MUSICA › PRIMERA JORNADA DEL PERSONAL FEST 2009
El dúo británico Pet Shop Boys se lució en el club Ciudad de Buenos Aires, donde el público debió desdoblarse e ingeniársela para seguir la enorme y heterogénea oferta de espectáculos.
› Por Luis Paz
Un tríptico con los horarios de los recitales, pañuelos multicolores, cupones de descuento para un local de comida rápida, una remera ganada en un juego conducido por Johnny Allon, otra al gritar fuerte y claro en una carpa, un atado de cigarrillos trocado por respuestas para la base de datos de una tabacalera, un señalador de libro imantado y una tarjeta para bajar gratuitamente dos canciones para el celular. Los quince minutos de ingreso a la primera mitad del Personal Fest 2009 se van en acomodar todo en los bolsillos sin zafar los cierres. Las horas que queden del viernes, en una carrera de slalom por los escenarios.
Uno de los puntos de partida del laberinto es La Nalguita de los Plastilina Mosh. De allí se dobla hacia el funk fiestero de Tony 70 y se llega a la voz aniñada de Loli Molina. El mapa señala un giro de 180 grados hacia las esbeltas canciones de Estelares, infladas con coros de Súper Ratones. Listo, ahí está el escenario principal.
Pero se vacía tras el show de los de Junín y la brújula apunta ahora al suroeste, donde los franceses Tahiti 80 muestran elegancia sonora. Las vallas no dejan seguir al sol en su camino hacia el poniente, así que, volviendo sobre los pasos, se ocupa banquina en la intelligent tech music de Bibio. De vuelta en la ruta, a lo lejos se oye el pop nominal de Leo García (“Boy George”, “Morrissey”), que acaba pronto.
Para ver al uruguayo Nicolás Ibarburu hay que entrar a una isla sin cruzar ningún río. Donde está marcada la cruz, Nicolás Pauls juega con su pibe. Otros comen wok, panchos o snacks, compran discos y remeras o reposan en sillones inflables. Son las 20.30 y la brújula deja de funcionar, pero el “Everybody Dance” de Chic & Nile Rodgers reorienta.
¡Uy, Zero 7 quedó perdido en la senda! Pero no hay tiempo porque ya empiezan Plaid y David Lebon. En distintos escenarios, más bien. La curiosidad se vuelve concepto falible, porque hay que ver la cara del ex Seru Giran cuando intenta hablarle al público encima de los agudos de Chic, que está terminando: “Tanto tingui tingui me cansa. Vamos a tocar rápido, que quiero ir a casa, tomar un Rivotril y ver tele”. Y de eso se trata esto: de música en comprimidos de todos los sabores.
Hasta que llegan Pet Shop Boys y las dudas: ¿de verdad no hay que seguir caminando? De verdad, nada más queda el show integral del dúo de pop londinense. Pero es suficiente: su espectáculo à la Cirque du Soleil incluye cinco cambios de vestuario, un grupo de acróbatas multifunción (que también hacen coros y ponen orden a la escenografía) y un set list que va de clásicos como “Go West” e “It’s A Sin” a las novedades como “Love, Etc” y “Building A Wall”, pasando por un cover de Elvis que a su vez era cover de una canción de Brenda Lee (“Always On My Mind”) y otra de Coldplay (“Viva la vida”). Todo se transforma, todo es frenético. Cada cual inventa sus pasos de baile. La música corre por cuenta de Chris Lowe. El acting vocal es tarea de Neil Tennant. El decorado se derrumba y vuelve a crecer. Y ya son las doce.
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