En 1896, Charles Ives estudiaba en Yale y compuso su primer Cuarteto para cuerdas. Sus tres últimos movimientos fueron pensados para acompañar el servicio religioso y, de la misma manera que el primer movimiento, están basados en himnos protestantes norteamericanos. Seis años después, en París, Maurice Ravel escribió su única obra para esa conformación instrumental, todavía fuertemente influida por el Cuarteto de Debussy, de 1893. Y hoy a las 20.30, el Cuarteto de cuerdas Emerson, el más importante de las últimas décadas, tocará en Buenos Aires las obras de Ives y Ravel, además de una de las obras maestras de todo el repertorio: el penúltimo Cuarteto de Schubert, en Re menor, numerado como 14, catalogado como D.810 y subtitulado “La muerte y la doncella”.

El concierto, al igual que en el que, mañana, el Emerson interpretará el Cuarteto de cuerdas en Fa Mayor, Op. 74, Nº 2 de Franz-Joseph Haydn, el Cuarteto de cuerdas Nº 13, en Si bemol mayor Op. 138 de Dmitri Shostakovich y el Cuarteto Nº 12 “Americano”, en Fa mayor, Op. 96, de Antonin Dvorák, pertenece al ciclo del Mozarteum Argentino. En el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125), el grupo de cámara que más distinciones acumula por sus grabaciones discográficas hará dos programas sin concesiones ni obras de relleno. Lo que no llama la atención en un grupo que marcó hitos no sólo en su carrera sino en la propia historia de las versiones editadas en disco, como sus integrales de los cuartetos de Beethoven, de Bartók y de Shostakovich, donde la perfección técnica y el rigor interpretativo se dan la mano con la expresividad y el poder de comunicación. El panorama que brindará el grupo, yendo desde la obra escrita por Schubert en 1826 –y que en su furioso comienzo relee al último Beethoven– a la que Shostakovich compuso en 1970 en un instituto neurológico, medicado contra una progresiva parálisis y contra dolores lacerantes, es por otra parte un paisaje estético de singular riqueza. En particular esta composición de Shostakovich, que como sus otros cuartetos tardíos tiene una especie de cualidad alucinatoria, es una obra de una originalidad y una fuerza pasmosas, incluyendo una suerte de versión surrealista del jazz en el centro de una estructura simétrica.

Artistas exclusivos de Deutsche Grammophone, el Emerson tiene dos particularidades. Por un lado, los violinistas Eugene Drucker y Philip Setzer se alternan en el lugar de primer violín. Por otro, este genial cuarteto que toma su nombre del poeta y filósofo Ralph Waldo Emerson y que se completa con el violista Lawrence Dutton y el violoncellista David Finckel, toca de pie y no sentado. Incluso el cellista lo hace de esa manera, colocando el instrumento en un pequeño podio. Fundado hace 33 años, treinta de sus grabaciones fueron premiadas con distinciones como el Premio Alemán del Disco y el de la Academia Charles Cros. Ostentan también el record de haber obtenido ocho premios Grammy, incluyendo dos al Mejor Album Clásico, premio sin precedente para un conjunto de música de cámara; tres premios Grammophone y el ansiado premio Avery Fisher. Esta temporada incluye más de 80 compromisos en el mundo entero, con una serie de dos conciertos en el Kennedy Center (Washington DC), tres en Wigmore Hall (Londres) y dos en la sala Queen Elizabeth en el South Bank Centre (Londres), como así también tres presentaciones en Israel. En Europa, su gira incluye actuaciones en España, Alemania, Italia, Dinamarca, Suiza y Francia. En este viaje tocarán, además de en Buenos Aires, en Brasil, Uruguay y Chile. Compromisos en Norteamérica incluyen conciertos en el auditorio Stern del Carnegie Hall, además de conciertos en San Francisco, Stanford, Filadelfia, San Diego, Seattle, Boston, Montreal, Vancouver, Louisville y Houston.