MUSICA › CECILIA TODD Y SUS TREINTA AÑOS DE CARRERA EN LA TRASTIENDA
“Después de Venezuela, mi público está en la Argentina”
La artista tiene una larga relación con los artistas y el público locales. Pero no puede dejar de advertir que “en Latinoamérica nos conocemos poco”.
› Por Karina Micheletto
Cuando Cecilia Todd tiene que describir al folklore venezolano habla de “una música rica, fresca, como una agüita clara”. Algo así se siente cuando ella canta esos temas que traen en su denominación la cambiante geografía de su país: pasajes llaneros, merengue larense o caraqueño, joropo oriental... Con la misma voz dulce y calma con que interpreta sus canciones (siempre acompañada por el cuatro, ése que reconoce como una extensión suya) está ahora contestando preguntas con una humildad de pocos, describiendo cuánto llegó a sorprenderla la cantidad de gente que viene a verla en sus shows en la Argentina. Hoy, la cantante se presentará en el escenario de La Trastienda Club (Balcarce 460), en un show que servirá como repaso y celebración de sus treinta años de carrera. Después seguirá su gira por Córdoba (el martes) y regresará a Venezuela, donde a fines de agosto festejará en el teatro Teresa Carreño, el más grande de Caracas, con el espectáculo Cecilia Todd, treinta años cantando, acompañada por artistas como Silvio Rodríguez, Milton Nascimento, Henry Martínez, Bola Negra e Hilda Herrera, entre muchos otros.
–Un aniversario redondo obliga al balance. ¿Qué encuentra en ese repaso?
–En principio, no puedo creer que haya pasado tanto tiempo, no me lo creo. Pero el balance es súper positivo, he disfrutado muchísimo todos estos años en la música, así que si pudiera lo volvería a hacer exactamente igual. Por supuesto que ha habido momentos mejores que otros, pero veo a la gente que está empezando ahora y digo ¡auxilio, tener que pasar por eso, pobrecitos! Ahorita lo veo peor que cuando me tocó a mí vivirlo. No me parecía tan difícil entonces.
–¿Las condiciones cambiaron o usted no tenía conciencia?
–No tenía conciencia. Pero también ahora es más difícil, porque en Venezuela no hay sellos disqueros. Entonces, todo el que quiere sacar un disco, inclusive los que tenemos años en esto, tenemos que hacerlo por nuestra cuenta, con producción independiente. Allí no hay sellos disqueros, no existen. Están las grandes trasnacionales que sacan sus cosas, las mismas que están en Venezuela, aquí, en México, en España. No hay cabida para otro tipo de música. Todo el que quiere hacer discos tiene que hacerlo de manera independiente, y es súper costoso. En ese sentido, ahora es más difícil, la competencia es mayor.
–La situación que describe no es exclusiva de Venezuela.
–Pero allí es peor. Aquí todavía hay disqueras alternativas, como la que edita mis discos, sellos de catálogos. En Venezuela no. Lo único que se produce es la música que viene hecha de afuera. Pero producción nacional no hay, no hay disqueras que se interesen. Claro que los que no hacemos música comercial nunca hemos vivido del disco: el disco es promoción, es decir: hice este trabajo y puedo mostrarlo, dejar constancia. De plata ni se habla (risas).
–Es decir que graba más afuera que en su país.
–Sí, de hecho aquí en la Argentina se consiguen muchos de mis discos que allá no se consiguen. Para el penúltimo disco, Canciones de Henry Martínez, la primera edición se hizo para una fundación cultural que hay allá, que hace cosas muy buenas. Pero hacía seis años que estaba el material listo para grabar y no había posibilidad.
La carrera profesional de Cecilia Todd comenzó en la Argentina, adonde llegó en 1973, dice, “de una manera absolutamente inconsciente: yo me iba a ir a Brasil a estudiar, y no se dio, así que torcí el rumbo hacia acá, con un desconocimiento total. Yo sabía que venía a estudiar técnica vocal, pero nada más”, cuenta. Fue Mercedes Sosa, además del grupo Buenos Aires 8, la que la animó a venir a estudiar con su maestra, Susana Naidich. “Humanamente, lo que hice en esa época sigue siendo valiosísimo, sobre todo por los amigos que hice. Y profesionalmente empecé un camino y hasta hoy sigo recogiendo los frutos, por eso estoy aquí. Si hasta grabé mi primer disco en la Argentina”, recuerda la cantante.
–¿Por qué cree que quedó esta conexión especial con el público local?
–Realmente no sé qué es lo que pasa, pero es mutuo. Después de Venezuela, mi público está aquí, y no lo digo por decir. Imagino que tendrá que ver con el tipo de música que hago, que para ustedes suena completamente diferente. La música de Venezuela es rica, fresca, una cosa así como un agüita clara. Pero esa pregunta habría que hacérsela a la gente que me escucha, ¿no cree?
