Mar 14.04.2009
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MUSICA › BRUCE SPRINGSTEEN, ASEDIADO POR ESCáNDALOS DE TODA CLASE

Corren malos días para ser “El Jefe”

La semana pasada, un hombre lo acusó de ser el responsable de la infidelidad de su esposa. Pero además el rocker debe lidiar con problemas en la venta de entradas de su nueva gira y las críticas por haber cerrado un trato con Wal Mart.

› Por Guy Adams *

Bailar en la oscuridad es una cosa. Pero, como Bruce Springsteen acaba de descubrir, hacerlo con la mujer de otro es la clase de mala conducta que puede devastar la reputación de un campeón de la Norteamérica puritana. El veterano cantante, que se hizo grande cantando las crónicas de la lucha del hombre común durante más de treinta años, fue la semana pasada forzado a montar toda una operación de relaciones públicas tras el curioso incidente en el que fue nombrado –él sostiene que erróneamente– como el proverbial “otro hombre” en un agrio juicio de divorcio.

Arthur Kelly, empleado de una compañía de hipotecas de West Long Branch (New Jersey), alegó en la Corte que su esposa por 17 años, Ann, compartió el lecho con Springsteen “varias veces y en varios lugares, demasiado numerosos para mencionarlos”, tras conocerlo en un gimnasio. La denuncia de Kelly surgió de un juicio por la custodia de los dos hijos de la pareja, además de varios reclamos de pago de manutención. Para el deleite de los tabloides de supermercado típicos de los Estados Unidos, el asunto fue publicado también online, donde los fans se enteraron de detalles tortuosos sobre cómo la señora Kelly había supuestamente “cometido adulterio con un tal Bruce Springsteen que reside en Rumson, New Jersey, y Colts Neck”. Hasta ahí, sólo un poco de rock and roll. Pero ahora The Boss, que tiene casi sesenta años y le lleva 15 a Ann Kelly, tiene mucho por perder con estas acusaciones de infidelidad. Y no se trata sólo del afecto de su esposa por casi dos décadas, Patti Scialfa, ex cantante con la que tiene tres hijos.

Para cierta clase de estadounidenses, vestidos de jean y votantes de los demócratas que supieron utilizar la canción “Born in the USA” como himno contra la guerra de Vietnam, o un vasto catálogo de temas que cuentan la lucha del hombre trabajador, se supone que Springsteen es un orgulloso símbolo de los limpios y honestos valores familiares que sostienen a su gran nación. Su toma de postura en los asuntos públicos quedó remarcada en el modo en que se puso a la cabeza de sus colegas del show business para mostrar su apoyo por el candidato demócrata Barack Obama, que lo llevó a actuar en una serie de conciertos para la recolección de fondos de la elección presidencial, y presentarse también en la fiesta inaugural en Washington DC.

El escándalo de la semana pasada, además, llega encadenado con una serie de contratiempos menores que deja a los seguidores preguntándose si, por primera vez desde que alcanzó la fama a mitad de los ’70, Springsteen no estará a punto de sufrir un extraño revés en su carrera. El lanzamiento de su gira mundial, que comenzará en el verano boreal en el festival de Glastonbury, acaba de ser salpicado por un desafortunado escándalo relacionado con la venta de tickets. Y también se revelaron embarazosos detalles de las negociaciones con la cadena Wal Mart por un disco recopilatorio. Mientras tanto, la idea inicial de salir del asunto del juicio de divorcio sin tener que apelar a una campaña de prensa fue finalmente abandonada. El jueves pasado, el publicista de Springsteen decidió derivar las preguntas sobre el conflicto a una declaración cuidadosamente pensada y publicada en el sitio web del músico. “Dudé en utilizar este sitio para algo personal, creyendo que debe permanecer como un lugar donde los fans de mi música pueden sentirse libres de las distracciones que usualmente surgen con el resto de mi trabajo”, dice. “De todos modos, a causa de los infundados y horribles rumores que han aparecido en los diarios en los últimos días, decidí que no puedo dejarlos pasar sin hacer un comentario. Patti y yo hemos estado juntos por 18 años, los mejores 18 años de mi vida. Hemos construido una hermosa familia, a la que amamos y queremos proteger, y nuestro compromiso por el otro es tan fuerte como el día en que nos casamos.”

