Viernes, 19 de febrero de 2010 | Hoy
MUSICA › RAUL BARBOZA, UN ACORDEONISTA ENTRE CORRIENTES Y LA TRASTIENDA
El exquisito intérprete y compositor habla de la complejidad de una música que ha sufrido discriminaciones y olvidos.
Por Carlos Bevilacqua
Desde Corrientes
De los más de 500 artistas que nutren la grilla de la XX Fiesta Nacional del Chamamé, Raúl Barboza probablemente sea quien más lejos llevó al género típico litoraleño, tanto en lo geográfico como en lo musical. Acordeonista de exquisita técnica, Barboza es además un inspirado compositor radicado desde hace más de veinte años en París, en parte gracias a las recomendaciones de Astor Piazzolla. Allí de-sarrolló una exitosa carrera jalonada por siete discos editados sólo en Europa. El último que sí editó en Argentina, llamado El árbol y el colibrí, motivó uno de sus escasos comentarios durante el breve pero contundente show que dio como parte de la primera jornada de la fiesta: “El tema que da nombre al CD es una polca que encierra una expresión de deseo para que sigan existiendo las especies animales y vegetales tal como existieron durante siglos”. Fue durante un breve pero contundente set hecho de esas melodías vigorosas que permiten conectar con un público masivo como el que desbordaba anteanoche el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, en la capital provincial.
El hombre que ahora camina lento entre los camarines del Cocomarola supo acompañar a nenes de la música popular como Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Jairo, B. B. King, Peter Gabriel y José Carreras. Con similar parsimonia se expresa cuando todavía está reponiendo energías tras la actuación.
–¿Cuáles son las sensaciones que le produce este escenario?
–La verdad es que son emociones encontradas. Por momentos siento alegría, porque es hermoso reencontrarse con algunos colegas y amigos o tocar sobre el escenario que lleva el nombre de quien fuera un amigo de mi padre (N. de la R.: Osvaldo Sosa Cordero). Pero en otros momentos siento mucha impotencia al comprobar, que no se escucha lo que uno toca a pesar de que hay un equipo de sonidistas. Y no estoy cargando contra los sonidistas porque sé que muchas veces no cuentan con los elementos necesarios. Estoy muy agradecido y feliz de estar en esta fiesta, pero ¿qué pasaría si Barboza viene con un instrumento roto? ¿No sería visto como una falta de respeto?
–¿Cómo encuentra a Corrientes en lo musical?
–Por un lado, están quienes trabajan, estudian y se esfuerzan de manera anónima. Por otro, noto que reina cierta pereza. Lo que encuentro es que no hay muchos poetas que puedan hablar un poco más allá de la descripción de una bella mujer o de los sentimientos que pueden darse entre un hombre y una mujer. Me refiero a las dificultades para alcanzar alturas poéticas como las de Osvaldo Sosa Cordero, Heraclio Pérez, Mario Millán Medina, “Pocho” Roch o Teresa Parodi. Hoy se compone letra y música en conjunto muchas veces con la intención de poder registrar un tema y no compartir con nadie los dividendos.
–¿De qué manera podría revertirse esa carencia?
–Pienso que podría haber una entidad que permita la difusión de la región guaraní. Estos festivales son positivos, pero demasiado limitados en lo temporal.
–¿Qué grado de comunicación alcanzó con sus músicos?
–Nosotros sufrimos la muerte de Horacio Castillo hace menos de un año. Por eso hace sólo unos meses que trabajamos con Roy Valenzuela en el contrabajo, pero a “Nardo” González (antes contrabajista y ahora guitarra) y a “Cacho” Bernal (percusión) hace unos diez años que los conozco, así que nos entendemos enseguida apenas yo tiro la tonalidad. Yo busco no sólo músicos de primer nivel, sino también personas con las que se pueda compartir. Yo soy un viejo cacique que trata de ser generoso. Me gusta que todo se comparta: micros, comidas, manager, hotel. Me parece que es la única manera en que se puede formar un auténtico equipo.
–¿Ellos son los mismos músicos que lo acompañan en Francia?
