Martes, 28 de julio de 2009 | Hoy
MUSICA › MIRIAM MARTINO Y SU HOMENAJE A FIGURAS DE LA MúSICA POPULAR
Todos los sábados en el teatro El Búho, la cantante y actriz presenta un espectáculo en el que, junto al guitarrista Germán Martínez, rinde tributo a Chabuca Granda, Eladia Blázquez y Violeta Parra, “artistas que marcaron un antes y un después”.
Por Karina Micheletto
Con un formato que borda el teatro con la canción, las vidas y obras de Chabuca Granda, Eladia Blázquez y Violeta Parra, tres mujeres fundamentales de la canción latinoamericana, aparecen tejidas por el hilo de la canción, pero también del relato y la actuación. Miriam Martino es la actriz y cantante encargada de poner manos a la obra en esta costura musical y poética, todos los sábados a partir de las 18, acompañada por el guitarrista Germán Martínez, en un espectáculo que se viene presentando desde mayo en el teatro El Búho (Tacuarí 215).
El recorrido propuesto invita a descubrir los mundos de estas tres figuras de la música y la poesía en diferentes segmentos temáticos, a través de sus canciones, pero también de breves “pinceladas” de textos extraídos de sus declaraciones en reportajes, documentales y poemas. De este modo van apareciendo a lo largo del espectáculo los comienzos en la música, la poesía, el amor y el compromiso social que –de una u otra forma– era común a estas tres mujeres. “Sus palabras y sus músicas nos siguen doliendo, conmoviendo y, también, a veces, nos hacen sonreír”, describe Martino, encargada también de la puesta y el libro de la obra.
Martino se largó a cantar profesionalmente entre los ’70 y ’80, acompañando a figuras como Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana –“en lo que en ese momento señalábamos como folklore de proyección”, según sitúa–, y en espectáculos de tango, “cantando cosas de Héctor Negro, Carmen Guzmán y Eladia Blázquez”. “Pero también estudié teatro y durante muchos años hice espectáculos que tenían tanto de actuación como de canto, fue entonces cuando dejé de hacer recitales –continúa la intérprete–. Fui sintiéndome cómoda en ese formato con el que puedo unir mis dos pasiones, la música y la actuación. En el medio trabajé como actriz en teatro y televisión, pero mi corazoncito siempre apunta a lograr puestas como ésta.”
Martino se tomó varios meses de investigación para llegar a armar su espectáculo, y en ese trabajo fue descubriendo facetas que hasta entonces desconocía en estas tres mujeres que admira desde siempre. “Me pareció fascinante la vida de Violeta, mientras rastreaba su historia no podía dejar de pensar que ella nació en el ’17, es decir que fue de la generación de mi abuela”, comenta. “Realmente fue una mujer de avanzada, su cabeza no tenía nada que ver con la de mi abuela o la de cualquier mujer de esa época, ella pensaba y actuaba como una mujer de hoy.” Martino seleccionó canciones de Violeta Parra como “Maldigo del alto cielo”, un extraño tema que entrelaza un rosario de maldiciones. “No es un tema muy interpretado, excepto por la gente del rock, lo hace por ejemplo la nieta de Violeta, Javiera Parra”, explica.
La actriz y cantante también descubrió que, cuando murió Violeta Parra, Chabuca Granda, conmovida por la noticia, le escribió un ciclo de canciones que cambiaron su estilo creativo, modificando un perfil más bien costumbrista en la temática que abordaba. Más tarde, Eladia Blázquez, en una antología, se referiría a Chabuca Granda como una de las más importantes cantantes vivas de ese momento. “Así que estas tres mujeres estaban más unidas de lo que yo creía –dice Martino–. “Las admiro como artistas integrales: las tres cantan, componen, tocan instrumentos, y lo hacen todo maravillosamente. Las tres son, de alguna manera, trovadoras, artesanas de la canción y de las historias que encierra una canción. Definitivamente, hay un antes y un después de cada una de ellas.”
“En Perú, Chabuca demostró que las mujeres podían hablar de otras cosas, no sólo del amor abolerado” –define la intérprete–. “Aquí, Eladia fue una precursora como mujer en el tango, y con tanta belleza en sus canciones. Violeta, ni hablar, directamente fue una revolucionaria: se dedicó a investigar el folklore chileno, atesorando la memoria del canto popular, metiéndose en los pueblos, grabando a los campesinos. Luego se largó a la composición y también marcó un antes y un después en la canción de su país. Son tres grandes mujeres, tres grandes artistas, y quise rendirles mi homenaje.”
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