MUSICA › LA ORQUESTA DE SALGáN EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
Se editará un libro con sus partituras y ya salió un disco, en la serie Raras partituras, donde las tocan el pianista Andrés Linetzky y la orquesta Tangovía, con César Salgán como solista, que lo presentaron en vivo en el Día del Tango.
› Por Diego Fischerman
Había estado en el “Patio de los lectores”, asistiendo al emplazamiento de un busto que le rinde homenaje, y poco después entró al Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional. La totalidad del público que abarrotaba la sala se paró para ovacionarlo, mientras Horacio Salgán se inclinaba repetidamente para agradecer el reconocimiento. Era el Día del Tango, la Biblioteca anunciaba la edición de un libro extraordinario, con los facsímiles de sus partituras para orquesta, y de un disco, Raras partituras 4, dedicado a su obra. Pero, sobre todo, allí estaba quien tal vez sea el único músico vivo que hace rato forma parte de la historia del arte. El único verdaderamente legendario y cuya leyenda se afinca, tan sólo, en la música.
“Estoy muy emocionado y es difícil encontrar las palabras para agradecerlo cuando uno siente que no merece ese homenaje”, dijo Salgán cuando le acercaron un micrófono. “Es que yo no he hecho nada especial. Sólo he transmitido la inspiración con la que Dios me obsequió”, completó. Director, orquestador y pianista de una de las orquestas más sutiles y detallistas del tango y, con certeza, de la más impopular de todas ellas, Salgán convirtió al ritmo en su materia. El rubato, ese detenerse para después acelerar, es esencial al género, pero en manos de Salgán y de una orquesta que, de manera milagrosa, se ajustaba en esos tiempos robados como si se tratara de un solo instrumento, es algo estructural. Está la escritura en varios planos, están los efectos percusivos en los instrumentos de cuerda, está ese fenomenal deslizarse sobre el teclado –y sobre las acentuaciones– de su director, pero “A fuego lento” jamás sería lo que es sin ese particular sentido rítmico de Salgán y sin la empatía musical que él lograba con sus músicos.
El excelente pianista Andrés Linetzky tocó primero algunas de las piezas para piano escritas por Salgán, incluyendo las Tres miniaturas, inéditas hasta su inclusión en Raras partituras. Después, la orquesta Tangovía, que dirige artísticamente el contrabajista Ignacio Varchausky, invitó como pianista a César Salgán, el hijo de Horacio, quien demostró un exacto dominio del estilo. “Ser el hijo de Horacio Salgán es difícil. Pero es, también, lo más importante que me sucedió en mi vida.” La orquesta reprodujo la que Salgán formó en los ’60 (ya con guitarra eléctrica), aunque sin clarón, un instrumento que el director había incluido ya a mediados de la década de 1950 para reforzar los graves dentro de la textura orquestal. Conformada por una gran mayoría de músicos muy jóvenes y el notable Julio Peressini como solista de violín, la orquesta tocó con convicción y logró con creces esa cualidad de flotabilidad rítmica y esa tensión entre momentos fuertemente marcados y otros que dan la sensación de haber quedado suspendidos en el tiempo que caracterizó a todos los grupos del pianista. El aplauso final desembocó en que Horacio Salgán subiera al escenario a saludar y en que la orquesta tocara, como bis, “A fuego lento”. El disco, recién publicado, además de las piezas inéditas para piano (próximamente será editado otro libro, con las partituras para ese instrumento) y de los arreglos orquestales menos conocidos y transitados, entre ellos el de “Flores negras”, para piano y orquesta de cuerdas, incluye tres grabaciones originales de Salgán munca antes publicadas en CD: “Mis calles porteñas”, “Choro en Fa Sostenido” y “A César lo que es de César”.
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