Vie 04.12.2009
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MUSICA › OPINION

El orgullo de Pescado Rabioso

› Por Bocón Frascino

Recibí la propuesta de integrar Pescado Rabioso para ocupar el lugar de bajista: Luis ya había arreglado con Black y éste le propuso probarme. Black y yo veníamos de tocar con Pappo y estaba convencido de que era el tipo de bajista que Spinetta buscaba. Un día me vinieron a buscar los dos. Black ya me había hablado de esta posibilidad y me tenía convencido, porque en realidad yo me dedicaba a componer y tocar primera guitarra. Ocupar el lugar de bajista no significaba sólo desempeñarme como un profesional (con todo el respeto). Sacar las partes, interpretarlas... integrar Pescado era también seguir provocando el cambio rockero, catalizar lo nuevo, experimentar, estar en comunicación con el público y formar parte de uno de los grupos más importantes de la época.

Yo ya venía con todo un trayecto previo que se había iniciado con “Twist and Shout”, de Los Beatles. Empecé a los 13 años y antes que nosotros, “los fundacionales”, no había rockeros en Buenos Aires. Con Black ya habíamos tocado muchas veces y nos llevábamos muy bien. Luis Alberto venía de dejar Almendra, volvía de Francia y buscaba una formación que fuese... grossa. Jorge Pistocchi alquiló una casaquinta en Ituzaingó, donde fuimos a vivir Luis, Black y yo. Allí ensayábamos, comíamos, dormíamos, hablábamos... de allí salieron temas como “Dulce 3 nocturno” y “Me gusta ese tajo”, compuestos por los tres. Luis dirigía, tenía muy buenos temas; yo coescribí “Dulce 3 nocturno”, “Me gusta ese tajo”, “Algo flota en la laguna” y “Mi espíritu se fue”. Mi rol no sólo fue tocar el bajo, porque todo lo que sucedió en un principio siguió modificándose hasta la grabación de Desatormentándonos, grabado en cuatro canales, sistema analógico, con partes improvisadas en el estudio. Grabé las primeras guitarras en “Dulce 3 nocturno” y la base de bajo, guitarra y solo en “Me gusta ese tajo”. Luego se integró Carlos Cutaia y grabamos “La serpiente (viaja por la sal)”, las teclas de “Me gusta ese tajo”. Yo busqué un puente armónico entre la base y el vuelo de Spinetta: sin dejar de marcar la base, apoyando la tendencia a los riffs que empezábamos a utilizar y armonizando con la guitarra. Pero... yo sentía que me alejaba de la composición y de la viola, que es mi pasión. Empecé a sentirme mal y tuve que optar: seguir con Pescado Rabioso y trascender o sacrificarme por mi vocación. No dudé un instante: hablé con Luis y me entendió.

Cuando me enteré de que se estaba preparando el show en Vélez, llamé a Luis a su estudio, y me dijo: “Me ganaste de mano porque te estaba por llamar”. Creo que Luis Alberto Spinetta merece este homenaje y los premios que ha recibido a lo largo de su trayectoria. El está entre lo más prestigiosos de rock local y los músicos que ocupan esos lugares merecen mi respeto. Le estaré eternamente agradecido por su invitación.

Pasaron 37 años de la separación de Pescado Rabioso, y me emociona tocar en Vélez para el público que nos vio en esa época. Tocar para gente que te dice, por ejemplo: “Permitime que te salude, yo dormía a mi hijo cantándole ‘Dulce 3 nocturno’”. Es muy importante para mí este reconocimiento por parte de Luis, me consuela y reconforta.

Soy rockero y vivo para el rock & roll. Después de Vélez seguiré con Engranaje. Y para los jóvenes de ahora, “Nueva sangre para el viejo monstruo”. Volver a ver a Luis, a Black, a Carlos Cutaia, a David, después de tanto tiempo, los ensayos, los grandes músicos que tocarán antes y después... es simplemente conmovedor.

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