Martes, 5 de mayo de 2009 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A LA CANTANTE Y AUTORA MARíA JOSé DEMARE
Sobrina de Lucio Demare, es una de las pocas tangueras que se animan a cantar y contar el Buenos Aires de hoy, sin nostalgia ni denuncias explícitas. Dice que “las mujeres se sienten reflejadas” en sus canciones, aunque ahora interpreta también temas de otros.
Por Karina Micheletto
Que al tango le faltan letras actuales es una suposición que se viene debatiendo desde hace rato, y están quienes lo certifican y los que oponen ejemplos en contrario. Lo cierto es que al género le cuesta encontrar la forma de contar el Buenos Aires de hoy. María José Demare es una de las que lo logra, y para eso se vale de una mirada que no cae en descripciones nostalgiosas, ni en la denuncia sin vuelo. No sólo eso: canta sus letras, con una voz bien plantada, como su estilo, firme y decidido. Como ninguna, llamó a su nuevo espectáculo, y habrá que prestar atención a lo que anuncia de ella misma. Hoy y el próximo martes lo presenta en Notorious (Callao 966), acompañada por Juan Ignacio Esteguy en piano, Javier Arteaga en bajo y Adolfo Trepiana en bandoneón.
María José Demare tiene su propio hit, “La diabla”, la cruda fotografía de una travesti de La Boca. Otro de sus tangos más conocidos es “Cibernética Buenos Aires”: “Buenos Aires, desnuda, cibernética y cruel, hoy bohemia es trasnoche abrazado a Internet, ya la luna no brilla en ninguna parilla... Chiquilín de Bachín es un yuppie sin fe”, describe en esa letra. Hay otras mujeres, urbanas y actuales, retratadas por los tangos de Demare: “La mujer golpeada”, “Mujer peligrosa”, la de “Prohibido”, la de “Sin heridas”. Por sus letras desfilan la mujer que se resiste a la cirugía, la que se anima a una historia con un hombre bastante menor, la que representa un peligro para las casadas, la que empieza a registrar las miradas de los hombres porque ha levantado el duelo de la separación. “Hablo de lo que me pasa a mí, y las mujeres se sienten reflejadas”, dice ella sobre su receta compositiva.
En los últimos años Demare amplió su repertorio, que ya no está compuesto exclusivamente por temas propios. “Durante mucho tiempo hice sólo temas míos, no aceptaba salirme de ahí. Eso me ponía en un lugar muy incómodo, me cerraba puertas. Probé abrir el panorama y me gustó”, explica. En su repertorio actual hay, claro, temas compuestos por su tío, el pianista y compositor Lucio Demare. “Algo a lo que también me negaba antes –sigue contando–, era como que me quería despegar, quería decir: no soy solamente sobrina de Lucio (ni hija de Lucas, el director de obras como La guerra gaucha). Hasta que finalmente entendí que no era colgarme de ellos, sino simplemente asumir mi herencia, y lo tomé como algo lógico y natural”. Además de las mujeres de sus propios tangos, en su nuevo show la cantante interpreta a otras como “Grisel” o “Malena”, se anima con una versión de “Me amas y me dejas”, de Sandro, con el bolero “Sombras nada más”.
Se le dice a la Demare que se la ve muy linda, y ella ofrece una explicación: “Me siento linda, sí. Y es porque estoy feliz con mi trabajo, vivo enchufada haciendo lo que me gusta. Y además, me está llegando el tiempo de los reconocimientos”. Entre esos reconocimientos hay algunos de los que se enorgullece especialmente. El título de Académica de la Generación Intermedia, otorgado por la Academia Nacional del Tango, por ejemplo. “Me llamó Ferrer y me dijo: ‘Quiero que me traigas tus letras’”, recuerda. O un piropo especial que le dejó Eladia Blázquez antes de morir: “‘Me encanta lo que hacés, ¿sabés que no puedo hablar de Buenos Aires como vos? Quiero, pero no puedo.’ Eso me dijo. No lo podía creer. Esa noche no dormí”, asegura.
Demare también computa como reconocimiento el que le prodigó Cacho Castaña, cuando la convocó para que fuera la única invitada de su último disco, cantando un tema suyo. “Me llamó y me dijo: ‘Sabés que sos la mejor autora que tiene el tango hoy, ¿no? ¡Me mata ‘La diabla’!’. Yo estaba dando clases y creí que era algún amigo que me hacía una broma. Pero no, era la voz de Cacho. Y era Cacho, nomás.” Así terminó cantando ese tema como invitada de los shows del autor de “Café la humedad” en el Opera. “Empiezan a venir estas cosas, y eso hace que uno se relaje. O que compruebe que eso de ‘seguir una carrera’ no es llegar a ningún lado, sino mantenerte tranquila en lo tuyo, fiel a tu estilo y a lo que querés ser”, define.
Además de sus propios shows –con los que planea seguir cantando por el interior del país, y también una gira por Italia– Demare también se presenta en el Café de los Angelitos, todos los jueves, en un espectáculo con una estética totalmente diferente, mucho más tradicional. “Estoy con una orquesta que toca tipo Canaro, hago dúo con Guillermo Galvé, vestida de gala, con rodete y todo. Es otra historia, pero me encanta”, dice. También da clases de interpretación en la escuela de Valeria Lynch: “Otro trabajo que disfruto muchísimo, trato de pasar herramientas para un trabajo muy puntual que es el de interpretar. Pero cantar es emprender un vuelo, y ese vuelo es personal”, advierte. En eso está esta morocha, que se presenta Como ninguna.
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