MUSICA › CóMO ES HELIGOLAND, SU PRIMER DISCO EN SIETE AñOS
El recuento produce asombro: hace ya casi dos décadas que el grupo de Bristol le cambió la cara a la escena inglesa con Blue Lines. Desde entonces grabaron apenas otros tres discos: en febrero verá la luz otro paquete de diez canciones hipnóticas.
› Por Eduardo Fabregat
¿Cinco discos? ¿Es que acaso la banda responsable de uno de los impactos más potentes en el sonido de los ’90 sólo tiene grabados cinco discos? Así lo dictamina la rígida estadística: en 1991 (¡19 años atrás!), Massive Attack sorprendió al mundo con Blue Lines, el disco que disparó la etiqueta fácil de trip hop y una infinidad de complejos senderos musicales. Su dinámica de creación colectiva, de reinvención a partir de pedazos de música, de inspirado copy & paste enriquecido por las propias capacidades de los artistas intervinientes, fue también el origen de sus lapsus. Pasarían tres años hasta Protection; pasarían otros cuatro para Mezzanine, y cinco más antes de 100th. Window. Después, un silenzio stampa sólo quebrado por Danny the Dog, soundtrack del film de Louis Leterrier antes que disco original de Robert “3-D” Del Naja y Grant “Daddy G” Marshall, sobrevivientes de aquel equipo Wild Bunch en el que supieron revistar Tricky y Mush-room, y en el que las voces femeninas invitadas agregaban tanto como los “dueños” del proyecto. La pausa más larga, siete años, se termina el próximo mes, cuando al fin los hijos más célebres de Bristol pongan en las bateas del mundo Heligoland, su nuevo disco, anticipado en octubre del año pasado con el EP Splitting the Atom.
“Este es un disco muy diferente al anterior, que tenía mucho más que ver conmigo y Neil Davidge, Sinéad O’Connor, Horace Andy y la gente que entró al círculo. Este es mucho más colaborativo”, detalló Del Naja en una entrevista realizada por “Richard” (no menciona su apellido) para la página irlandesa del grupo. “Creo que el objetivo básico, y el logro, fue hacer que todas esas personalidades, todos esos momentos diferentes en diferentes estudios terminen en un álbum coherente. Es irónico, porque nunca tenemos problemas para lograr eso, ni siquiera necesitamos planteárnoslo. Somos un grupo de tipos que acostumbraba cortar pedazos de música para hacer cintas. No necesitábamos hacer un ‘álbum conceptual’. Pero cuando vas al estudio y tenés diez canciones, sentís las ganas de hacer un álbum.” En el caso de Massive Attack, esas ganas se tradujeron en un montón de trabajo que quedó en el archivo: la leyenda dice que antes de llegar a este Heligoland el grupo guardó dos discos diferentes. De hecho, hubo sesiones en las que participaron Elizabeth Fraser, Mike Patton (Faith No More), Beth Orton y Dot Allison, entre muchos otros, y que quedaron fuera del disco. E incluso hubo conversaciones con gente del tamaño de Patti Smith, David Bowie, Tom Waits y Tricky, pero ni siquiera se llegó a comenzar la colaboración.
Y entonces, ¿qué es lo que sí quedó en esta apertura de año discográfico que propone el Ataque Masivo? Por supuesto, Horace Andy, héroe jamaiquino que aparece en todos los discos y que presta su inconfundible voz a “Splitting the Atom” y “Girl I Love you”. Pero también aparece Damon Albarn, Guy Garvey (de Elbow), Hope Sandoval (Mazzy Star), Tunde Adebimpe (TV on the Radio) y, curiosos giros del destino, la ex mujer del mismísimo Tricky, Martina Topley-Bird, responsable de las voces en “Babel” y “Psyche”.
Con el disco infectando los parlantes, la pregunta de si valió la pena tanta espera se vuelve ociosa. Más cerca del acero inoxidable de 100th. Window que de las maderas aromáticas orientales de sus primeros dos discos, Massive Attack ingresa en su segunda década de vida con un paquete hipnótico, pleno de capas de sonido seductoras y multifacéticas. Un disco para atesorar por sus valores musicales, antes que por lo esporádico de la actividad en estudios. Alcanza con meterle caña a la apertura de “Pray for Rain” –con Adebimpe en voz– para alejar cualquier duda sobre la salud artística del grupo, que a pesar de sus hiatos discográficos suele andar de gira por el mundo probando grooves y diferentes versiones de sus canciones. Curioso asunto si se tiene en cuenta que Del Naja dice que “nunca fuimos una banda de tipos tocando, yendo al escenario, zapando. Con nosotros la cuestión siempre fue cómo hacer un disco, para qué hacerlo, cómo se verá y se sentirá. Después viene cómo hacer un show... y cuál es el sentido de hacerlo”.
Más allá de las formas de construcción musical en MA, si es puro laboratorio o no, las diez canciones de Heligoland tienen todo para una impactante traslación al vivo. Puede ser la contractura drum & bass de “Babel” o la oscura utilización de cuerdas acústicas recortadas en “Psyche”, la rítmica arrastrada de “Splitting the Atom” –quizás el título que más vínculos desata con el Massive Attack de los ’90–, la dulce melancolía de “Paradise Circus” (donde Sandoval pone otro episodio en la saga de grandes voces femeninas), los sintes enfermitos de “Atlas Air” o la tristona cadencia de “Saturday Come Slow”, con Albarn poniendo esas inflexiones tan reconocibles, todo en este nuevo disco de los ex revolucionarios de Bristol tiene una vibra orgánica que desmiente cualquier posible artificialidad. De hecho, un rápido repaso por YouTube permite apreciar cómo eso llega al escenario... y entusiasmarse con la declaración de 3-D de que este año estarán girando por Sudamérica. Por ahora sólo hay confirmado un show en México en febrero, pero todo está por anunciarse.
Mientras tanto, MA sigue mirando al futuro: la cantidad de out takes hace que Del Naja prometa un disco para mayo con el material descartado, y la posibilidad de remixar el material que vayan subiendo a su página. Según dijo Daddy G, “ahora la gente quiere más que el playlist que uno le da, quieren hacer su propia lista, espera más que 45 minutos de música. Así que quizá les demos las canciones para que puedan hacer su propio compilado. Estuvimos trabajando en unos 22 tracks, y nos gustaría que la gente los remixara. Creo que más bandas deberían hacer eso”. Hablando de compilaciones, la aparición de Collected en 2006 disparó el temor de que fuera un canto del cisne, que ya no hubiera más MA, pero el mismo 3-D aclara los tantos: “Eso fue una obligación contractual con EMI, y decidimos hacerlo por una multitud de razones... EMI sacó una recopilación de Radiohead sin su intervención, sin siquiera consultarlos, y haciendo una verdadera porquería. Entonces pensamos en sacarnos el asunto de encima, hacerlo bien y empezar a pensar en ser agentes libres”. Del Naja, que nunca ocultó su devastadora opinión sobre el rol de las discográficas, tiene un párrafo más para dedicar: “La compañía está fusionándose, des-fusionándose, en una especie de ciclo de destrucción. Quizá tengamos suerte y nos consideren daños colaterales y nos dejen ir. Quizá para cuando hagamos otro disco EMI ya no exista”.
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