El comentario podría haber estado bien elegido, pero en una segunda lectura puede haber dejado a los fans con una rara sensación de déjà vu: pronto se descubrió que la declaración había sido posteada originalmente en el sitio de Springsteen en 2006, cuando también fue acusado de engañar a Scialfa, esa vez con una viuda del 11-S a la que habría conocido en la organización de un concierto a beneficio de las víctimas del atentado terrorista. Si Springsteen, o de hecho cualquier estrella, puede zafar “reciclando” una desmentida de infidelidad, es algo que está por verse. De todos modos, tiene cierta práctica: en 1988 se reportó que tenía un romance con Scialfa estando aún casado con Julianne Philips, quien presentó una demanda de divorcio dos meses después.

El supuesto romance ciertamente choca con la posición de Springsteen como héroe totémico de los trabajadores americanos, una reputación que lo ayudó a vender más de 120 millones de discos, ganando en el proceso nada menos que 19 premios Grammy, dos Globos de Oro y un Oscar de la Academia. En contraste con otras estrellas veteranas, él nunca sufrió una baja en su popularidad. Pero su camino reciente tiene algunos bemoles. El año pasado lanzó el celebrado álbum Magic, que fue señalado por la crítica como uno de los mejores de su carrera. Pero sus esfuerzos más recientes recibieron críticas mezcladas. Aunque sigue agotando estadios y en febrero recibió ese gran premio simbólico que es actuar en el entretiempo de la ceremonia norteamericana por excelencia –el Super Bowl–, muchos opinan que el más reciente Working on a dream no sostiene el estándar de su predecesor.

La decisión de lanzarse a una gira mundial con su grupo de siempre, la E Street Band, también disparó los temores de que quizá Springsteen confía demasiado en su popularidad. “Es realmente sorprendente que salga de nuevo con un nuevo disco y gira mundial tan pronto”, señala Rob Kirkpatrick, quien acaba de publicar el libro Magic in the Night: The Words and Music of Bruce Springsteen. “Si se consideran todos los grandes discos y giras que hizo con la E Street Band en el pasado, siempre hubo un período de descanso de un año o dos. Terminó la gira de Magic a mediados de 2008, y estamos a comienzos de 2009 y ya hay un nuevo disco en las estanterías y un nuevo itinerario en marcha.” Sobre el nuevo disco, el autor apunta: “Quizá porque llegó tan pronto después de Magic, Working on a dream parece de algún modo un ‘disco de mesa de edición’, con material no tan fuerte como el del anterior”.

El lanzamiento del tour también llegó a los titulares de Estados Unidos por las razones equivocadas, luego de que Springsteen quedara involucrado en un desagradable asunto sobre la venta de entradas. Los fans que querían comprar tickets para los conciertos estadounidenses a través del sitio de Ticketmaster eran redirigidos a TicketsNow, una subsidiaria de la firma que vendía las mismas entradas a precios vastamente inflados. Esto llevó a que Bruce emitiera una declaración en la que se manifestaba “furioso”, y aclaraba que no estaba al tanto del desvío. “Percibimos esto como un conflicto de intereses”, apuntó, en su nombre y en representación de su banda. “El abuso de nuestros fans y nuestra confianza por parte de Ticketmaster nos puso tan furiosos como a ustedes.” El hecho está actualmente siendo investigado por el Departamento de Justicia.

Por si esto fuera poco, en enero Springsteen se encontró en el centro de otra potente disputa, luego de firmar un acuerdo de venta exclusiva de un disco de grandes éxitos a través de la cadena de tiendas Wal Mart. La movida provocó acusaciones de que el músico había traicionado sus principios, ya que Wal Mart se niega a reconocer a los sindicatos, y a menudo es acusado por organizaciones como Human Rights Watch por el maltrato a una planta de trabajadores mal paga. “Fue un error”, le dijo el músico poco después a The New York Times, admitiendo que su management había “dejado caer la pelota” y agregando: “Estábamos en el medio de un montón de cosas, el acuerdo apareció y realmente no lo examinamos como acostumbramos”. Pero Springsteen tiene un gran equipo de management, cuyo trabajo es precisamente no cometer errores. Y emitir disculpas y desmentidas se ha convertido en un incómodo hábito regular.

En septiembre, Bruce Springsteen cumplirá 60. Si quiere que su popularidad continúe en su séptima década, deberá encarar una nueva dirección. “Por más frescos que estos últimos discos hayan sido, no sería una gran sorpresa si Springsteen tomara un nuevo camino para su próximo proyecto, sea cual fuere”, agrega Kirkpatrick. “Todavía está en un punto en el que la gente está expectante por lo que vendrá.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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