MUSICA › LUCIA DI LAMMERMOOR SUBIRA A ESCENA EN EL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA
Es una de las pocas óperas “serias” de Gaetano Donizetti. El clásico conflicto entre dos familias escocesas será recreado a partir de hoy por un gran elenco argentino, con dirección musical de Carlos Vieu y puesta en escena a cargo de Claudia Billourou.
En 1829, Felix Mendelssohn escribió una de sus obras más bellas, La gruta de Fingal, sin haber visto jamás el lugar al que supuestamente hacía referencia. Y es que Escocia era, mucho más que un paisaje, un territorio imaginario. Una historia violenta y un folklore rico en imágenes terroríficas y misteriosas alcanzaban para convertirla en el lugar romántico por excelencia. Ese era el universo que atrajo a Walter Scott para escribir, en 1819, The Bride of Lammermoor, y a Gaetano Donizetti para componer, en 1835, la ópera Lucia di Lammermoor, basada en esa novela. Y es posible que haya sido esa atmósfera mágica la que llevó al compositor a utilizar algunos de los efectos orquestales más originales y efectivos de su carrera, como el solo de arpa que introduce el primer recitativo de Lucia o los dos cellos de la cabaletta mortal de Edgardo.
Con libreto de Salvatore Cammarano, esta obra es, en realidad, una de las pocas óperas serias de Donizetti que quedó en la memoria del género. Y en gran parte debe ese honor a una sola escena, la de la locura de la protagonista, con la que varias sopranos famosas, entre ellas Beverly Sills y Maria Callas, construyeron parte de su celebridad. Pero, más allá del lucimiento vocal y actoral que esa escena permite, hay allí, también, un dechado de artificios y detalles de orquestación destinados a acompañar los veloces cambios de estado de ánimo por los que atraviesa Lucia. En su primera versión, Donizetti eligió la armónica de cristal como el instrumento que acompañaría esos dramáticos contrastes, pero luego lo reemplazó por la flauta. En un momento en que la ópera era el gran entretenimiento burgués, en que se estrenaban nuevos títulos casi permanentemente y en que el acento estaba puesto en las líneas vocales y en el lucimiento de los cantantes, todo el empeño puesto por el compositor en cuestiones instrumentales habla a las claras de que éste no fue, para él, un título más.
Lucia di Lammermoor es una de las cumbres del estilo conocido habitualmente como bel canto, caracterizado por una escritura fuertemente ornamental y por los amplios intervalos de las melodías solistas. Y es uno de los títulos que forman parte del núcleo duro de lo que los teatros de ópera programan en sus temporadas. En esta ocasión subirá a escena en el Teatro Argentino de La Plata, y uno de sus atractivos será el muy buen elenco reunido para interpretarla. Con funciones hoy y mañana a las 20.30, este domingo y el 23, a las 17, será protagonizada por Paula Almerares, (en las funciones de hoy, el 16 y el 23) y María Bugallo (que cantará en la de mañana). Juan Carlos Valls y Leonardo Pastore alternarán en el papel de Edgardo, Fabián Veloz y Leonardo Estévez en el de Enrique Ashton, Christian Peregrino y Mario De Salvo en el rol de Raimundo, Leonardo Pastore y Sergio Spina en el de Arturo de Bucklaw, Vanesa Mautner y María Inés Franco en el de Alisa y, en el de Normanno, Sergio Spina y Gustavo Monastra. La dirección musical estará a cargo de Carlos Vieu, la puesta en escena es de Claudia Billourou, la escenografía e iluminación son responsabilidad de Juan Carlos Greco y el vestuario es de Nidia Ponce.
Lucia di Lammermoor fue estrenada el 26 de septiembre de 1835 en el Teatro San Carlo de Nápoles y su acción tiene lugar alrededor de 1669, en las tierras bajas escocesas, bajo el reinado de Guillermo y María, durante las luchas entre protestantes y católicos. En ese contexto aparece el conflicto entre dos familias, los Ashton y los Ravenswood. Los primeros se encuentran en su apogeo y han tomado posesión del Castillo Ravenswood, la ancestral residencia de sus rivales. Edgardo, el último sobreviviente de los Ravenswood, fue confinado en una torre solitaria ubicada frente al mar. Para ponerse a salvo de los cambios políticos y religiosos, Enrique Ashton planea ganar el favor del influyente Lord Arturo de Bucklaw, haciendo que su hermana Lucia se case con él. Pero, como no podía ser de otra manera, ella ama a quien no debe, el enemigo Edgardo, lo que llevará la trama hacia una tragedia inevitable, con escena de locura incluida.
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