MUSICA › PEDRO AZNAR PRESENTA MAÑANA SU NUEVO CD EN EL TEATRO OPERA
“El mío es un recorrido emocional”
El bajista y compositor explica por qué decidió rendir un tributo a la música brasileña, con versiones en castellano de aquellos autores que, señala, marcaron su historia artística y personal.
Por Karina Micheletto
En la escena musical local se suele ubicar a Pedro Aznar en el lugar común del músico virtuoso, aquel adolescente precoz que sorprendió a todos en Serú Girán a fines de los ’70 y comienzos de los ’80, aquel bajista que más tarde deslumbró a Pat Metheny. Su extensa trayectoria musical fue materializando el lugar común en un recorrido que lo llevó por una diversidad de propuestas, que incluyeron la musicalización de poemas de Borges o del espíritu de las bagualas del Norte argentino, la crónica urbana, el tango, el folklore, el jazz, el rock y los ritmos rioplatenses, sin caer nunca en los clishés de cada uno de los géneros. De un tiempo a esta parte, la música de Pedro Aznar se encaminó hacia una exploración explícita por los ritmos latinoamericanos, concretada primero en un disco de versiones de clásicos americanos, Cuerpo y alma, y más recientemente en un bello disco de duetos, Mudras, junto a colegas como Mercedes Sosa y Gal Costa. Ahora, el bajista y compositor rinde su tributo a la música brasileña, con versiones en castellano de aquellos autores que marcaron su historia artística y personal. Lo hace con el disco Aznar canta Brasil, que mañana a las 20.30 presentará en el Teatro Opera. Lo acompañarán sus compañeros del trío que formó hace algo más de un año, Facundo Guevara y Andrés Beeuwsaert, más el prestigioso trompetista Juan Cruz Urquiza como invitado.
El disco –al que en breve le seguirá un DVD– es el resultado de los shows que el trío de Aznar dio en febrero pasado en el teatro ND Ateneo. Los autores que el bajista eligió para versionar son aquellos que, dice, significaron una revelación en su formación musical y también en su vida. Egberto Gismonti (“descubrí su música a los 15 años y para mí significó todo un cambio de cabeza”), o Milton Nascimento. Y también Jobim, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Chico Buarque, Herbert Vianna, Toninho Horta... La suya es una suerte de visita criolla por la “escena de la post bossa nova”, tal como la define el músico, poco difundida de este lado de la frontera.
–¿Por qué decidió encarar este homenaje a la música brasileña?
–Tenía la idea de concretar este proyecto desde hace varios años; las circunstancias hicieron que finalmente se diera ahora. Yo ya tenía versionadas al castellano muchas de estas canciones, con ningún motivo en particular, por el solo gusto de hacerlo. A principios de este año me llegó una invitación del teatro Ateneo para participar en el ciclo Intimos. La premisa era invitar a varios artistas para que hicieran espectáculos que tuvieran alguna particularidad. Se me ocurrió que era una linda oportunidad para la puesta de un show temático, con las versiones del portugués que tenía dando vueltas. De ahí salieron el CD y el DVD.
–Tratándose de un abordaje hecho por un “vecino”, ¿tomó algún recaudo o cuidado especial a la hora de versionar los temas del portugués?
–Quizá sea una redundancia decirlo, pero antes que nada los encaro desde un profundo respeto y con el conocimiento que me da el haber sido admirador de estos temas y estos autores, haber crecido con ellos. Pero precisamente lo que me decidió a encarar este trabajo fue hacerlo desde mi identidad. Y por eso el puntapié inicial del proyecto son las versiones al castellano, eso fue lo primero que apareció. Me tomé la libertad de no hacer traducciones literales, las pasé a nuestro lenguaje y a nuestro sentir, como si hubieran sido historias escritas hoy y acá. Cuando Caetano habla de Pernambuco, por ejemplo, yo lo paso a La Boca.
–El repertorio no recorre los grandes clásicos, más bien hay varios “descubrimientos”, y también nuevos compositores.
–Ocurrió que el criterio de selección fue por autores favoritos y no por el éxito que hayan tenido en su momento los temas. Es cierto, muchas de estas canciones no han tenido gran difusión, otras sí. Me gustó la idea de hacer algo que tenga más que ver con un recorrido emocional personal, temas que tienen que ver con mi historia y con la del descubrimiento de esos artistas a los que versiono. Además, éste es claramente un disco post bossa nova: a pesar de que hay un samba, una bossa nova preciosa de Jobim y una suerte de neo bossa de Caetano Veloso, el resto es una recorrida por lo que pasó en la música brasileña después de esa revolución que fue la bossa. Es un área que aún está poco explorada en la Argentina.
–En el último tiempo en su carrera hay una exploración por Latinoamérica, con discos como Cuerpo y alma o Mudras. ¿Fue algo buscado?
–Fue madurando y el punto de quiebre fue Cuerpo y alma, en el ’98. Siento que ahí verdaderamente apareció el primer fruto más redondo, ése fue un disco pilar en mi carrera. Con aquel trabajo se consolidó un lenguaje, una forma. Lo que estoy haciendo desde entonces es profundizar en esa búsqueda que tiene que ver con la canción y con un lenguaje estético abierto, fuertemente enraizado en tradiciones, pero que no se queda con lo tradicional como cosa cerrada. Yo sigo dialogando con otras corrientes musicales del mundo y con corrientes contemporáneas, siempre.
–En el último show de Gilberto Gil usted fue a llevarle su disco. ¿Suele consultar a los autores, mostrarles sus versiones?
–Gil gentilmente autorizó la versión de su canción La paz, como todos los demás. Hubo algo que significó un gran halago para mí, y es el hecho de que todas las versiones fueron aceptadas por los autores sin pedir cambios. Sólo Gerardo Carneiro, el autor de Agua y vino, musicalizada por Gismonti, me hizo un comentario de cambio, muy atinado. Me mandó un mail muy amable, felicitándome por la versión, me sugirió cambiar una palabrita que implicaba un cambio de sentido.
–Hace poco se hizo pública la historia de la pérdida de su bajo en Santiago del Estero, que finalmente le fue devuelto. ¿Es muy obsesivo con sus instrumentos?
–Lo que pasa es que los quiero muchísimo, como todos los músicos, creo.
–Pero hay niveles de cariño, según los músicos...
–En mi caso no llega a la obsesión, puedo jurarlo. Es más, cuando se perdió aquel bajo me lo tomé con calma. Me dio muchísima alegría cuando se recuperó, porque me acompaña desde hace 24 años; con ese bajo toqué desde Serú Girán hasta ahora. Son las pequeñas cosas que atesoran tu historia, lo cual las vuelve grandes.