MUSICA › JOAQUíN SABINA, ANTES DE SU PRESENTACIóN DE MAñANA EN LA CANCHA DE BOCA
El cantautor anunció que en el show habrá homenajes a Sandro y a Mercedes, entre otros, y reconoció su propio miedo a la vejez y a la muerte. “Ahora vengo a Buenos Aires y no puedo prenderle fuego, ni salir por las noches, y voy por allí con guardaespaldas, ¿no te jode eso?”
› Por Karina Micheletto
Trae disco nuevo, mañas viejas –las que le quedan, descontando tantas que tuvo que abandonar muy a su pesar–, esa forma encantadora de hablar en la que cada oración es un título ingenioso, y las armas para mantener encendido el eterno idilio que este país le tributa. Todo esto será puesto en el escenario del estadio de Boca mañana, cuando Joaquín Sabina presente oficialmente en Buenos Aires Vinagre y rosas, dentro de una gira que lo llevará también por Santiago, de Chile, Montevideo y distintas ciudades de la Argentina (ver aparte). La conferencia de prensa que antecede al show de Boca resulta una muestra sintética de la forma en que Sabina despliega su personaje, mostrándose siempre informado al detalle de la agenda local. Esto incluye piropear cronistas en su estilo (“siempre me han gustado las chicas con gafas. No sé por qué. Bueno, sí sé por qué. ¡Porque me veían borroso!”), o invitar a pasar a una fanática declarada para que le dé un beso en plena conferencia, corrigiendo su status: “Yo sé que aquí se usa mucho la palabra fanático, pero a mí no me gusta. Prefiero tener cómplices, o amigos”. Puro Sabina.
Con un vaso de cerveza y un patovica a su lado –un detalle que, dice, forma parte de lo que más aborrece de su presente– el hombre de Ubeda contó que en el show de mañana habrá homenajes a Sandro –por quien, dice, volvió a dejar de fumar– y a “grandes amigos que se han ido en estos años”: Mercedes Sosa, Roberto Fontanarrosa, Jorge Guinzburg y Adolfo Castelo. También detalló que el show de la Bombonera “será bastante más sobrio que otros”: “El único protagonismo lo tendrán las canciones y la música. A nosotros nos exita muchísimo tocar en la Bombonera, por motivos musicales y extramusicales. Trataremos de dar lo mejor, pero no habrá grandes luces de discotecas, ni pasarán aviones ni doscientos elefantes en la pista, ni 25 chicas de Tinelli al baile. Sólo somos nosotros, que somos muy poquita cosa, pero trataremos de poner el corazón”.
“Con el amor uno no puede escribir una canción, con el amor dan ganas de meterse en una cama, en un baño, en un ascensor o donde sea con tu amada. Con el desamor, en cambio, dan ganas de recagarse en la puta madre de esa mujer que nos dejó, y escribirle una canción que la persiga toda la vida. Así nacen las grandes canciones.”
“Vinagre y rosas es un disco hecho a cuatro manos. Había hecho cosas como Enemigos íntimos con Fito, un disco compuesto y grabado entre dos. Luego Dos pájaros de un tiro, que eran unos conciertos, que más que conciertos eran una fiesta intergeneracional, con mi primo el catalán. Me faltaba escribir un disco a cuatro manos. Me encontré con mi amigo el poeta Benjamín Prado en un bar, y él me dijo: Estoy hecho mierda, ¿cómo estás tú? Estoy en una cierta felicidad doméstica, le dije. ¡¿Cómo has podido caer tan bajo?!, me contestó él. Le conté que no se me ocurría ni una puta canción, y le propuse irnos a Praga a escribir. Era una cosa un poco etílica, pero al día siguiente estábamos en Praga. Así suceden las cosas que a mí me gustan más.”
“En esta nueva etapa de mi vida descubrí el placer de desayunar, de dormir la siesta, de ver telebasura... ¡Una mierda! (risas). Antes, la vida era más al límite, más peligrosa, pero mucho más divertida. No sabía uno dónde iba a despertarse ni con quién, ni siquiera sabía cómo se llamaba uno. A veces dicen: ¿viviste los ’80 en España? Sí. ¿Y te acuerdas? Sí. Entonces, si te acuerdas, es que no los viviste. Digamos que además de la noche yo estoy descubriendo el día, y no está mal, no está nada mal. Pero con lo que estoy claramente fritado es con que Charly García esté más gordo que yo. ¡Ah, eso me da muchísima bronca! (risas).”
–¡No, de ninguna manera! ¡Si yo al lado de Charly soy la Madre Teresa de la puta que lo parió! (risas). De verdad, soy una monja de clausura al lado de él. No se me puede comparar, no sólo por sus disparates vitales, también en su talento no se puede comparar. Ni se debe.
