene Vini, Vidi, Vicious (2004). Efectivamente, vinieron, vieron y enviciaron a todos con rock’n’roll del rápido, más allá de desajustes vocales y bajadas de tempo hacia el final del show. Lo que no es en absoluto reprochable cuando se trata de una banda cuyo principal atractivo no es la excelencia musical sino la entrega. Claramente, los puntos más altos fueron “Main Offender”, “Walk Idiot Walk” y “Won’t Be Long”, para la primera parte del show; “Diabolic Scheme”, “You got it all Wrong” y “Two Timing Touch and Broken Bones”, para la segunda; y los bises completos, con “Bigger Hole to Fill”, “Hate to Say I Told you so” y “Tick Tick Boom”. ¿Tantos highlights? Sí, porque el show fue, de por sí, un gran momento iluminado.

En el tintero quedan cuestiones que se resolverán con el correr de las fechas, la transpiración y la bebida sabor a cola. Por ejemplo, la histeria argentina por categorizar siempre a la próxima visita internacional como lo mejor de tal género. En este caso, Almqvist se encargó de definir a The Hives como “la mejor banda de rock’n’roll del mundo”, lo que en contraste con esa histeria sonó más a gastada y goce de la fascinación ajena que a verdadera arrogancia.

Informe: Luis Paz

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The Hives brindó un recital con muchos puntos altos y algún desajuste vocal.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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