Horacio Guarany interpreta que el gobernador de la provincia, Daniel Scioli, entendió que la música no es sólo un entretenimiento. “La música es la savia, la sangre de un pueblo”, dice. Y sigue: “Piensen en el tango de los porteños, en la chacarera de los santiagueños, en la zamba de los tucumanos, en la tonada de los cuyanos o en el chamamé de los correntinos..., si usted le saca la música al hombre se destruyen sus verdaderos valores”. Más allá de cierta adulación política –depende del ángulo de mirada, claro–, Guarany, ducho en adulaciones, al cabo, se expone como un buen cronista de lo que podría pasar entre esta tarde-noche y el domingo durante el primer Festival Internacional de Folklore organizado, precisamente, por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, que preside Juan Carlos D’Amico. “No hay que ser patriotero, pero tampoco hay que ser tonto y negar la sangre nuestra, porque cada país tiene su música, por eso nosotros no debemos negar nuestra hermosa música”, continúa el hombre, casi uno más entre los 50 artistas que animarán la iniciativa en el Anfiteatro Del Lago (1 y 53, La Plata), un enorme espacio al aire libre restaurado y reabierto para la ocasión.

“Es un festival especial porque está dentro de un proyecto que comenzó con una idea extraordinaria que apoyamos todos, que fue abrir un sello discográfico y apoyar a las jóvenes figuras para que tengan posibilidad de mostrar sus propuestas y sus trabajos. Además, como dice el gobernador, esto tiene que llegar a los colegios, porque en una época nosotros hacíamos música en la escuela y eso era una motivación que quizá nos mantenía alejados del ocio”, agrega otro grande que no ahorra elogios: Víctor Heredia. Ambos, Heredia y Guarany, serán parte de un cartel que incluye varios exponentes del folklore mainstream argentino (Soledad, Los Nocheros, el Chaqueño Palavecino, Peteco Carabajal, Suma Paz, Argentino Luna y Jaime Torres, entre otros) más ciertos artistas extranjeros que concretizan, con sus nombres, el agregado de “internacional”: la española Nati Mistral, el cantautor brasileño Luiz Carlos Borges, un payador uruguayo, José Curbelo, y el arpista de Paraguay Francisco Giménez. Dice éste: “Me parece significativo que en Argentina se realice un Festival Internacional de Folklore. Es una modalidad de la que yo he participado en otros países del mundo, principalmente en Europa Central, Europa del Este y Japón. Está bueno poder encontrarme con otros artistas latinoamericanos, con quienes comparto una idéntica raíz y un mismo destino”. El notable arpista prevé mostrar un set poblado de polcas y guaranias –ritmos característicos del Paraguay– acompañado por una pequeña banda (dos guitarristas y un bajista) más la bailarina Sandra Ferreira.

Con el resurgimiento de entre las cenizas del polémico Julio Márbiz, director y conductor, el festival quedará formalmente inaugurado esta tarde-noche, a partir de las 19, con las actuaciones de Nicolás Membriani, Diabla Dúo, Ramona Galarza, José Curbelo, Suma Paz, Antonio Tarragó Ros y el Chaqueño Palavecino. Las entradas cuestan entre 15 y 30 pesos –por día– y entre 48 y 100 el abono por las cuatro jornadas. “Las expectativas son positivas: que le guste a la gente lo que venimos ofreciendo hace dieciséis años y que además podamos brindarle no solamente al público sino a los organizadores la mayor colaboración posible para que esto sea de verdad un festival y que no se transforme en una cosa comercial. La idea es que los artistas podamos venir a demostrar lo que somos y lo que hacemos, no en dos o tres canciones, sino en un tiempo prudencial acorde con lo que cada uno puede ofrecer”, señala, atenta, Yamila Cafrune, la hija del gran folklorista muerto hace treinta y un años, que actuará el sábado, el mismo día que Guarany.

Además de los recitales en el escenario principal, el festival propone una serie de actividades gratuitas que van de un espacio generado para exponer negocios relacionados con el género (el sábado será el lanzamiento oficial del sitio web Folklorear), una feria artesanal, la realización de un fogón abierto (piloteado por Horacio Fontova y Teresa Parodi), clases de baile y la peña eléctrica, un colectivo diverso de nuevos artistas. Entre ellos, Camilo Carabajal, del Trío Tremor. “La Peña Eléctrica es un emprendimiento que nuclea a diversos artistas y grupos que, aunque posean estéticas distintas, comparten una misma mirada sobre el folklore y la búsqueda de una identidad que rescate y se apropie de los diversos elementos de la tradición pero desde el presente”, explica Carabajal, que toca bombo legüero, guitarra, charango, ronroco y sintetizador. Fulanas Trío, tres mujeres que sorprendieron a propios y extraños durante el último festival de Cosquín, también será de la partida: el viernes a primera hora. “Está todo bien si el eje central del festival es el arte, no sólo en lo estrictamente musical, sino en las posibilidades de intercambio y participación que generan las charlas y las mesas redondas. Nos gusta el intercambio, nos enriquece”, dicen ellas, que aprovecharán otra oportunidad para presentar el disco Azúcar de caña, un fresco de folklore latinoamericano que se pasea por resignificaciones vitales de Violeta Parra, Henry Martínez, Carlos Aguirre y Chico César que, a través de ellas, también estarán presentes.