–No. En Francia yo trabajé muchos años con un guitarrista argentino llamado Alfonso Pacín, que fue quien hizo los arreglos cuando el Alter Quintet tocó conmigo en la Argentina. Pero en mi próximo viaje a Europa, el 9 de marzo, me va a acompañar sólo “Nardo”. Tenemos que hacer cinco conciertos en Francia y uno en Austria, todas fechas propias que no forman parte de ningún festival. Es necesaria su presencia porque queremos tocar dos temas del disco Invierno en París que grabamos con la guitarra de Horacio (Castillo). Yo decidí que él grabe el tema “El Pombero” en una versión solista de guitarra como para difundir el chamamé en Europa de una manera diferente a la tradicional. Ese es un tema muy especial porque después lo grabamos también acá con el cuarteto en otro disco.
–¿Cuáles son sus actividades habituales en Francia?
–Básicamente, tocar. Prácticamente no hago otra cosa que dar conciertos, de eso vivo. En Europa el trabajo de intérprete musical me permite tener un pasar relativamente agradable. También doy muchas clases magistrales para instrumentistas y además clases de formación en chamamé. ¿Por qué? Porque la gente que empezó a tocarlo de oído, como yo, nunca se dio cuenta de lo difícil que es. Para poder enseñarlo es necesario escribir música. El chamamé es una música polirrítmica que se toca en tiempo binario en la mano derecha y en tiempo ternario en la mano izquierda. Eso lo hace complejo. Por eso a la gente que toca tango le cuesta tanto tocar chamamé. El tango está acentuado en el primer tiempo mientras que el chamamé está acentuado en el último tiempo.
–¿Lo ayuda la historia que tiene el acordeón en la música francesa?
–No creo, porque los franceses han tenido una relación un poco esquizofrénica con el acordeón. Después de la Segunda Guerra Mundial, el acordeón sufrió una crisis muy grave. Hubo mucha gente que no quería saber nada con el acordeón. Lo experimentó Jacques Brel, por ejemplo. Le diría que estuvo a punto de desaparecer. A tal punto de que muchos acordeonistas empezaron a tocar el bandoneón o el piano.
–Recién contó que aprendió a tocar de oído. Debe ser bastante común aprender música así en algunas zonas rurales de Corrientes.
–Tenemos la transmisión oral para aprender el idioma. Un ser humano, antes de ir a la escuela aprende a hablar. A los seis años, cuando una nena empieza a hacer la O con un vaso, ya habla tan bien que es capaz de discutirle a la madre. Con la música pasa lo mismo.
–¿Qué opina de los hermanos Barrios?
–En principio, son todos excelentísimas personas. Reflejaron el sentimiento de un enorme grupo de gente tanto en sus canciones como en sus maneras de cantar y tocar. Hablamos de cientos de miles de personas, tomando como referencia la cantidad de discos que han vendido. Fue esa gente la que les dio el espacio que ocuparon, más allá de lo que ellos quisieron ser. Los correntinos se apropiaron de los Barrios, por eso serán por siempre un patrimonio cultural de la provincia. Ellos dejaron un sello, como lo han dejado Cocomarola, Montiel y Abitbol. Me inclino reverente ante ellos porque representan de la forma más cabal a quienes trabajan diariamente por la música como arte.
–¿Por qué cree que el folklore del Litoral tiene menos presencia tanto en el imaginario popular como en los medios?
–Para empezar, tendríamos que remontarnos muchos años atrás. No nos olvidemos que el idioma guaraní fue cercenado y no hay forma más eficaz de destruir una cultura que cercenar su idioma. De esa manera se impide la creación musical con letras en el idioma materno. Censurar el guaraní equivale a ponerle una mordaza a San Martín, que nació en Yapeyú. Recién en los últimos años se empezó a permitir la enseñanza del idioma originario de la región en las escuelas. Pero no se olvide que en Buenos Aires a los guaraníes que no hablaban bien el castellano se los llamó “guarangos”. ¿Cómo va a hablar bien el castellano si en Corrientes no había escuelas suficientes? Desde entonces el folklore del Litoral fue marcado por una discriminación permanente. Parte de esa mentalidad soberbia es la que lleva a la señora blanca de Buenos Aires a tomar empleadas domésticas del Litoral porque, como en muchos casos no pudieron ir a la escuela, es mucho más fácil engañarlas.
* Raúl Barboza se presentará esta noche en La Trastienda.
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