–Su disco En vivo en la Argentina, editado recientemente y grabado en 1994, parece pensado como un festejo de aniversario.
–Es un disco que no estaba planificado para nada, salió porque tenía que salir, vino como un caramelo. Escucharon la cinta y advirtieron que la grabación era muy buena. Está bien porque fue un concierto muy particular: hacía no sé cuánto tiempo que no venía a Buenos Aires y fue un reencuentro muy emocionante. Es un concierto que siempre tenemos muy presente, como tantos aquí en Buenos Aires.
–¿Cómo describiría el panorama actual de la música venezolana? Aquí no llega mucho.
–No, claro, ¡qué va a llegar! En Latinoamérica estamos todos aislados, nos conocemos muy poco entre nosotros. Allí es impresionante la cantidad de gente nueva que hay haciendo cosas, en todo el país. Pero cuesta mostrarlo.
–Y de la música popular nuestra, ¿qué llega a Venezuela?
–Nada. Allá se conoce a Mercedes, por supuesto, Facundo Cabral, Fito Páez, pero en un público muy selectivo, el que está pendiente. Después no llega nada. Ahora, de lo comercial, todo.
–En su última visita, usted hacía una descripción bastante dramática de la separación social que existía en Venezuela, entre chavistas y antichavistas. ¿Cuál es la situación actual?
–Ese fue un momento álgido. Entonces no lo entendí, y sigo sin entenderlo (risas). Pero ese momento crítico pasó. Sigue habiendo una separación entre los chavistas y los escuálidos, como se le dice a la oposición. Fue después de una marcha con muy poca gente, a la que Chávez calificó de escuálida. Ahora ellos mismos tomaron ese nombre, hasta hay remeras que dicen “soy escuálido”. Pero afortunadamente han bajado los ánimos.
–¿La comunidad artística ha tomado postura?
–Sí, no nos hemos mantenido al margen. Por ejemplo, desde hace dos meses hay una nueva ley que obliga a las emisoras a pasar música venezolana. Y esto fue porque la música nacional no existía en Venezuela, con todo lo que eso implica. Nos movilizamos hace dos semanas en defensa de esa ley. Se hizo un concierto muy bonito en el teatro Teresa Carreño, donde participamos un sinfín de músicos. Algunos fueron invitados y no quisieron ir, porque decían que era del gobierno, y no hubo quién les hiciera entender que se trataba de celebrar que tenemos una ley que defiende nuestra música, y que es del Estado, no del gobierno. Todos los días me entero de alguien que no quiso ir. Hay muchas pasiones de por medio, y las pasiones no dejan pensar claramente.
–¿Cómo está funcionando la ley?
–Muy bien. ¡Nos estamos oyendo por radio, eso es insólito! Además está bien diseñado, no sólo se pasa el tema, hay que dar el nombre de la canción, del compositor, toda la información. Eso es muy bueno, porque la gente en Caracas no sabe qué es un tambor beleño, que hay en el Estado Falcón. Y en el Estado Falcón no saben que existe un calypso. Hay gente a la que le molesta que sea obligado, muchos artistas se han opuesto por eso. ¿Pero cuándo antes tú te oías por radio? Ahora la gente sabe que tú existes. Claro que es una pena que tenga que ser por ley, pero es que espontáneamente no pasaba. Y además la ley es muy antigua. La ley del uno por uno: por una canción de afuera, una nuestra. Sólo que ahora está bien explicitado que hay que pasar música nuestra en horario central: antes la pasaban a las tres de la mañana. Fue una ley muy discutida, donde participó mucha gente del medio, no se hizo a lo loco. Luego las radios alegaban que no tenían material: otra vez lo de las disqueras. Entonces el Ministerio de Comunicación sacó 25 discos de música venezolana que se están repartiendo por todas las radios del país, con música de ahorita, de hace cuarenta años, del último señor que canta tal canción... Se hizo un trabajo de investigación importante y bello.
–¿Usted se define como chavista?
–Nunca he participado en política, no he militado ni militaría, simplemente porque no sirvo para seguir líneas partidarias. Pero por supuesto que estoy identificada: estuve año y medio dirigiendo una fundación cultural que depende del Ministerio de la Cultura. Ese ministerio tiene 27 entes tutelados: una editorial, un museo, la Casa del Artista, el Instituto de Cine, el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos... Allí había gente que tenía 20, 30 años en los cargos. Chávez decidió hacer borrón y cuenta nueva y lo anunció en su programa Aló presidente. Automáticamente, todos los que fuimos nombrados quedamos clasificados. No me importa, porque en muchos casos estoy de acuerdo: no puedo estar en desacuerdo con que acaben con el analfabetismo, con que la gente que vive en un barrio marginal a las 3 de la mañana se le enferma el hijo y tenga un médico al lado de su casa, como nunca había pasado, con que haya acceso a las universidades, al bachillerato... Para mí es de cajón. Pero bueno, no es así para todo el mundo. Afortunadamente, no todos pensamos igual.