“Me importan las mismas cosas que me importaban antes, lo que pasa es que hay cosas que me importaban mucho a las que dejo de importarles yo con los años. Recuerdo cuando le preguntaron a Bioy Casares, que tenía ya 83, 84 años: ¿cuándo notó usted que empezaba a ser invisible para las mujeres? ‘Hace un año’, contestó. Bueno, yo lo estoy empezando a notar ya. ¡Y con mucha bronca!”
“Yo pensé como Rimbaud que había que morirse antes de los 30 años, que las personas de más de 30 años no tenían vergüenza. Lo sigo pensando, hace 30 años que no tengo vergüenza. Así que el futuro ya lo viví. Me hace muchísima ilusión tocar en la cancha de Boca, luego ir a Montevideo, pero no me hagan pensar más allá. Sé que me voy de gira hasta octubre, y ojalá que sigamos vivos después. Eso es todo.”
“Sigo soñando con tocar en lugares más íntimos que un estadio. Hace años que no toco en el Gran Rex, por ejemplo, un escenario que me gusta mucho. Vengo de estar en Junín, hace cuatro días canté en Trelew, y nunca pensé que diez mil personas en Trelew pudieran pagar su entrada para ver a un gallego. Así que no sé si cumpliré mi palabra. Pero sí es verdad que lo que me anda saliendo de corazón es tener una relación más directa con el público. Aunque en esta gira, que dije que sería la última, me la estoy pasando tan bien, que es difícil decir qué va a suceder.”
“El asunto siempre es el mismo: La página en blanco y el ponerse a escribir una canción que nunca viene, ¡porque las musas siempre están cogiendo con Serrat! Es el mismo problema de siempre, a ver si se me ocurre algo, a ver si consigo otra vez engañar a la gente. Yo envidio muchísimo a una gran parte de mis colegas que hacen un trabajo riguroso y sistemático, van a una determinada hora a trabajar para que nazca una canción. Nunca fui capaz ni supe cómo hacerlo, lo intenté varias veces. Las canciones vienen o no vienen en mi caso, paso secas muy largas, de años. A veces las provoco, a veces se dejan provocar y a veces no. Pero yo no tengo un procedimiento sistemático, no tengo la fórmula.
“En mi casa tengo un estudio de grabación estupendo, y también un despachito estupendo preparado para escribir muy bien. Jamás conseguí sentarme ahí a hacer una canción. Vienen en los trenes, en los aeropuertos, cuando voy a Praga con Benjamín Prado, o en La Biela una noche con amigos... no lo sé. Me gustaría saberlo, eso me ahorraría muchas desesperaciones. Lo que sí sé es cuando tengo un pájaro en mano y cuando eso puede evolucionar a una canción. Y una vez que la tengo, tampoco sé si producirá el milagro de ir a cantar a Trelew y que la gente la cante. Nunca sabe uno, es un género tan turbio, que tiene tanto que ver con la sentimentalidad popular y con el corazón de la gente, que es casi un milagro. De eso, poco se sabe. Si pudiera saberlo, con el dinero que da el mercado del rock, el pop y la canción popular, repetiría la misma fórmula siempre. A mí me han llamado para decirme: ‘Oye, quiero cantar una canción tuya, por qué no me haces una como ‘Y nos dieron las 10’’? ¡Joder! ¡Como si eso fuera posible!”
“La primera vez que llegué a la Argentina, estaba renunciando Alfonsín, había hiperinflación, una situación muy difícil. Los teatros estaban llenos, los cafés también. Era impresionante para mí. En mis siguientes visitas he visto un corralito, una u otra crisis, cuatro presidentes en tres meses... Esto siempre es un disparate, y a mí me encanta. Yo sé que con el caos se sufre mucho, pero a mí me gusta esa mezcla de caos y al mismo tiempo de vitalidad, alegría y cultura, esa clase media culta a la que están jodiendo todo el tiempo, pero que no se resigna, esa cantidad de teatros llenos que ya quisieran París o Berlín.”
“Yo no me veo más sabio con el paso del tiempo, ¡me veo más viejo! Me veo con muchísimos miedos a envejecer, a morirme. No tengo nostalgia, pero sí tengo memoria, y me acuerdo de que yo era un trueno. Ahora vengo a Buenos Aires y no puedo prenderle fuego, ni salir por las noches, y voy por allí con guardaespaldas, ¿no te jode eso?”
–Yo no quiero que me recuerden, lo que no quiero es morirme.
–¡No me recordéis, por favor! Invitadme una copa vivo, ¡carajo!
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