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Martes, 16 de febrero de 2010

MUSICA › ISRAEL VIBRATION VUELVE A LA ARGENTINA PARA DIFUNDIR SU MENSAJE DE AMOR Y REGGAE

“Vamos a llenar el corazón de la gente”

La banda liderada por los cantantes Lacelle “Wiss” Bulgin y Cecil Spense, afectados por la poliomielitis, es de las más reconocidas de la música jamaiquina. Esta vez se presentará en Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata.

 Por Adrián Pérez

“Esperamos llenar el corazón de la gente con el amor una vez más y dejarles un mensaje de conciencia para que piensen acerca de la vida y el futuro”, dice Lacelle “Wiss” Bulgin, uno de los dos vocalistas de Israel Vibration. Habla de la nueva visita del afamado combo de reggae roots a la Argentina: esta noche tocará en El Teatro (Lacroze 3455), mañana en Rosario, el jueves en Mar del Plata y el viernes en el Teatro de Flores (Rivadavia 7800). “Decidimos transmitir el mensaje de Jah desde que éramos jóvenes, cuando nos conocimos. Desde esos días hasta hoy hemos aprendido mucho y nos mantuvimos en movimiento para entregar nuestro mensaje y la música a la gente. Siempre traemos algo nuevo, por lo que los fanáticos de Israel Vibration y de la música reggae no se pueden perder este encuentro”, invitan Bulgin y Cecil Spense, el otro vocalista.

Ahora bien: sepa disculpar el lector una breve digresión, pero para sumergirse en el mundo de Israel Vibration, además de rastafarismo, cultura reggae y marihuana, es de necesidad y urgencia introducirse en los pormenores de la poliomielitis. Esa enfermedad afectó a la tríada fundadora de una de las bandas más míticas que dio Jamaica, por eso conocerla es apreciar el molino de viento que derribaron estos quijotes del reggae roots. La “polio”, enfermedad que atacó a Buenos Aires en el invierno de 1956 afectando la motricidad de miles de niños, fue combatida con resultados positivos gracias al aporte científico de Jonas Salk, biólogo hijo de inmigrantes rusos que se negó a patentar la vacuna trivalente inyectable que había descubierto un año antes en Estados Unidos y que, posteriormente, desarrollara Albert Bruce Sabin para su aplicación oral. Y hay que decirlo: ambos rechazaron beneficiarse económicamente por el descubrimiento.

Por esos infortunios del destino, o por vivir en un país considerado el “patio trasero” del mundo moderno y no contar con el acceso a la vacuna, Cecil “Skelly” Spence, Albert “Apple Gabriel” Craig y Lacelle “Wiss” Bulgin padecieron ese mal, que afecta al sistema nervioso central, causando parálisis, atrofia muscular, deformidad y, en su fase aguda, puede comprometer el diafragma, provocando la muerte. Hace un tiempo, el cantante mencionó en una entrevista el preciso momento en el que comenzó a sentirse mal: “Recuerdo que a los 3 años de edad mi madre me llevaba al río para que la acompañara mientras me lavaba la ropa. Un día, mientras hundía mis pies en el agua, ella me pedía que los sacara. Al otro día, mi madre fue a despertarme y yo no podía mover las piernas. Cuando fuimos al hospital, le dijeron a mi madre que yo tenía polio”.

La historia de la banda comenzó a escribirse cuando tres jóvenes jamaiquinos, que por aquel entonces ni soñaban en vibraciones de Israel ni de ningún otro país, compartieron el Mona Rehabilitation Clinic de Kingston, adonde habían ido a parar para detener el avance de la enfermedad. Craig ya comenzaba a destacarse como potencial artista, tal vez por haber tenido la oportunidad de formarse en el Alpha Cottage School. Esa institución de renombre y jerarquía cultural estaba dirigida por monjas católicas que impartían un férreo entrenamiento musical (algunos miembros de The Skatalites se formaron allí). Aunque en ese lugar se las había arreglado para aprender a tocar el piano con sólo mirar las manos de su maestra de música, los golpes recibidos, el encierro y el contexto opresivo que se respiraba no demoraron en movilizar el espíritu rebelde de Apple Gabriel. Con sólo 14 años decidió hacerles un corte de manga a las monjas y se escapó del lugar con un solo destino en el horizonte: la calle.

Allí conoció la dura vida del ghetto, la miseria y el hambre; realidad que también compartiría con sus dos compañeros de andanzas. Las pocas monedas llegaban, por todo concepto, cuando limpiaba parabrisas de autos. Hasta que un día, finalmente, conoció a Baba Mouse, un rastaman que le dio un lugar donde dormir, le compró sus primeros pantalones, y con quien se introdujo en las lecturas sagradas bajo un almendro. Entretanto, Spence había desarrollado en sus años de adolescencia el gusto por el xilofón hasta conseguir una presentación con su banda en la televisión abierta. Y si bien había sido elegido, por sus dotes de deportista, para integrar la selección nacional de básquetbol en silla de ruedas (la Jamaican Wheechair Basketball Team), más pronto que tarde fue expulsado del equipo por su vuelco al rastafarismo en 1969.

Fue entonces cuando decidió regresar a Kingston, donde finalmente conocería primero a Craig y luego a Bulgin. Promediaba la guerra de Vietnam y en la Argentina se desataba el Cordobazo, pero en el Caribe se encendía otra llama: la del reggae roots. Por aquel entonces, la sociedad se materializaba en dosis compartidas de marihuana y en la lectura de la Biblia, en el campo de deportes de la Universidad de West Indies. Entre volutas dulzonas comenzaron a jugar con sus voces y atraparon a una audiencia que crecía gradualmente. Los tres ya habían abrazado, cada uno por su lado, a Jah, al emperador de Etiopía Haile Selassie, el Príncipe Ras Tafari. El nombre de la banda devino de esa religión, porque los hijos de Dios venían de Israel.

El primer single llegaría con la financiación del grupo rastafari Twelve Tribes of Israel. En 1975 grabaron “Why Worry” en los estudios Treasure Island, que les abrió las puertas para abrir shows de Bob Marley y Dennis Brown. Hasta que, en 1989, la grabación de Strenght of my Life los catapultó a la fama mundial. Aunque hubo idas y vueltas, y en 1997 Craig abandonó la formación, Israel Vibration visitó la Argentina en un festival memorable en Obras, en 1995, donde compartieron cartel con Black Uhuru y Yellowman, en una de sus visitas más recordadas. En una entrevista durante ese año, le confesaron a este diario que habían aprendido a convivir con la poliomielitis y que no les afectaba. Hoy, Spense insiste desde Jamaica en que están ansiosos por reencontrarse con el público argentino: “Es muy agradable pasear por sus calles y darse cuenta de que la escena del reggae es fuerte, con algunas bandas realmente buenas”. “One love, Argentina”, se despide.

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