“Es difícil pensar, actualmente, en una vanguardia musical: parecería que ya todo fue intentado.” Quien dice esto en diálogo con Página/12 es, precisamente, un músico que muchos no dudarían en calificar como “de vanguardia”. Integró el Ensemble Intercontemporain fundado por Pierre Boulez y el célebre Cuarteto Arditti. Y la música compuesta a partir de la segunda mitad del siglo pasado es una parte fundamental de su repertorio. Pero el notable violista Garth Knox –nacido en Irlanda, criado en Escocia y educado musicalmente en Inglaterra– cree que los límites son otros. “Hay, sí, una vanguardia tecnológica, pero es como si se tratara de nuevo software para la computadora. Creo que los músicos sinceros deben confiar en su intuición y tratar de decir algo que sea verdadero para ellos y comprensible para los otros, y siempre encontrarán algo original sin necesidad de estar buscándolo conscientemente. Creo, en realidad, que la sinceridad es más importante que la vanguardia.”

Hoy, Garth Knox participará del décimo concierto del ciclo de Música Contemporánea del Complejo Teatral de Buenos Aires. A las 21, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, interpretará, en algunos casos junto a otros músicos, obras de Georg Friedrich Haas, Morton Feldman –parte de la extraordinaria Viola in my Life– y George Benjamin, además de ser uno de los que tocará en el ciclo Espacios Acústicos, del francés Gérard Grisey, con dirección musical de Santiago Santero. Y mañana, en Villa Ocampo (Elortondo 1811, Beccar, altura Av. del Libertador 17.400), hará un programa bautizado Cartas quemadas. “Me gusta tratar de elegir programas que tengan sentido, que respondan a una cierta lógica. O, a veces, un tema. Por ejemplo, en mi concierto para Villa Ocampo haré un programa que relaciona música y literatura, tocando piezas que están basadas en textos o que los incluyen de alguna manera. Y la idea está inspirada por el lugar, que tiene una fuerte conexión con la literatura.” Con entradas en venta en la propia Villa Ocampo, en la Boutique del Libro y en Zivals (Corrientes y Callao), el concierto de Knox forma parte del ciclo Siete Noches que se desarrolla en la que fue la casa de Victoria Ocampo. Knox, tanto allí como en su concierto en el San Martín, tocará, además de viola, la viola d’amore, un instrumento que además de las cuerdas que se tocan tiene otras que resuenan simpáticamente. “Es un instrumento que apareció en el Barroco y rápidamente se eclipsó y desapareció. Cuando empecé a tocarlo, pensé que encontraría un buen número de obras barrocas para tocar con él, pero me encontré, además, con que estaba lleno de posibilidades para hacer música actual. Entonces les pedí a varios compositores que escribieran para él y yo mismo comencé a hacerlo. Por lo tanto fue natural que la viola d’amore fuera el instrumento para poner juntas antiguas y nuevas músicas.”

–La viola tiene una participación algo marginal dentro de la historia musical, por lo menos durante el siglo XIX. ¿Qué lo llevó a elegir este instrumento?

–Toda mi familia tocaba música. Cuando nací, ya tenía dos hermanas que tocaban violín y un hermano que tocaba cello. Así que necesitaban una viola: yo.

–Usted participó de grupos como el Ensemble Intercontemporain y el Cuarteto Arditti. ¿Hay algo de su experiencia como músico de cámara que se traduzca en su actual carrera solista?

–Sí, por supuesto. Aprendí muchísimo en ambos grupos y eso pesa en mi experiencia diaria.

–Su disco D’amore fue editado por un sello emparentado con el jazz moderno y con las músicas clásicas menos convencionales. ¿Qué reflexión le merece ser parte de ese catálogo?

–ECM tiene un público con la mente abierta. Y yo disfruto tocando para gente curiosa y que está lista para aventurarse con distintas clases de música. Creo que es muy saludable tener audiencias como ésa, y los músicos clásicos podemos aprender mucho de los músicos y de los oyentes del jazz.