Dom 03.01.2010
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MUSICA › LA MUERTE DE ALBERTO LYSY, UNA LEYENDA DE LA MúSICA

El hombre que quiso transmitirlo todo

Exquisito violinista, discípulo de Ljerko Spiller y Yehudi Menuhin, fundó la Camerata Bariloche, impulsó academias y festivales, y buscó que los músicos no interrumpieran la cadena de conocimientos.

› Por Diego Fischerman

Alberto Lysy tenía, entonces, 32 años. Organizaba festivales de música de cámara en Buenos Aires, con la participación de músicos argentinos y extranjeros y varios de estos músicos viajaban para enseñar en las jornadas de perfeccionamiento que se desarrollaban en el camping musical de Bariloche. En 1967, una serie de ensayos en la sede de la Fundación Bariloche, en una casona llamada Soria Moria ubicada en la zona de Llao Llao, derivó en la creación de uno de los grupos más importantes de la Argentina y, para muchos, un símbolo de lo mejor de la actividad musical y en el país: la Camerata Bariloche. Nacido en Buenos Aires, en el barrio de Caballito, en 1935 y formado por Ljerko Spiller primero y, después, por quien fue su mentor, Yehudi Menuhin, el violinista encaró, a lo largo de su vida, infinidad de proyectos pedagógicos y artísticos. El pasado 30 de diciembre, tras una larga enfermedad, murió en Suiza, a los 74 años.

Desde el primer concierto de la Camerata Bariloche en la Biblioteca Sarmiento de esa ciudad, el 17 de septiembre de 1967, hasta su creación de la Academia Internacional Yehudi Menuhin, de la Camerata Lysy y, hace unos años, del Festival de Cariló, la actividad de Lysy fue permanente. En 1955 había sido el primer argentino en ganar el concurso internacional Reina Elisabeth de Bruselas. Y allí conoció a quien en gran medida daría un nuevo rumbo a su vida. Menuhin era miembro del jurado, junto a David Oistrakh y Zino Francescatti. Y Lysy se acercó para pedirle que le diera clases. Menuhin no tenía alumnos y el joven violinista volvió a su ciudad natal para hacer el servicio militar obligatorio. Pero al poco tiempo, Menuhin lo recomendó a la Fundación Rockefeller y le consiguió una beca para que estudiara con él en Gstaad, tomándolo más como un verdadero discípulo, a la manera de lo que sucedía en los talleres medievales, que como un simple estudiante. Lysy vivió con Menuhin y tocó con él –que además le regaló un Guarnerius– durante años. Menuhin, además, le organizó conciertos junto a músicos como Pablo Casals o Benjamin Britten y lo introdujo al círculo de Nadia Boulanger.

Tanto como solista como al frente de la Camerata Lysy, que creó en 1971, actuó en los principales teatros de Europa y los Estados Unidos y también viajó a China, Japón y la Unión Soviética. Fue dirigido por artistas como Pierre Boulez, Sir Adrian Boult, Colin Davis e Igor Markevitch. Además de la academia con la que honró el nombre de su maestro, creó el Festival Delle Nazioni en Città di Castello y el Festival Internacional Pontino en el Castello di Sermonetta, en Italia, y dirigió los Recontres Musicales en Suiza y festival que llevaba su nombre, en Argentina (que acabó realizándose en Cariló, un lugar que adoraba). En una entrevista con Página/12 había asegurado: “Yo recibí mucho de quienes eran grandes cuando empecé. Menuhin me llevó, por ejemplo, al Festival Casals de Puerto Rico, y como pago por los conciertos pidió solamente que nos quedáramos tocando allí en una serie de conciertos de cámara, para poder aprender junto a Casals. No busco otra cosa que dar a los demás lo que esté a mi alcance para ayudarlos a crecer como músicos. Es decir, dar algo de lo mucho que recibí. La música es un arte que pasa de una generación a otra. Los músicos aprendemos de otros músicos y hasta nos pasamos los instrumentos de unos a otros. Esa es una cadena que llega muy lejos en el tiempo. Es nuestra responsabilidad no romperla. Hacer que continúe. Y aquellos a los que les enseñamos enseñarán a su vez algún día y eso hará que dentro de mucho, mucho tiempo, todavía haya quienes toquen música de Bach y Mozart y Beethoven”.

Las últimas veces que llegó a este país lo hizo junto a su hijo Antonio, violoncellista y también profesor de la Academia Menuhin. En 2001 dio conciertos masivos en Parque Avellaneda y en los Bosques de Palermo y en 2006 llegó por última vez, junto a tres discípulos de la Academia Menuhin: el violinista español Edgar Pujol, el violista rumano Bogdan Banu y el cellista italiano Giuseppe Carabellese. Con ellos realizó una serie de conciertos y clases magistrales a beneficio que comenzaron en aquel mítico Camping Musical de Bariloche donde había comenzado la Camerata y, después de pasar por Salta, Mar del Plata y Cariló concluyeron en el Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires. Recientemente había propuesto a las autoridades de la ciudad de Buenos Aires la creación de un instituto de perfeccionamiento, dependiente del gobierno porteño, pero el proyecto quedó sin respuesta.

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