Lunes, 6 de julio de 2009 | Hoy
LITERATURA › “BORGES, ENTRE EL ESCRITOR Y EL TRADUCTOR”
María Kodama, María Esther Vázquez y el español Manuel Ramiro Valderrama, entre otros, participaron de un foro internacional de traducción, donde el eje estuvo puesto en el autor de El Aleph.
Por Silvina Friera
La condición anfibia de Jorge Luis Borges, en su doble rol irreverente de escritor y traductor, sigue dando tela para cortar. El autor de El Aleph dio un paso más allá al objetar el concepto de “texto definitivo” y la noción de que las traducciones son necesariamente inferiores a los originales. El concepto borgeano de “infidelidad creadora”, marca central de su escritura y elemento clave a la hora de trasladar un texto de un idioma a otro, ha sido uno de los ejes de los debates planteados en “Borges, entre el escritor y el traductor”, en el marco del II Foro Internacional sobre traducción Especializada, que finalizó el sábado en la Universidad del Salvador. Organizado por el Colegio de Traductores Públicos, participaron de estas jornadas María Kodama, el especialista español Manuel Ramiro Valderrama; María Esther Vázquez, María Rosa Lojo, Rolando Costa Picazo, Martín Hadis, Sergio Waisman, Alicia María Zorrilla, Teresita Valdettaro y María Isabel Zwanck, entre otros. Waisman, autor de Borges y la traducción (Adriana Hidalgo), analizó las contribuciones de Borges al pensamiento teórico sobre la traducción en sus principales ensayos: “Las dos maneras de traducir”, “Las versiones homéricas” y “Los traductores de Las 1001 y una noches”.
En el final del ensayo “Los traductores de Las 1001 y una noches”, Borges “nos deja con la fantasía literaria de cómo serían las Noches si alguien como Kafka las hubiera traducido al alemán”, comentó Waisman, traductor y profesor de literatura latinoamericana en la George Washington University. “Traducir ‘después de una literatura’ con ‘infidelidades creadoras’ sería el modo de comenzar a realizar la potencialidad de la maltraducción; escribir ‘después de una literatura’ con ‘infidelidades creadoras’ sería el modo de comenzar a realizar la potencialidad de los márgenes’, comparó Waisman, que incorporó a la discusión ciertas ideas claves de “El escritor argentino y la tradición” y del cruce entre las búsquedas épicas de Odiseo y del Judío Errante en “El inmortal”.
La escritora e investigadora María Rosa Lojo reflexionó sobre cómo Borges se aparta de las antinomias sarmientinas del Facundo al enfocar el conflicto civilización/barbarie “mucho más allá de la escena americana o sudamericana”, en tanto conflicto ancestral continuamente repetido en el mapa de la Historia. Un relato ejemplar es la “Historia del guerrero y de la cautiva”. Según la autora de La princesa federal, “las vidas disímiles en localización temporal y espacial del guerrero lombardo Droctulft y de la cautiva inglesa en la toldería pampa quedan unidas en una ‘historia’ única que manifiesta dos facetas de la misma pasión humana”. Las antinomias en manos de Borges “se despojan de positividades y negatividades, y tanto vale en la historia universal, el guerrero lombardo que abraza la causa de Ravena, deslumbrado por el ‘orden’ de la civitas, como la inglesa cautiva que se asimila a la vida de las tolderías, y puesta frente a la opción de abandonarla, elige la libertad del espacio abierto, la ‘hediondez y la magia’”.
Lojo agregó que a la habitual y transgresora “estética de la mezcla”, Borges realiza además una equiparación audaz, combinando en un mismo plano jerárquico intertextos y extratextos dispares en centralidad con respecto a los paradigmas canónicos de la cultura occidental. Gibbon y Croce, célebres autoridades europeas, le proporcionan una mayor densidad a la trama intertextual de la historia de Droctulft. La historia de la cautiva se entreteje ante todo con un clásico de la periferia, el Facundo, tácitamente presente en el relato. También Borges apela a su biografía familiar, la memoria de su abuela Fanny Haslam. “La lengua criolla menospreciada, los héroes vernáculos, los ‘bárbaros’, ascienden a una insólita jerarquía en la obra de alta cultura letrada que Borges emprende, lo mismo que sucede en cierto modo con la lengua romance del pueblo italiano, que deja de ser un ‘dialecto bárbaro’ para convertirse en la materia ‘noble’ de la más alta cultura”.
Martín Hadis, autor de Excéntricos y literatos. Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges, recordó que el escritor heredó de sus ancestros ingleses tanto su formación como su pensamiento, que constituyeron el andamiaje y la columna vertebral de su obra, pero además afirmó que el legado criollo fue igualmente importante en la conformación de su universo literario. “La palabra mestizaje desciende del latín mixtus, participio del verbo miscere, ‘mezclar’, y éste es sin duda el vocablo más apto para describir el proceso del que surge Borges: su doble linaje inglés y criollo le da la posesión desde muy pequeño de dos idiomas, de dos mentalidades y dos culturas, convirtiéndolo desde sus inicios en un escritor infinitamente más rico que lo que jamás hubiera sido si hubiera contado con una única herencia cultural”, recordó Hadis. “Esta herencia doble otorgó a Borges una ciudadanía universal, permitiéndole observar a cualquiera de sus dos linajes ‘desde afuera’, con una visión de extranjero.”
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